La Tiendecita Blanca, un clásico

El restaurante miraflorino es un ícono del distrito. Además de una cuidada carta ofrece gran atención.
La Tiendecita Blanca. (Archivo particular)

Un ícono de . De hecho, sería el restaurante más antiguo del distrito. Se fundó en 1936 y ha visto cambiar el barrio, ha afrontado el terrorismo en sus peores momentos, las crisis económicas y la pandemia. Y, sin embargo, sigue allí, en la esquinita de siempre, la esquinita de La Tiendecita Blanca, en la avenida Larco 111.

La Tiendecita Blanca

Nos recibe Mónika Bachmann, gerente general de este tradicional espacio, y esposa de Alberto Bachmann, hijo de Alberto Bachmann Schön, fundador de la Tiendecita Blanca, donde desayunar, almorzar, tomar lonche o cenar se convierte en una experiencia grata para el paladar y las prolongadas conversaciones acompañadas al final con un café de la casa.

TRADICIÓN FAMILIAR. Los Bachmann mantienen el legado del abuelo Alberto Bachmann Schön. (Javier Zapata)

La Tiendecita Blanca nace en 1936. En septiembre cumplen 87 años. Don Alberto Bachmann Schön llegó en la década de los años 20 desde Suiza para encargarse de la panadería y pastelería del entonces nuevo Hotel Country Club en San Isidro. Trabajó diez años allí, hasta que logró comprar una pequeña tienda frente al óvalo de Miraflores. Se llamaba La Tiendecita Blanca y él le agregó “café suizo”. Comenzó a vender sus panes, luego lo convirtió en cafetería y posteriormente en restaurante. Ya para ese momento había comprado predios aledaños para ampliar el local hasta quedar como hoy en día. El relato lo hace Mónika, mientras llega a la mesa una canasta de panes.

La pandemia fue un duro golpe, pero también recuerda la época del terrorismo. El atentado de Tarata los obligó a cerrar porque se rompieron todas las lunas, pero al día siguiente ya tenían las puertas abiertas. “El local es muy importante, por eso no lo hemos replicado. No hay otras tiendecitas. Es la única. Es el ambiente, la atmósfera, la ubicación, la decoración, la atención y los productos de primera calidad”, reflexiona Monika al explicar lo que costó implementar el delivery.

“Siempre nos hemos caracterizado por estar a la vanguardia. Cuando apareció el WiFi, fuimos el primer local en tenerlo. Somos de estilo clásico, pero al día con las modernidades”, dice. El ambiente está decorado con fotos del Miraflores antiguo, de los años 40, 50 y 60. Contemplar las imágenes es un viaje al pasado que los comensales han recibido con agrado. La clientela de la tiendecita es fiel y afectuosa, lazos que se construyen con el tiempo en base a la calidad de los productos y la buena atención.


DATO

La Tiendecita Blanca. (Archivo particular)


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Entrevista Yván Villegas

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