Fabiola de la Cuba regresa con espectáculo presencial.
Fabiola de la Cuba regresa con espectáculo presencial.

Su horóscopo le dice que es caballo de fuego. Y así se considera: mira hacia adelante, sin voltear a los costados. “Cuando veo un animal y un animal me ve, hay mucha conexión”, dice , quien comparte su hogar con 38 gatos y dos perros. Le pregunto qué tiene del espíritu felino. Admira la magia de un gato. La elegancia, solvencia e independencia también.

Desde la mayoría de edad procuró ingresar al mundo artístico. Pero su proyecto oficial era ser arquitecta. Estudió la carrera y se conectó con ella, pero la música la hacía sentirse viva. A los 21 años acabó sus estudios y empezó un camino sereno, sólido y coherente, donde ha propuesto más que música: arte, puestas en escena, volumen, geometría, arquitectura artística. Hoy y mañana vuelve a los escenarios en su primer espectáculo presencial. Presenta Molienda de sueños por el . La cita es en La Cúpula de las Artes (Jockey Plaza). Las entradas están en Teleticket. Música, danzas, luces, video, tradiciones, cien artistas en escena son la promesa.

Su padre nació en Arequipa y su madre en Apurímac. Vivieron en Arequipa, pero migraron a Lima. No se adaptaron a la ciudad. Nació Fabiola de la Cuba, hace 55 años, y se fueron a vivir a Chaclacayo, donde se ha criado, donde vive con sus 38 y dos perros. “Soy limeña, pero de espíritu provinciano”, dice.

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-¿Vivimos una temporada de sueños o de pesadillas?

Para nosotros es un espectáculo transformador. Hemos pasado de una pesadilla a algo que hoy intentamos cambiar, porque lo necesitamos, porque seguimos creando.

-¿Por qué no decae la persistencia del artista?

Respiramos a través del arte. No podemos vivir sin comunicar a través del arte lo que sentimos y lo que somos. Para mí la música ha sido curativa. Es la mejor forma que he tenido de comunicarme con el mundo. Han sido casi dos años duros, pero estamos vivos. Nos toca recogernos y volvernos a armar, tanto de valor, como de ganas y de fuerza, y retomar nuestras vidas en lo que sabemos hacer, en lo que amamos. He tratado de mantenerme con el temple en su lugar, con sus altas y bajas; incluso, por momentos feliz de estar en mi casa. Pero cuando hemos vuelto a tomar las armas de la música, ha sido un cambio radical, me siento otra vez con energía, una energía que no tiene edad ni tiempo.

-Usted ha sufrido de depresión. ¿Acaso asomó en esta pandemia?

Tuve un tratamiento contra la depresión que me ayudó muchísimo a tomar las cosas de otra manera. No es que la vida sea diferente, sino cómo percibes la vida. La pandemia ha hecho que, de alguna manera, toque la puerta nuevamente. Pero creo que todo este tiempo lo he soportado con mucho temple; he estado bastante aislada de todo y de todos, y eso me ha permitido mantenerme quizás tranquila. Este espectáculo también es un homenaje por las pérdidas que hayamos podido tener en este tiempo de pandemia. El arte es la mejor herramienta que tenemos para volcar esos dolores y convertirlos en fortaleza y continuidad de vida.

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-Usted aparenta ser una persona fuerte y tal vez muchos no imaginábamos que cierta fragilidad la podía llevar a la depresión.

La depresión es una enfermedad. Uno no se deprime porque le pasen cosas buenas o malas; uno no se deprime porque te va bien o mal; uno no se deprime porque esté sola o acompañada. La depresión llega aún en las mejores condiciones de vida. Sí me considero una persona sumamente fuerte y capaz de reponerme. Pero mi vida no ha sido fácil en ningún momento. Todos los días lucho. Somos fragilidad, somos fortaleza.

-¿Qué la fortalece?

Mi hija principalmente. Y también me fortalecen mis hijos, que son seres que han llegado a mi vida y los amo con toda mi alma: gatos y perros, que me proporcionan mucha felicidad y que también los siento como mi familia.

-Me dice que tiene 38 gatos. ¿Por qué tantos?

Existe una necesidad enorme de brindarles hogar. Hay mucho animalito abandonado y, cuando me he cruzado con uno de ellos, ha terminado en la casa. Considero que no los tengo para que me hagan bien, sino porque siento que les puedo dar un espacio hermoso para vivir, lleno de amor, donde ellos tienen un nombre y tienen mi vida. Son parte del mundo que he formado.

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-¿La música siempre fue parte de su mundo?

La música siempre ha sido mi mayor alegría. Pero también adoro a la arquitectura; no la estudié por presión, pero la música estaba en mí, y no sabía que podía afrontarla de esa manera porque mi timidez en ese momento hacía que la viera como algo muy lejano.

-¿Hasta ahora es tímida?

Hasta ahora, pero la fortaleza hace que uno pueda pasar por diferentes situaciones que te ayuden a que la personalidad se consolide; una comienza a ver el lado bonito de la vida y se siente más cómoda; depende de cuán cómoda te sientas con la vida para poder vencer esa timidez y miedos.

-¿Qué la vuelve frágil?

La muerte. Pero hay que aceptar la vida como viene y valorar el minuto como es.

-Tener 38 gatos es una gran forma de celebrar la vida.

Totalmente. Y mis dos perros que no los puedes dejar atrás, son selváticos (ríe).

-Usted es de las artistas que no procura una carrera de ascenso veloz, que no busca el hit o pisar el mainstream a toda costa. ¿Estoy en lo cierto o siente que, más bien, ha hecho menos de lo que hubiese querido?

He hecho lo que he podido con absoluto convencimiento. Consecuente, responsable. La música me ha permitido andar sólida. Es una buena forma de caminar. Me basta y me sobra sentirme feliz con lo que hago. No quisiera haber acelerado en lo más mínimo mi carrera. Nunca me ha importado la fama, yo busco un trabajo sincero, y lo tengo.

-¿Se siente cantante criolla?

Me siento una cantante e intérprete peruana.

-¿Y cuánto de criollismo tiene?

Muchísimo. Pero siempre debo hacer la salvedad de que lo criollo es mucho más amplio de lo que estamos acostumbrados a recibir como información. En el mestizaje está el criollismo nuestro.

-En todo caso, pienso que usted ha tratado de vestir al criollismo con un traje más contemporáneo e internacional, sin que esté mal quedarse con la tradición.

Sí, intencionalmente ha habido contemporaneidad, porque siempre me he sentido una cantante contemporánea. Mi esencia es mirar para adelante y ampliamente.

-¿La música peruana ha sido muy conservadora consigo misma?

Hay una serie de propuestas que te dicen que no.

-A propósito de los sueños, ¿qué imagina en el horizonte próximo?

Mi sueño sería que la cultura y la educación nos transformen en una sociedad maravillosa, más justa, donde podamos entender mejor las cosas. Todo nace de lo cultural, de la educación.

AUTOFICHA:

- “Soy Fabiola María de la Cuba Carrera. Tengo 55 años, voy para los 56 el 19 de febrero. Nací en Lima, de padre arequipeño y madre apurimeña. Mis padres vivían en Arequipa, mis hermanas nacieron allá y tuvieron que venir a Lima”.

- “Estudié Arquitectura. Ya cantaba, pero no estaba convencida de que quisiera que fuera mi carrera. Y siento que mucho de los espectáculos que hemos montado tiene matiz arquitectónico. Debo tener unas 20 puestas en escena y he publicado cinco discos”.

- “Quiero llevar Molienda de sueños a nivel nacional y fuera del Perú. A partir de la quincena de noviembre publicaré un programa digital con el apoyo del Ministerio de Cultura. Se llama Los danzantes. El legado del Perú; lo conduciré y produciré. Saldrá quincenalmente y durará 15 minutos en formato de documental-serie”.

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