César Ritter vuelve al cine con 'Muerto de risa'.
César Ritter vuelve al cine con 'Muerto de risa'.

Cuando fue al cine por primera vez, encontró a Cantinflas en la pantalla. Sus padres lo llevaban cuando el cine era una sala enorme, como de teatro antiguo, de dos pisos. Pero él no soñaba con ver su nombre en los créditos de las películas. Su imaginación estaba en el estadio, con las barras coreando su nombre y él jugando como ‘Lolo’ Fernández. “Pero en vez de ‘Lolo’ gritaban ‘Lalo’”, me dice y reímos al recordar al ocurrente personaje que lo encumbró en la popular serie de televisión .

No fue futbolista, eligió otro escenario a los 14 años. Tras la cima televisiva, se refugió en el teatro, donde probablemente recuperó su esencia. Y está de vuelta al humor, pero en el . El actor de 42 años es parte de Muerto de risa, la segunda película de Gonzalo Ladines, cocreador de la serie web Los Cinéfilos y director de Como en el cine. Alistan el rodaje y lanzan varios beneficios para quienes apoyen económicamente en su realización, uno de ellos es que el nombre del colaborador aparezca en los créditos como productor, o conocer a las estrellas, ir a un día de filmación o al avant premier. Más detalles en .

“He sido fanático de Cantinflas y siempre me imaginé haciendo ese tipo de cine, de humor popular”, me dice y recuerda con emoción ver a sus padres reír en aquella sala de cine.

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-¿Tenías el talento para ser un buen futbolista?

No. Ni para la actuación (risas). Soy de los que cree que el talento es descubrir con total honestidad cuál es tu vocación. Todo se puede lograr, de una u otra manera, trabajando, y qué mayor motor que te guste algo. Me fascinaban las artes y el deporte.

-Cuando ya estabas en la actuación, ¿cuáles eran las fantasías, los ideales?

Empecé en una época donde hacer teatro era muy complicado. Soy un poco despistado con las fechas, pero era más o menos finales de los 90. Había pocos teatros. Recién Patacláun comenzaba con un teatro que llamaba a un público más grande. Habían desaparecido varios grupos de teatro importantes, económicamente era imposible vivir del teatro y en cine era más complicado aún. Pero siempre quise estar en el Teatro Municipal, que hasta ahora no lo logro, dicho sea de paso.

-¿Por qué el Municipal?

Por lo grande, por lo que significaba y porque tengo muy presente una vez que fui al teatro Municipal y me quedé enamorado del lugar. También me ha tocado ver teatros en ruinas que me llenaron de pensamientos contradictorios. Una vez me tocó enseñar en el teatro Histrión y estaba completamente abandonado, había todo un vestuario de Mocha Graña casi destruido, el techo estaba abierto, era un contraste entre la belleza y cómo estaba el teatro en el Perú.

-¿El humor también se descubre trabajando?

El humor lo he tenido siempre, me encantaba hacer reír. Una vez escuché de alguien que decía que uno se volvía payaso para hacer reír a sus padres. Hacer reír me ayudaba en todo, para sociabilizar, para encontrar compañía, para defenderme.

-¿Defenderte de qué?

Físicamente nunca fui grande. Siempre que me veía perdido ante algo, usaba el humor para que no se metieran conmigo, para defenderme, tenían miedo a mis ‘chapas’ y con eso también me hice amigo de los más grandotes.

-¿Y lo usaste para hacer reír a tus padres?

Fue cambiando, es verdad. Antes mi rol era ser el gracioso de las reuniones y ya con el tiempo me dejó de gustar un poco ese papel y ahora he retomado con mucha fuerza mi gusto por hacer humor.

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-¿Habías perdido el gusto de hacer humor en el trabajo?

Sí, me había cansado.

-¿Fue por ‘Lalo’?

No, un montón de cosas. Me sentía con ganas de que me miraran de una manera seria. Tomé esa posición dentro del prejuicio. Siento que ahora estoy con muchas más ganas. Otra vez el humor ha vuelto conmigo, pero desde otro lado también, hacer humor de una manera distinta. Dentro de lo que busco es humor para niños, porque es más difícil de conseguir. Tuve una época en que estuve un poco peleado con esta carrera de actor, y tuve un amiste que fue cuando comencé a hacer teatro, que me volví a enamorar de la actuación.

-¿Cómo fue esa pugna?

Lo hacía con dudas, renegando, no era yo. Siempre es bueno volver al teatro para darte cuenta de dónde estás parado.

-¿Y qué clase de humor pones en práctica en Muerto de risa?

Es un humor más de situaciones. Quiero que se abra una discusión desde la tolerancia, y que está bien darnos cuenta, pedir disculpas y darnos cuenta de que son épocas distintas. Busquemos un humor distinto.

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-¿Hay límites para el humor?

Sí. Más cuando la herida está abierta. No juzgo a nadie, porque también me ha tocado por ignorancia, por juventud y por distintas razones hacer humor que ahora no haría. Hay que hablar sin quemar a nadie, buscando entendimiento, es lo mejor.

-Algo que no da risa sino podría preocupar es que una película pida apoyo al público para emprender el rodaje.

Creo fundamentalmente en no esperar. Creo que uno debe buscar todas las alternativas que nos permitan contar historias. Se le pone muchísimas trabas a la gente que hace cine, se le pone trabas a la gente que hace cultura. No espero nada de nadie; confío y creo mucho en las posibilidades que tenemos. Intentamos hacer las cosas con mucho amor, con muchas ganas; este guion es buenísimo, es una película sumamente cara y lo que se quiere es buscar una cierta cantidad de dinero para alquilar locales y pagar a la gente que hace la película.

-¿Hoy dónde quisieras ver tu nombre escrito?

(Ríe). Pucha, la verdad, mi hermano, mis sueños están relacionados a mi familia. Sueño con seguir viviendo de la actuación, no le pido más a la actuación.

AUTOFICHA:

- “Soy César Ernesto Ritter Burga. Tengo 42 años. Nací en Lima. Acabé el colegio y me metí a la Universidad de Lima a estudiar, pero naca la pirinaca, mi hermano, a gastar plata nomás porque tuve como ochenta tricas. No acabé la universidad, aunque nunca la empecé”.

- “Al año y medio de entrar a la universidad, ya había trabajado en una novela. Pero de ahí me llamaron a Mil oficios. La verdad es que la universidad no era para mí. En actuación tuve un excelente profesor en el colegio, de ahí estuve con Reynaldo D’amore, Aristóteles Picho”.

- “También estudié con Roberto Ángeles, llevé cursos en Argentina, hice improvisación, clown, teatro físico. Hice un taller en España. Películas debo haber hecho unas diez, teatro y televisión ya perdí la cuenta. Pero en esta carrera lo único certero es la incertidumbre, no sé qué pueda venir de acá a unos meses”.

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