Delia Ackerman, directora de la película 'Hatun phaqcha, tierra sana'.
Delia Ackerman, directora de la película 'Hatun phaqcha, tierra sana'.

¿Delia? Ya se fue. ¿Quieres que la llame? No. Dile que la es muy linda y que donde esté siempre la voy a recordar y agradecer. Fueron las palabras de Julio ‘Chocolate’ Algendones antes de fallecer, cajonero que partió en 2004, el mismo año que Delia estrenó Las manos de Dios, un homenaje al legendario percusionista y compositor.

Casi muere en el mar. Era Semana Santa. Ni los salvavidas pudieron entrar para rescatarla. Hasta que llegó un tablista. Era la grabación de uno de sus primeros , que lo confeccionó con lo que tuvo a la mano y lo llamó Señor de Pachacamac, en un año bisagra para el Perú, 1992, y quizás para ella. Delia Ackerman se lamenta y dice que nunca puede hacer la gran película que quiere.

Empezó a trabajarla hace nueve años y acaba de presentarla en el . Hatun phaqcha, tierra sana, es su más reciente película, que pone sobre la mesa el potencial nutritivo de los alimentos nativos del Perú, la importancia de su herencia cultural y la necesidad de asegurar su supervivencia. Producida con el apoyo de Crea, la productora de la Universidad de Lima. Grabada en Piura, Madre de Dios, Cusco, Puno, Huánuco, Abancay, Loreto, Áncash, Ilo, Moquegua y Lima, ha sido elegida la ‘Mejor Película’ del festival PUCP 2021, como parte del Premio del Público, y ‘Mejor Película’ de Hecho en el Perú, Premio de la Comunidad PUCP. Tal vez es la gran cinta que esperaba realizar. El tiempo hará lo suyo. “Dar felicidad con mis películas es mi mayor premio”, dice por lo pronto.

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-Un reciente informe de la ONU aborda la preocupante situación del calentamiento global, que está por salirse de control; por ejemplo, antes las olas de calor eran cada 50 años y ahora son cada 10, entre otros datos desalentadores. Hatun phaqcha, tierra sana es un culto a los alimentos que produce nuestra tierra, pero también es una llamada de alerta.

Totalmente. Para crear diálogo, crear una consciencia, una acción. La biodiversidad está estrechamente relacionada con el cambio climático. Hay un olvido de la relación que tiene el equilibrio ambiental con la biodiversidad. Debe haber sinergia en una chacra, respetar las rotaciones de la tierra; es toda la agricultura familiar andina. El cambio climático es parte esencial en esta película. La idea es llamar la atención sobre el drama de la sostenibilidad de los campesinos, que de eso depende, por ejemplo, la salud; todo es una cadena. Que los agricultores no se vayan del campo. Que exista esta biodiversidad hace que exista conservación de los alimentos.

-Sin embargo, da la impresión de que hay más consciencia en cuanto a los alimentos. ¿Es verdad o es una ilusión?

Sí, el boom gastronómico ayudó mucho, pero todavía existe una necesidad grande de políticas que refuercen esa riqueza, esa preservación de conocimientos. La biodiversidad está relacionada con la cultura. Esta película intenta que exista un debate, un espacio para conversar, abre preguntas. Que no se pierdan este patrimonio y conocimiento.

-Sabemos que existe el Ande y sus cultivos, pero a veces, cuando uno va al lugar, encuentra lo que realmente no miramos. ¿Qué halló en esa exploración para grabar Hatun phaqcha, tierra sana?

Al comienzo tenía una suerte de necesidad de proteger este patrimonio nutricional y la idea estaba enfocada en los alimentos, como el yacón, que sirve para la diabetes, todos los grandes superalimentos que tenemos, y no me había percatado de la relación tan estrecha que existe con el conocimiento ancestral. Entonces, en realidad, los campesinos son héroes por mantener la biodiversidad en esas condiciones. Una biodiversidad que no es estática. La conservación depende mucho de ese conocimiento. También se trata de cómo hacemos que los jóvenes vuelvan al campo y que sea sostenible. Lo que más me deslumbró en este proyecto ha sido el trabajo de los guardianes de nuestra biodiversidad, que son los campesinos, que es una cultura viva que se tiene que fortalecer, defender y apoyar. Y el documental me parece una herramienta de acción. Creo en la función reparadora del documental.

-¿Qué superalimentos halló?

No conocía la ahipa, no sabía cuán beneficiosa es la mashua. Con eso empecé, pero luego fui trasladándome hacia la gran cultura y la gran herencia que está en manos de la agricultura familiar, de los campesinos. No puedo profundizar en todo, pero también hablo de la arracacha, por ejemplo, que no la conocía antes el proyecto. Me siento tan orgullosa de la oportunidad de hacer esta película, que brinde una posibilidad de desarrollo.

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-Una paradoja es que tengamos tanta riqueza y a la vez desnutrición. ¿Cómo se explica ello?

Por la falta de educación y falta de oportunidades para mejorar la vida. Faltan políticas integrales.

-¿Por qué elige contar historias, primero desde el periodismo y ahora como cineasta?

Siempre me gustó estudiar. A la vez, fui muy indecisa. Me gustaba la historia, la biología, la antropología. Luego he ido cambiando a la naturaleza, a la arqueología.

-¿Por qué la indecisión?

Me cuesta decir no a algo.

-Hoy es básicamente cineasta. ¿Está bien?

Sí, no me he equivocado. Siento que contribuyo con un granito de arena en la consciencia, en abrir preguntas por un equilibro ambiental, en salud. Que no se olvide a los ancianos del campo. Y la consciencia también está en manos del consumidor, que consuma más variedad.

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-Luego de hacer un filme de esta magnitud, usted también se convierte, de alguna forma, en una guardiana de la biodiversidad.

La idea es que llegue a los colegios, que rompa los prejuicios. Mi película no tiene tintes políticos, sino humanos. No hay que seguir por el camino del olvido. El Perú es megadiverso, pero no lo será siempre si no lo cuidamos.

-Su gran tema es el Perú.

El Perú es una inspiración.

-¿Sigue siendo la adolescente que dudaba mucho?

No sé. Creo que no (risas).

Delia Ackerman, directora de la película 'Hatun phaqcha, tierra sana'.
Delia Ackerman, directora de la película 'Hatun phaqcha, tierra sana'.

AUTOFICHA:

- “Soy Delia Ackerman Krikler. Tengo 60 años, nací en Lima. Mi familia viene de Rumanía, Lituania y Trujillo. Estudié Comunicaciones en la Universidad de Lima e hice un máster de Periodismo en Columbia University; me gané una beca Fulbright. No dudé que iba a trabajar en Perú”.

- “He producido filmes como Volviendo a la luz (2008), sobre los judíos que escaparon del holocausto. También La medicina del perdón (2001); como lo dice el título, creo que la ayahuasca es una puerta al perdón. Y Las manos de Dios (2004) sobre ‘Chocolate’ Algendones”.

- “Ahora se viene promocionar Hatun phaqcha, tierra sana a nivel nacional e internacional. La Universidad de Lima y todo su equipo de Crea ha sido fundamental para poder concluir (el filme), porque se ha requerido de muchos fondos. Me gustaría hacer minidocumentales sobre el tarwi, el aguaymanto, etc.”.

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