José de la Riva-Agüero y Osma no fue un intelectual que estudió al Perú desde un cómodo gabinete. En 1912, con 27 años, el ilustre historiador y político emprendió un viaje a lomo de mula por la sierra del país para plasmar su visión sobre territorios y espacios históricos que eran ignorados por la intelectualidad capitalina de esa época.
Sus reflexiones durante ese recorrido por Cusco, Apurímac, Andahuaylas, Ayacucho y Huancayo fueron plasmadas en el libro “Paisajes peruanos”, publicado póstumamente en 1955, en donde, junto con las descripciones de montañas, caminos y otras bellezas naturales, ensaya una mirada sobre la identidad nacional.
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Para el historiador, Juan Luis Orrego, la visión del país, sustentada en sus viajes, es el principal aporte de Riva -Agüero.
“Él pertenecía a la élite y la aristocracia. Era un joven que podía viajar a Europa, cómo lo hacían muchos estudiosos en ese momento, pero decidió ir a la sierra del Perú, en una época en que, incluso, los indigenistas no tomaban esa ruta y esfuerzo. Con esos apuntes de viaje produce una serie de interpretaciones sobre la historia del Perú que siguen vigentes hasta ahora”, explica el historiador.
Orrego resalta, por ejemplo, las reflexiones que hizo Riva-Agüero en la pampa de la Quinua, escenario de la Batalla de Ayacucho. A partir de esa visita, elabora una severa crítica a la élite limeña que, debido a su indefinición en esa hora crucial para la Independencia del Perú, necesitó de la llegada de ejércitos extranjeros para consolidar la emancipación.
“En esos primeros años del siglo XX, Riva-Agüero brinda una visión crítica de la Independencia, alejada de la mirada romántica. Ese aporte es importantísimo porque conecta con su lectura de volver a pensar al Perú en grande”, dice Orrego.
La crítica de las élites que hizo el autor de “Paisajes peruanos” se extiende más allá del periodo inicial de la República. Desde su mirada retrospectiva, esta falta de liderazgo es la que provocó la inestabilidad política y la aparición del autoritarismo. “¿Quiénes, en efecto, se aprestaban a gobernar la república recién nacida? ¡Pobre aristocracia colonial, pobre boba nobleza limeña, incapaz de toda idea y de todo esfuerzo! En el vacío que su ineptitud dejó, se levantaron los caudillos militares”, escribe en un pasaje de su obra.
Riva Agüero, nacido en 1885, tras la Guerra con Chile, busca también en sus reflexiones encontrar una explicación a la derrota y la promesa incumplida como país: “Las sombras de los sueños desvanecidos fueron mis melancólicas compañeras en la visita a la llanura célebre; y se me presentó la terrosa extensión del campo regada con las cenizas de una fulgente aspiración extinta”.
En este año del Bicentenario, impactado por una crisis política, institucional y sanitaria, la lectura de la obra de Riva-Agüero sobre el Perú que aún queda por construir se ha convertido en una urgente necesidad.