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Haydee Anccasi, empresaria: “La maca tiene mucho potencial para la exportación”
“La maca es energizante. La sembramos nueve meses, secamos al sol 100 días, que ahora nadie lo hace”, explica. Entrevistamos a Haydee Anccasi, empresaria huancavelicana.
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En la fila rompió sus documentos y regresó a Huancavelica. Haydee Anccasi había estudiado cinco años Educación en la Cantuta, Lima, pero se cansó de esperar por una plaza para enseñar. La tercera de 11 hermanos no solo retornó a su tierra natal, volvió al origen: dar a conocer al mundo productos como la maca. Hoy lidera Farinka Organics.
El 12 de febrero del año pasado viajó a representar al Perú en una feria en Nuremberg, Alemania. Era su primera vez en Europa. Retornó a Lima una semana antes de que se decrete el estado de emergencia por la pandemia. Pero ese viaje fue la semilla para algo muy importante. Horas antes de esta entrevista, Haydee estaba culminando las documentaciones para, finalmente, exportar a Europa. Será la primera vez que sus productos crucen el Atlántico.
Se enteró al décimo día. Había preparado chaufa de quinua y no percibía olor ni sabor. No pensaba que tenía COVID-19 porque se sentía protegida por la maca, la quinua. “SARS COVID presente”, diagnosticaba la prueba molecular. Fue al santuario que tiene en su casa, se arrodilló y le habló a la memoria de su padre. Luego de rezar, preparó un ponche de maca con cacao y le dijo a su esposo: “Dios no va a querer que pase nada, porque aún no tenemos la planta industrial”.
-Sé que, cuando falleció su padre, usted tuvo un sueño y así nació su empresa.
Farinka se gesta en honor y memoria de mi amado padre Felix Anccasi Ramírez, cual legado de amor, esfuerzo y servicio a nuestro prójimo. Mi padre ha sido como un padre inca, nos enseñó a ganarnos el pan en la tierra.
-¿De qué falleció?
De cáncer al pulmón. Mi papito era un hombre huancavelicano, agricultor, ganadero, de altura, era un hombre positivo y siempre sirviendo a su comunidad. Él hacía con sus abuelitos el pago a la pachamama, les cantaba a los apus, les hablaba a los ríos. De niña observaba todo eso. Ese ejemplo era como un alimento. Mi papá viene de una familia bien pobre; en el campo cocinaban con fogón, con bosta, con leña, y ese humo se estuvo impregnando en sus pulmones. Pero él siempre se sentía bien, vivía positivo. De pronto, nos convocó a una reunión en el campo y, faltando dos meses para su muerte, nos avisó que soñó que su papá en un caballo blanco se lo llevaba con su poncho. “Hijos, yo me voy a ir, ustedes no tengan temor”, nos dijo. Yo tenía 44 años.
-¿Qué sintió en ese momento?
Miré a los apus y recé a Dios. Quise llorar, pero no lo hice porque mi padre estaba presente. Pero nos dijo que quería la unión y que para él todo en la vida tenía solución. A mi padre lo he visto levantarse a las 3 de la madrugada y nunca tenía un reloj en la mano. Con su caballo y 30 llamas viajaba al campo para traer alimentos, hacer trueques. Cuando falleció, yo no encontraba consuelo.
-¿Pero cómo fue el sueño que la llevó a crear Farinka?
Llorando en el campo, a la memoria de mi papá le dije que estaba cansada de vender a granel, de vender la materia prima. Le preguntaba cómo podía hacer, yo quería tener una marca. Viajé a Huancavelica y fui al Señor de Potocchi, un cerro bien empinado, hermoso, el guardián de Huancavelica; y coincidió su celebración con la misa de mi padre que cumplía un año. A las 5 de la tarde bajaron al señor. Había mil personas. Le destaparon su rostro y le di un beso en su cachete. Y mis lágrimas salieron. Mi padre lo había cargado toda una vida. Le prometí cargarlo y ofrendarle algo, pero le pedí que me ayude a hacer realidad mis ideas. Me fui y, tres días después, a las 4 de la madrugada, soñé con mi padre amado en el medio del cerro Potocchi; tenía un poncho, su sombrero y las trompetas tocaban. Él hacía comer a las personas, de 20 en 20. Me vio y me dijo en quechua: “Trabaja con mi nombre”. Me desperté y recé una hora. Mi papá se llamaba Felix Anccasi Ramírez y mi esposo me dijo que podía usar sus iniciales: FAR. Días después leí que un pisco del inca triunfaba en Europa. Mi papá era como un inca y entonces nació el nombre: Farinka.
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-¿Qué productos tienen el mayor potencial de exportación?
La maca tiene mucho potencial para la exportación. Hay negra, mixta, roja y amarilla. La maca es energizante, es vitalidad. La sembramos nueve meses, secamos al sol 100 días, que ahora nadie lo hace. Tiene magnesio, zinc y selenio. Te da energía todo el día. Maca no crece en ningún país, solo en Perú, es producto bandera. Pero también me encantaría exportar aceite sacha inchi de nuestra Amazonía y nuestra castaña, que es una maravilla. También vendemos aceite de coco, que tiene ácido láurico; la quinua de Farinka es de Puno y Huancavelica. También tenemos un producto que vamos a lanzar que es un concentrado de semillas andinas: maca, quinua, kañiwua, habas y kiwicha. También tenemos un producto que es maca con cacao, para los niños sobre todo.
-¿Qué necesita su sector para crecer más?
Necesitamos capital. Manejamos sembrío, cosecha, secado, micropulverización, envasado, comercialización, distribución. Pero las casas orgánicas para sobrevivir me dicen: véndeme solo 2 de cada presentación. A veces da ganas de llorar, quisiera irme del país, pero por mi pachamama no me voy.
-Y encima usted tuvo COVID.
Sí, no me pasó nada. Pero sí te digo que desde hace cinco años ya no consumo azúcar, tampoco la leche en tarro ni fideos empacados. Nada de eso. Si quiero preparar un ají de gallina, licúo quinua sancochada con pecanas y sale delicioso. La huancaína la hago con quinua. Y tomo el ponche de maca con siete semillas, pecanas, frutos secos. Como bastante palta, verduras y frutas. Es decir, ya estoy inmunizada de manera natural. Hay que respetar a nuestra madre naturaleza, mejoremos nuestra alimentación.
-Si se aparece su padre, ¿qué le diría?
Me hubiera dicho que vamos a salir adelante. Él está a mi lado y siento que me está dando fuerzas. La pachamama va a querer que pase todo esto de la pandemia y viajaré por el mundo, sacando la cara por la mujer andina.
AUTOFICHA:
- “Soy Haydee Anccasi Taype. Tengo 48 años, el 27 de marzo cumpliré 49. Nací en la comunidad de Pastales Huando, en Huancavelica. Cada mes retorno allá. Vivo entre Lima, Huancavelica y Junín, porque nuestra maca está en Junín, porque mi esposo es de Junín”.
- “En Huancavelica tenemos chacras por la quinua. Me dediqué a la venta de productos. Unos 15 años he vendido a granel y recién Farinka este 2021 cumple cuatro añitos. Farinka es parte del catálogo virtual del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri)”.
- “Mi madre sigue conmigo, aunque ella vive en Huancavelica. Tiene 67 años de edad y parece que, como yo, tuvo COVID. También he sido profesora de danzas. Bailo bastante, me encanta bailar y cantar. He llegado a cantar en la televisión, grabé unas canciones pero para mí sola (risas)”.
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