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Thomas Eckschmidt: “Cualquiera sea tu negocio, tu negocio es de educación”
De padre agricultor y de origen austriaco, Thomas Eckschmidt nació en Brasil, se formó como ingeniero civil y es uno de los fundadores del movimiento Capitalismo Consciente. Perú21 lo entrevistó.
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Se formó en el campo. Fue productor. Trabajó la leche, el maíz, la avena en la finca que heredó de su padre de origen austriaco. Luego de un tiempo vendió la finca e ingresó al mundo corporativo por 10 años; en Estados Unidos laboró otra década en consultoría y al volver al Brasil, donde nació, se preguntó qué hago ahora.
Antes ya ha visitado el Perú. Lo hizo para un proyecto con productores de papas. Huancayo y Huánuco, manejando hasta 4 mil metros sobre el nivel del mar. Conocía y hablaba con los agricultores para explicarles el concepto de trazabilidad alimentaria, que es el viaje que realiza el producto desde la tierra hasta la bodega o hasta un hotel cinco estrellas.
Ha vuelto al Perú y esta vez para promover y explicar otro concepto: capitalismo consciente. Thomas Eckschmidt es uno de los fundadores del movimiento Capitalismo Consciente. Ha publicado 22 libros y cuando se presenta, no usa una tarjeta sino un libro.
-Capitalismo consciente puede ser una contradicción o una evolución. ¿Qué es?
Es una evolución y la frase capitalismo consciente es temporal. Hoy lo llamamos así, pero desde el inicio del siglo tenemos capitalismo inclusivo, creativo, economía circular, muchas ideas, porque el socialismo ha fallado, lo más simbólico fue la caída del Muro de Berlín. Si el socialismo estuviera bien, Venezuela sería una potencia y Corea del Norte sería una potencia más grande que Corea del Sur.
-¿Y China?
China juega dos juegos: capitalismo hacia afuera, socialismo hacia adentro. Hay que reconocer que los dos sistemas son excelentes y son pésimos. Capitalismo es excelente para producir riqueza y falla en distribuir, y el socialismo es excelente para compartir riqueza y falla en producir. Se falla porque el ego es más grande que el eco. Cuando los líderes empiecen a reconocer que no tienen todas las soluciones, necesitarán trabajar de manera colectiva.
-El mundo vive un enfrentamiento de egos.
Te caminas a la derecha, te caminas a la izquierda, y no estamos avanzando.
-¿Y entonces?
Las empresas tienen un rol muy importante, porque son más ágiles, tienen más recursos, tienen más conocimiento y todo eso tienen que utilizarlo en favor de algo más importante: el país. Lo que está pasando se sembró hace 20 años. La pregunta es qué vamos a empezar a sembrar hoy para tener una cosecha mejor en 20 años.
-Usted subraya la crisis de las instituciones, pero las empresas, y los gobiernos, están en el ojo de la tormenta.
Sí. Pero hay un dato nuevo: la gente no confía en las instituciones, pero la gente confía en los presidentes de las empresas para las cuales ellos trabajan, hay un alto nivel de confianza de los empleados en sus líderes. Tenemos que mejorar las relaciones: cómo trabajar mejor con las comunidades del entorno, cómo trabajar mejor con mis proveedores, con mis clientes, con el ecosistema. Las soluciones no es mi solución, las soluciones son nuestras.
-¿Dónde debemos cortar y volver a empezar?
Hay que empezar cuando los líderes empresariales reconozcan que no tienen la solución. Te pongo un ejemplo, imagínate que las empresas se juntan y van a las escuelas públicas, aportan dinero y hacen una remodelación; el director les dice “gracias, pueden irse”. ¿Este proyecto fue un suceso?
-No hubo relación.
Porque sigo trabajando el ego: “yo tengo la solución, yo tengo el aporte, yo tengo el poder económico”. Pero si se reúnen, llaman al director y le dicen: “¿Qué te parece si invitamos a los estudiantes y hacemos un listado de las cosas que necesita la escuela?”. Y los maestros y el director toman lo que es prioridad. En base a eso, analizamos los materiales que necesitan y la empresa aporta los materiales, la mano de obra pueden ser los padres, la comunidad, los vecinos y nuestros empleados. Trabajamos juntos. Y luego los niños dirán: “Vamos a cuidarlo, porque eso lo hizo mi papá y porque esto elegimos”. Eso es lo que falta, la relación humana.
-Ahora, también hay desconfianza al término capitalismo.
A veces tenemos que dar un paso abajo y hablar de negocios conscientes, empresas conscientes.
-¿Cómo sería una empresa consciente?
Hubo una empresa que hizo un trabajo interesante. La solución no es solo de la empresa. Entonces, la empresa trabajó con la alcaldía para buscar un espacio y dividirlo en lotes y ofrecerlos a la población que no tiene casa. Pero queremos que la economía se mueva. El próximo paso es reunir voluntarios para construir las casas, crear maneras de colectivamente crear soluciones. Pero tampoco puedes dar los lotes y listo. ¿Cómo hacemos para que esta comunidad empiece a tener rituales, para que se sienta parte de algo? No se trata solo de un lote, una casa. Se trata de crear una comunidad. Cuando creas relaciones humanas, no puedes tener solo lotes de viviendas. Hay que crear una zona comercial, con negocios, un mercado, y que esa utilidad generada se devuelva a la comunidad en términos de servicios y beneficios, como mejorar el acceso al agua, electricidad. Trabajar juntos por un interés colectivo. Eso es sacarte de la posición de ego y mirar hacia una posición de eco.
-El ego y la corrupción se relacionan. ¿Cómo enfrentarlo?
La única manera de empezar a cambiar es reconocer que cualquiera sea tu negocio, tu negocio es de educación. Si la gente no sabe consumir tu producto, dirá que tu producto no sirve. Si tus empleados no comprenden para qué sirve tu negocio, no se comprometen. El rol de cualquier empresa es educación. Y la pregunta es: ¿Cuánto las empresas están haciendo educación? Nada.
-¿Qué pasa cuando la corrupción llega de los gobiernos?
Cuando hay mucha gente involucrada en la intención, se visibiliza todo, y ahí entran muchas organizaciones y sectores. El negocio hay que hacerlo más abierto e involucrar más gente, porque las buenas decisiones no vienen de uno o dos. Queremos invitar a más gente para que sean conductores de su vida, de la vida de la comunidad, de la vida del país, porque hoy en día hay mucho pasajero: te sientas y esperas que algo pase. El gran cambio no viene de arriba, puede empezar en una alcaldía. Los grandes cambios van a empezar de los pequeños movimientos.
-¿En la figura del emprendedor también puede estar ese pequeño movimiento?
Pero más importantes son los movimientos colectivos. Si miramos solo al emprendedor, otra vez estamos aislados. Si es un gremio empresarial, otra vez, es un interés, es una dirección. Pero si empezamos a juntar distintas perspectivas, el paso será más grande. ¿Cómo queremos que se recuerden de nosotros? ¿Cuál es nuestro legado? ¿Cómo queremos que nuestros hijos nos recuerden? Cuando uno reconoce que tiene talento transforma el autoempleo en un emprendimiento y se torna empresario, y el empresario tiene que tener gestión. La diferencia es cuánto saber gestionar. Queremos que más emprendedores reconozcan más temprano el potencial de sus negocios como una herramienta de transformación social, humana y de sus comunidades.
-Hay quienes dicen que la figura del emprendedor maquilla las precariedades.
Puede ser. Pero hay una cosa muy importante: en el mundo hay cada vez menos empleo, porque empleo es una acción pasiva: ‘me califico y espero que se abra un puesto de trabajo’; emprender es una acción proactiva. El emprendimiento es lo que más saca a la gente de la pobreza en el mundo. Hay muchísimo trabajo y es la oportunidad para emprender, para empezar a servir al mundo.
AUTOFICHA:
- “Eckschmidt es un apellido de origen alemán. Pero mi padre nació en Austria, él migró a Brasil después de la Segunda Guerra Mundial. Tuvo que salir como refugiado, estuvo en un campo de refugiados, que fueron desplazados de sus casas y perdieron todo”.
- “Mi familia llegó a Río de Janeiro y yo nací en São Paulo. Estudié Ingeniería Civil, mi papá también era ingeniero civil. Me gustaba la matemática, la física. Siempre digo que se cambie la pregunta: no qué quieres ser sino qué quieres cambiar. Hay que cambiar las preguntas”.
- “En 10 años he trabajado en ocho empresas. Hoy capacito a consultores para hacer lo mismo que yo hago. Tengo una empresa de consultoría, tenemos el podcast Capitalismo Consciente, donde compartimos las historias de líderes que están haciendo la diferencia en sus comunidades”.
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