Tito Catacora presentó 'Pakucha' en el Festival de Cine de Lima.
Tito Catacora presentó 'Pakucha' en el Festival de Cine de Lima.

Entró a la cabina de Internet. Se sentó frente al monitor y escribió en Google el nombre de su sobrino. Encontró que había realizado el cortometraje Osquitar’s Way, donde también actuaba. “Ah no, esto es verdad”, pensó. La pantalla iluminaba su rostro. Al ver que era posible, prestó atención a las palabras de Óscar, quien le pedía ayuda para realizar un mediometraje. Así nació El sendero del Chulo, en el que el tío, sin saber nada de lenguaje cinematográfico, tuvo que grabar con una cámara Hi8 y ser responsable de la fotografía, porque el sobrino tenía que actuar. La cinta llegó hasta festivales.

Trabajo en equipo que continuó hasta Wiñaypacha, la película que encumbró a Óscar Catacora, de quien se llegó a afirmar que era la nueva promesa del cine peruano. Cinta en la que Tito se encargó de la producción. El sobrino falleció el año pasado a los 34 años, lo que causó una honda pena. “Tras la muerte surge nueva vida” es la explicación de Tito sobre cómo se entiende ese infortunio en el mundo andino. Acaba de estrenar el documental Pakucha en el y tiene en camino dos películas. Todo trabajado junto a su sobrino y todas señales de ese tiempo en espiral.

Tito Catacora llegó al doctorado en Educación y el lo aprendió en el campo. “Eso no implica que no sepa nada de cine; si no, no lo haría”, me dice en una sala del piso 4 del Centro Cultural PUCP. “Ahí creo que está la originalidad. Si estuviera en una escuela de cine, tal vez sería muy parametrado”, agrega y luce con satisfacción esa libertad para crear.

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-¿Mudarse a Lima es una posibilidad, teniendo en cuenta que en teoría podría haber más oportunidades?

Pueda ser, siempre y cuando yo tenga algún trabajo que realizar. Si fuera, no sé, congresista de la República. Claro, porque en el fondo también soy político, esa creo que es mi vocación.

-¿Ha postulado a algún cargo público?

Sí, ejercí la autoridad política en mi distrito, en Ácora, era gobernador. Seguidamente, asumí como subprefecto de la provincia de Puno. También he postulado para ser alcalde.

-¿Ahora postula?

No. Ahora estoy abocado netamente a lo cultural, a lo artístico. La política prácticamente la he dejado hace 15 años.

-Y hace 15 años justo empezó con el cine.

Sí. He dedicado mi juventud a la política.

-¿Y por qué migró al cine?

Por ayudar a mi sobrino. Yo vivía con él. Estábamos en la ciudad. Nuestros padres, su madre –que es mi hermana– están en el medio rural. Él me dijo que quería hacer películas, pero yo no creía que se podía hacer cine.

-¿Qué le gustó de la primera experiencia y qué lo atrapó?

Para ser sincero, yo no soy artista. No me causa mucha emoción. Si ganara el mejor premio del mundo, creo que tampoco me emocionaría.

-¿Y por qué lo hace?

Por la responsabilidad. Por otro lado, veo el cine como algo industrial.

-Entonces, usted tiene el ojo empresarial.

Claro (alza la voz). A ese nivel.

-Sin embargo, dirige Pakucha. ¿Por qué se aventuró a hacerlo?

Pakucha es un documental. Tengo estudios de maestría y doctorado en Educación. Entonces, ya me gustó la investigación. Es un documental etnográfico. Pero ahora, con el pasar del tiempo, también tengo que asumir la responsabilidad de dirigir ficción. La siguiente obra se llama Yanahuara. Mi sobrino nos ha dejado prácticamente cuando estábamos iniciando la obra, al 20% del rodaje. Él dirigía y yo estaba de productor. Yo lo veo que es como si estuviera mi sobrino.

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-¿Pakucha le debe algo a Wiñaypacha?

Wiñaypacha ha sido un referente, al menos para que podamos ser visibilizados.

-¿Y en cuanto a la sensibilidad artística?

Siempre tendrá la misma noción de los realizadores, porque somos aymarahablantes, manejamos la lógica andina. Ambos abordan temas indígenas, están hechos en aymara. Las escenas, los planos. Y la tercera obra igual: Yanahuara.

-¿Qué representa Wiñaypacha para el cine peruano?

Que el cine se debería democratizar a todo nivel.

-¿Y por qué ahora en Pakucha mostrar este lado del mundo andino?

Mi propósito es mostrar una cultura viva. Su conocimiento y sabiduría son distintos a lo convencional. Lo convencional es más raciocinio; el conocimiento de los andinos es más subjetivo, hasta corporal, hasta sus manos saben y, de esa forma, se comunican con los seres tutelares, divinos. El objetivo es rescatar y valorar las culturas originarias.

-A nueve meses de la partida de Óscar, ¿cómo ha asumido su ausencia?

En el mundo andino tenemos un concepto de que el tiempo no es lineal, sino que retorna. Y eso se plasma en Pakucha. Mi sobrino nos dejó un legado, que debe continuar. Mi sobrino siempre está en el corazón de nosotros, es como nuestro Dios.

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-¿Qué le diría a Óscar?

Que vea cómo hice la película Yanahuara. Te aseguro que me diría: “Estás liso, ¿no, mano? Has hecho bien” (ríe).

-Capaz sí es artista, Tito.

(Hace un sonido agudo con la boca como expresando duda). Un docente debe ser multifacético. Hubo grandes filósofos que a la vez eran médicos, abogados. Uno puede desarrollar varias inteligencias. Yo creo que por ahí sí habría, de alguna manera, talento. Pero me cuesta, porque el arte es subjetivo.

AUTOFICHA

- “Soy Tito Catacora Lope. Tengo 48 años. Soy hermano de la mamá de Óscar Catacora. Soy licenciado en Educación. Soy docente de Historia, pero tengo mi especialización en Educación Intercultural. Tengo mi grado de maestría y he cursado mis estudios doctorales”.

- “Mi tesis doctoral está orientada a la investigación de la cultura andina. No soy de consumir tanto producto de Hollywood, porque no me mueven el alma. Prefiero propuestas como las de Emir Kusturica, o también Kim Ki-duk, que es otra mirada, o el mismo Wong Kar-wai”.

- “Antes de Wiñaypacha hicimos ensayos cinematográficos, unas cinco obras. Y ahora vienen tres más: Pakucha, Yanahuara y Los Indomables. Gracias al Ministerio de Cultura se están logrando estas obras. Lamentablemente, he tenido que abandonar a mis alumnos porque ya no me alcanza el tiempo”.

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Aracely Quispe

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