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Alfonso Bustamante Canny: “Tenemos que construir una mirada más solidaria de los empresarios”
“Los peruanos somos muy condescendientes con la corrupción”, señala. Entrevistamos al administrador arequipeño Alfonso Bustamante Canny.
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Volvió en 1990. En abril dejó Boston, donde estudió la universidad. Llegó al Perú de la violencia terrorista. La noche del atentado a Tarata, corrió a la casa de su abuela, que vivía en Alcanfores. Había que recoger los vidrios; la misma tarea le tocó cuando una bomba explotó en el trabajo de su esposa. Y en Puno estuvo más cerca. Caminaba por una calle y explotó un petardo a pocos metros. “Claro, eso no es para nada comparable con el sufrimiento de las personas que fueron afectadas directamente”, aclara. En abril había llegado al Perú de la hiperinflación, las colas y la escasez de alimentos. A las que llama plagas.
Han pasado más de 30 años y hoy Alfonso Bustamante Canny dirige las compañías Agrícola Cerro Prieto y Huaura Power, una empresa de energía. Y desde hace unas semanas es columnista de Perú21.
¿Por qué volvió? Acepta que su futuro podía estar fuera del Perú, pero estaba claro que quería regresar para hacer empresa. “Tenía mucho arraigo familiar, empresarial y ganas de estar en mi país”, responde el administrador arequipeño.
-Conforme avanzó la década del 90, ¿no se arrepintió de haber vuelto al Perú?
(Risas). No, nunca me pasó eso. Al contrario, uno se vuelve más aguerrido y con ganas de luchar.
-¿Qué aprendió de esos años?
Marcó de manera definitiva el resto de mi vida profesional. Son situaciones extremas que hacen ver que el camino, claramente, no es ese. Vivimos el empobrecimiento del país, la desaparición de la clase media. Eso me ha servido para mantener una posición muy firme contra los ataques populistas que pretenden tener una varita mágica y solucionar las cosas por decreto.
-Pero hemos aprendido poco respecto a la corrupción, que la arrastramos casi ininterrumpidamente desde la década del ochenta.
Efectivamente. Pero felizmente no todas las empresas y no todos los peruanos son corruptos. La corrupción estaba muy arraigada y permitió que los Odebrecht pudieran encontrar un campo fértil para hacer sus fechorías, y eso implica la participación de criminales en el sector privado y criminales en el sector público. Creo que los peruanos, aún hoy día, somos muy condescendientes con la corrupción, con la informalidad, con la criminalidad, con la ilegalidad. La informalidad es una de las principales trabas para la lucha contra la pobreza. La informalidad está presente en todo. Nos falta reforzar la cultura del bien común, del prójimo, del crecimiento sostenible. El Perú no podrá salir de los países emergentes si no tenemos valores firmes.
-En una entrevista usted dice que primero se debe ser buena persona y luego buen profesional. ¿Cómo así?
Por ejemplo, en las protestas que vimos en el agro, eso se inició con algún reclamo justo de los trabajadores por sentirse maltratados por sus empleadores por la utilización de services. Y estamos de acuerdo. Es intolerable una persona que trata mal a sus trabajadores. El que trabaja con services seguramente tampoco cuida el medio ambiente, seguramente invade terrenos. Uno no puede ser bueno para unas cosas y malo para otras. Cuando uno es perverso y tiene la oportunidad de romper la ley, la rompe. El comportamiento de una persona marca cómo se comportará en el resto de actividades. Por eso debemos ser buenas personas.
-A usted lo han criticado porque no estaba a favor de que se le aumente el pago a los trabajadores agrícolas. ¿Es así?
No. Lo que digo es que no se puede regular un aumento por decreto. Castiga mucho a los propios trabajadores. Las empresas serias tienen planes de crecimiento laboral, empoderamos a los trabajadores desde las actividades más elementales hasta las más sofisticadas. Profesionalizamos a los trabajadores. Cuando viene una regulación impuesta, hay una distorsión en el plan de crecimiento. Se destruye lo avanzado. Lo que va a pasar es una desaparición de las empresas en vías de desarrollo y se fortalecerán las empresas más grandes.
-¿Por qué se desconfía de los empresarios?
Ha habido una campaña silenciosa y permanente, como un gotero, desprestigiando al empresario. Ser empresario es una de las actividades que más apreciadas deben ser. A los empresarios nos ha faltado hacer un esfuerzo de comunicación de las cosas buenas que se hacen y de lo importante que es crecer con los trabajadores, proveedores, clientes, accionistas, el medio ambiente y el entorno social. Tampoco ha ayudado que haya criminales infiltrados en el sector privado, como los implicados en Lava Jato. A los empresarios limpios y serios nos ha faltado decir: un ratito, no todos somos así.
-Es paradójico que se cuestione tanto al empresario y, a la vez, resaltemos bastante la figura del emprendedor, que finalmente es empresario. En el Perú, levantas una piedra y hay un emprendedor.
El Perú es uno de los países con más emprendedores del mundo, donde tenemos más empresarios por habitante. Hay que hacer que el emprendedor se sienta empresario. Pero el problema no está en el modelo económico ni en que los empresarios hayan fallado; está en la pésima administración de los recursos entregados al Estado. El poblador vulnerable encuentra en la informalidad la única solución a sus problemas, porque no hay otra. ¿Cómo es posible que teniendo los recursos y programas, no estemos promoviendo viviendas sociales? ¿Cómo es posible que los trabajadores tengan que movilizarse dos, tres, cuatro horas en Lima para llegar a su centro de trabajo? Los grandes proyectos de infraestructura vial pueden demorar 20, 30, 40 años en realizarse, pese a que tenemos los recursos y la capacidad. La administración pública crece, pero crece en la parte administrativa entorpeciendo y poniendo más trabas a la ejecución de proyectos fundamentales. ¿Cómo es posible pensar en el desarrollo si no nos preocupamos por la salud y educación?
-¿Y desde el sector privado cómo están aportando?
Hacemos los esfuerzos. Somos los primeros en el sector agrícola que logramos hacer un colegio vía obra por impuestos. En nuestra zona de influencia tenemos un convenio con Enseña Perú en la intervención en nueve colegios. Estamos iniciando un programa de viviendas sociales, pero uno se encuentra con mil y una dificultades. ¿Cómo es posible? Mi empresa estaba tratando de hacer un paso vehicular en la Panamericana Norte para darles seguridad a nuestros trabajadores, pero no calificaba ni como obra por impuestos ni como donación. ¿Cómo es posible? Solo se puede entender porque hay indolencia absoluta. Entonces, no nos dejemos engatusar por los que dicen tener una varita mágica.
-Entre elecciones, pandemia y bicentenario, ¿cuál debe ser la responsabilidad de los empresarios?
Ser solidarios con sus trabajadores y cumplir las normas. No nos gusta la nueva ley agraria porque es destructiva, pero tenemos que acatarla, sacar lo mejor de ella y preservar la mayor cantidad de puestos de trabajo. Y también ser mucho más participativos, más activos, ser propositivos de programas de alivio a la pobreza. Recientemente, hemos terminado la donación de una planta de oxígeno al Hospital Regional de Chepén. Sin inversión privada no hay crecimiento económico, no hay puestos de trabajo. Los decretos son pan para hoy, hambre para mañana. Lo que tenemos que hacer es construir valor y una mirada más solidaria de los empresarios.
-Treinta años después, ¿estuvo bien volver de Boston?
Sí. Estuvo muy bien. Me siento muy satisfecho y, como todo, vamos a salir de este problema, y vamos a salir creciendo. La otra noche hablaba con mi esposa y le decía: ¿qué sería del Perú si no hubiésemos tenido esa fila de presidentes tan malos? Seguramente, seríamos un país más desarrollado.
AUTOFICHA:
- “Soy Alfonso José Bustamante Canny. Nací en Arequipa, el 15 de mayo de 1967. Cuando acabé el colegio, me vine a Lima, tenía 16 años y a esa edad ingresé a la Universidad del Pacífico y a los 18 me fui a Estados Unidos para estudiar. En Boston estudié Administración de Empresas”.
- “Mi padre llegó a ser ministro en el gobierno de Fujimori, pero renunció por una desavenencia en un tema institucional que pensaba que no era correcto. Lo veía luchar siempre por la regionalización. Fue expropiado en la reforma agraria, pero supo reconvertirse. Ha sido mi guía, modelo de rectitud y trabajo”.
- “Actualmente, soy director gerente de Corporación Financiera e Inversiones y presido las empresas del grupo, que son Agrícola Cerro Prieto y Huaura Power, que es una central hidroeléctrica. Para este 2021 estamos reformulando los planes de inversión”.
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