Aunque la crítica no le resultó nada amable, la película de fue uno de los grandes taquillazos de 2007. La trama es simple: cuenta un episodio trágico de Springfield. La contaminación en la ciudad está a punto de provocar una catástrofe, es por eso que todos sus ciudadanos se comprometen a llevar un estricto plan de reciclaje. Todos cumplen a rajatabla, todos menos Homero –probablemente el tonto más grande de las pantallas–. Él hace caso omiso a las indicaciones y vierte sin descaro basura en un lago, lo que desata un problema mayor y ocasiona que la ciudad sea aislada. Aquel inicio podría animarnos poco a ver la cinta, aunque sí nos sirve como ejemplo para comprobar que muchas veces la realidad puede llegar a superar a la ficción.

Veamos. A estas alturas, las autoridades sanitarias posiblemente se hayan cansado de advertir que incumplir el distanciamiento social solo provocará un aumento de los casos de Para impedir que la crisis se agrave, los gobiernos han dictado una serie de medidas que van desde el confinamiento hasta el toque de queda. El objetivo es uno: vencer al maldito virus. Pero, ¿qué ocurre cuando hay gente que se resiste a acatar las medidas y complica aún más la situación? Y no hablamos de personas a las que no les queda otra que salir a trabajar exponiéndose a un posible contagio, hablamos de los otros, los tontos que por diversión mantienen el peligro en el país.

UNOS JÓVENES

Eran las 11 de la noche del pasado viernes 22 de mayo y los vecinos de la cuadra 26 de la avenida Costanera, en San Miguel, no podían dormir. Un gran ruido provenía de uno de los edificios. Se trataba de una reunión social en pleno confinamiento, en medio del toque de queda. Los protagonistas eran siete jóvenes que –según las autoridades– bebían licor y escuchaban música sin tener en cuenta la crisis que atravesaba el país.

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Luego de recibir la denuncia, la Policía llegó al lugar. Infelizmente tres de los irresponsables lograron escapar. Los cuatro detenidos –incluida una joven con tristes pergaminos y un desubicado jugador de fútbol profesional– fueron a parar a una estación policial. Ellos han sido sentenciados a 15 meses de pena privativa de libertad suspendida por violar las medidas sanitarias.

UN ALCALDE

“Un alcalde de Perú se hace el muerto en un ataúd para no ser detenido al saltarse el confinamiento”. Así tituló el diario español La Vanguardia un peculiar caso ocurrido el pasado lunes 18 de mayo en Tantará, un pequeño distrito de Huancavelica. El artículo narra la supuesta astucia que tuvo Jaime Urbina, el alcalde del pueblo, para intentar zafarse de las autoridades luego de ser hallado incumpliendo el toque de queda. Una fotografía de la autoridad dentro de un ataúd acompañaba el texto. A partir de aquel día, el nombre del burgomaestre saltó a la fama por tan infeliz acto. Sin embargo, la divertida noticia –que fue compartida por un sinfín de medios– no resultó del todo cierta, por lo menos no en la parte que lo acusa de hacerse el muerto.

Cuando ya era protagonista de hilarantes memes, el alcalde Urbina salió a aclarar el tema. Contó que aquel lunes por la mañana fue a visitar las instalaciones de una fábrica de ataúdes en su localidad. Invadido por un afán de protagonismo, se acostó en uno de los lúgubres sarcófagos. Fue allí que algún curioso le tomó la fotografía sin pensar que sería usada en su contra. Eso sí, la autoridad reconoció que por la noche de ese mismo día sí incumplió el toque de queda y por eso fue intervenido por la Policía. Su excusa rozaba lo absurdo: salió a la calle porque se le había antojado “un caldito”.

UNOS VECINOS

Con más de 7 mil casos de coronavirus y una letalidad que supera el 7%, Piura presenta uno de los escenarios más críticos en esta crisis. Aunque eso no pareció importarles a los vecinos de la urbanización Ignacio Merino, quienes el pasado domingo 10 de mayo salieron a las calles para festejar el Día de la Madre en pleno aislamiento total.

Los videos de aquel día son indignantes. Al ritmo de un sonido estridente, parejas bailan pegadas en medio de la pista, mientras otras aplauden desde sus balcones y hasta un animador lanza los saludos desde una camioneta. El lugar ha olvidado por completo las normas sanitarias. Nadie se inmuta. Los muertos a causa del coronavirus no existieron aquel día para los irresponsables vecinos. La Policía tuvo que llegar para poner fin a la inoportuna celebración.

UN CONGRESISTA

¿Cómo se puede luchar contra el coronavirus en un país que tiene a uno de sus congresistas bebiendo licor en pleno estado de emergencia? Esta triste escena ocurrió el sábado 23 de mayo, en Oxapampa, cuando un video mostró al legislador Marco Verde, de la bancada de Alianza para el Progreso, disfrutando de una reunión junto a un grupo de amigos. En las imágenes se observa al despreocupado parlamentario, representante de Pasco, coger las botellas, abrazar a sus amigos e incluso fumar algunos cigarrillos. Todo lo contrario a las recomendaciones del Gobierno, todo lo contrario a las disposiciones de la Organización Mundial de la Salud para esta crisis.

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Por lo menos Verde ha reconocido su error y ha ofrecido disculpas. Lo hizo el mismo día a través de un apurado mensaje en Twitter, aunque parece que eso no lo salvará de que su caso sea revisado por la Comisión de Ética del Congreso.

Y mientras el país se desangra y médicos, policías, militares y más héroes anónimos gastan sus fuerzas a diario para apagar la pandemia, otros, necios, demuestran su total irresponsabilidad con desparpajo. Albert Camus decía que la estupidez insiste siempre, y vaya que lo estamos sufriendo.

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