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Iván Ayón-Rivas, tenor: “Si a nuestras metas les llamamos sueños, jamás las vamos a alcanzar”
El piurano ganó tres premios en Operalia 2021 en Moscú, certamen fundado por Plácido Domingo y uno de los más importantes del mundo. Perú21 entrevistó a Iván Ayón-Rivas.
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Es martes, Iván descansa. Una pausa en medio de los ensayos para su debut, en diciembre, en la temporada del prestigioso teatro La Scala de Milán. Está en la ciudad de Rapallo, provincia de Génova, donde radica desde que llegó a Italia en 2015. Pero el piurano Iván Ayón-Rivas es un apasionado de la música de mariachis, género mexicano en el que debutó a los 4 años.
¿Qué hace un cantante de ópera antes de entrar a escena? La noche anterior, Iván duerme unas 10 horas; el mismo día, se relaja y toma mate. Así fue el 24 de octubre, el día de su triunfo absoluto en el Concurso Internacional Operalia 2021, donde logró el Primer Premio, el Premio de Zarzuela Plácido Domingo y el Premio de la Audiencia Rolex. Certamen fundado por Plácido Domingo, edición que se desarrolló en Moscú. “Los cantantes tenemos que dormir bien para poder levantarnos con una buena salud vocal”, me dice con una voz serena y modulada, que a veces cede al tono italiano.
Le pregunto qué expectativas llevaba en la maleta cuando partió a Italia. Afirma que solo llegó con las ganas de perfeccionar su canto y técnica. “Y dejar que las consecuencias sean las mejores”, dice el tenor, quien tiene una agenda de conciertos hasta 2024.
-Iván, está en el epicentro de la ópera, algún sueño habría en la maleta cuando dejó el Perú.
Yo no tengo sueños, yo tengo metas, porque las metas son alcanzables. Si a nuestras metas les llamamos sueños, jamás las vamos a alcanzar. Yo tenía la meta de hacer una carrera en el ámbito de la ópera, pero jamás imaginé que hubiera, en tan poco tiempo, podido cantar en teatros importantes. Este momento no es un punto de llegada, es una meta más.
-Y, además de las metas, ¿qué había en la maleta?
Estaba cargada de ganas de estudiar, porque cuando decidí venir a estudiar a Italia, no recibimos ningún apoyo de ninguna entidad nacional; lo que sí teníamos era el cariño de muchas personas que trataron de recaudar lo que se podía; hice algunos conciertos para recaudar algunos fondos y, bueno, más lo poco que podían ayudarme mis papás. Y los fines de semana, aquí en Italia, me iba a Milano a trabajar con un grupo de mariachis para poder pagarme la habitación y la comida.
-¿En qué momento dejó de ‘chivear’ con los mariachis?
Cuando comencé a trabajar en el teatro La Fenice, y me dediqué de lleno solo a la música clásica. Pero no dejé de ir a tocar con los mariachis porque es lo que más me gusta; mi pasión más grande es la música de mariachis.
-Su padre es quien lo incluye en el mundo del mariachi. ¿Qué le dice ahora?
Feliz, orgulloso. Es consciente de que tanto las decisiones buenas o malas que hemos tenido han sido para llegar a este punto.
-¿Cuáles han sido las malas decisiones?
Digamos que la música en el Perú jamás ha sido vista con buenos ojos; entonces, hay mucha ignorancia por parte de la gente para con la música como carrera. En ese sentido, uno dice: de músico te vas a morir de hambre. Estuve obligado a estudiar una carrera en la universidad, pero mi papá siempre estuvo de acuerdo con que yo estudiase música, y después de dos años y medio en la universidad, decidí dejar todo y dedicarme de lleno a la música.
-¿Cuál fue el punto de quiebre para dejar sus estudios de Administración?
Conocer a mi primera maestra de canto, María Eloisa Aguirre, a quien le debo tantas cosas: le debo la pasión y el amor a la lírica.
-¿Qué le dijo ella?
Me dijo que tenía la capacidad para abrirme un camino.
-¿La música de mariachi y la música clásica son géneros de orillas diferentes?
En realidad, son dos géneros que conviven muchísimo. Un ejemplo claro es Plácido Domingo. Son dos estilos que se avecinan muchísimo, porque la música de mariachi proviene muy de cerca de la música barroca; entonces, la impostación vocal que se necesita para hacer el mariachi es muy académica.
-Pero en Perú, por lo menos, son movidas musicales que casi no conviven. Una es más popular y la otra es más exclusiva.
Digamos que en el Perú sucede poquísimo o casi nunca, pero en EE.UU., México y Europa se mezcla muchísimo la música mexicana con la música académica.
-Siendo de Piura, epicentro de la cumbia norteña, ¿no quiso ser cantante de cumbia?
Cuando salió el boom de la cumbia, quizás sí, pero siempre tuve un poco de temor al ambiente en general, porque no soy de tomar ni de fumar ni de ambientes con mucho ruido. Nunca me ha gustado la aglomeración de personas.
-Cuando llegó a Italia, llevó una clase con Juan Diego Flórez. ¿Cómo fue ese encuentro?
Sí, fue hace casi siete años, la primera vez que llegué a Italia. Gané el concurso de Radio Filarmonía en 2013 y uno de los premios era poder tener clases con él. Yo estaba recién llegado y ya estudiaba con quien sigue siendo mi maestro: Roberto Servile.
-¿Qué le dijo Juan Diego?
Fue más que todo ver la forma de cantar de uno de los mejores tenores de la historia; ver de cerca cómo era la emisión vocal y su técnica personal, que ha perfeccionado solo, un referente del bel canto.
-¿Usted tiene la ambición de llegar más lejos que él?
El camino es distinto. Para un tenor ligero, como él, el debut llega más temprano y rápido. Pero el nombre de Juan Diego en el mundo es un peso porque siempre que voy a nuevos teatros, siempre tendrán la expectativa alta.
-¿Qué futuro internacional tiene la música peruana?
Lo empírico se tendría que transformar en estudio técnico para enriquecerla. Y, más que todo, creer en la cultura nacional.
-¿Qué música peruana estima que tiene potencial internacional?
Creo que el tondero tiene muchísimo más para dar.
AUTOFICHA:
- “Soy Iván Guillermo Ayón-Rivas. Tengo 28 años. Nací en el mismo Piura, más piurano que el cebiche. Siempre viví entre Lima y Piura, porque el grupo de mariachis de mi papá estaba en Lima. Empecé a los 4 años de edad cantando música mexicana”.
- “Estudié Administración en la Universidad de Piura, pero en la sede de Lima. Y después me pasé a la Universidad Esan. En la música, comencé estudiando el violín y la trompeta, pero después me dediqué de lleno a la vihuela, a la guitarra y al guitarrón”.
- “Se viene una ópera en Bélgica, volveré a hacer Rigoletto; tengo que volver a hacer el Fausto en el teatro La Fenice en Venezia y tengo que hacer una ópera nueva, que jamás ha sido grabada, que se llama El Proscrito, de Saverio Mercadante, para la discográfica Ópera Rara en Londres”.
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