Chonon Bensho es artista shipibo-konibo. (Foto: Cesar Campos / @photo.gec).
Chonon Bensho es artista shipibo-konibo. (Foto: Cesar Campos / @photo.gec).

El río de los perfumes fue un sueño. Estaba habitado por sus ancestros. Su abuelo la guiaba y su esposo la acompañaba. Llegaron a una quebrada, que era como un manantial, una cascada que corría mientras el abuelo le explicaba a su esposo que para poder conectarse y estar bien, tenía que bañarse en esa cascada que arrastraba flores con olor a perfume. Entró y las plantas lo bañaron. Ella lo contemplaba.

Despertó del mágico sueño y pensó: “Algún día voy a pintar esto”. En el mundo real, había ingresado a la Escuela de Formación Artística Pública de Pucallpa y su esposo estaba en un tratamiento. Las imágenes quedaron alojadas en algún rincón de la memoria y en el último tiempo las rescató. Así ha hecho realidad “Inin paro”, obra elaborada con técnica de bordado con hilos sobre tucuyo y que acaba de ganar el XII Concurso Nacional de del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). Chonon Bensho, natural de la comunidad nativa Santa Clara de Yarinacocha, se llevó el premio de S/30 mil, así como el compromiso de una muestra individual en el Museo Central (Mucen).

¿Qué ha soñado últimamente? “Que estoy bien”, me dice la artista que vive entre Lima y Pucallpa. “Desde hace como 10 años con mi esposo estamos tratando de hacer lo bueno”, agrega. Luego recuerda las palabras de su abuelo, que siempre decía que si una persona borda bien, su alma está bien.

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-Su nombre significa golondrina de los campos medicinales. ¿Por qué la llamaron así?

Al principio no sabía lo profundo de mi nombre, pero en un sueño me lo dijeron. Para nosotros es muy importante el sueño, porque ahí nos conectamos con nuestros ancestros que nos siguen enseñando y diciendo cómo podemos vivir en este mundo tan cambiante. Hace años soñé que le preguntaba a mi abuelo sobre el significado de mi nombre. Me hizo ver un campo lleno de flores amarillas, un campo hermoso, era como un paraíso. “¿Ves estas hermosas flores, este campo? Ese es tu nombre”, me dijo. También había golondrinas volando. En mi sueño lloré cuando me dijo eso. Me desperté contenta y se lo comenté a mi esposo.

-¿Por qué se repite la idea de lo medicinal, qué representa?

A través de las plantas, nosotros nos curamos antes de que llegaran los medicamentos de otros países. Mis abuelos, mis abuelas usaban las plantas y hasta ahora las seguimos usando. Es nuestra manera de curar y soñar con ellos, los ancestros. Para tener la conexión con las plantas hay que ser amable, respetuoso, hay que tener paciencia y libertad para poder ser guiado.

La obra de Chonon Bensho.
La obra de Chonon Bensho.

-¿Tiene alguna planta con la que conecta mejor?

Las plantas que uso son más que nada para los diseños, como el kené, que crece al borde del río. Todas las plantas hay que usarlas cuando sale la luna llena. Mis abuelas me enseñaron el diseño kené, que hasta ahora seguimos usando.

-¿Y cómo se aprende el arte de curar?

Cada familia tiene diferentes maneras de enseñar a sus hijos. Siempre se habla de la cosmovisión shipiba, pero en realidad no es así; si habláramos de cosmovisión, estaríamos hablando de que todos pensamos y hacemos lo mismo. Pero no es así, cada uno tiene sus costumbres, ideas, cómo tratar con sus hijos y enseñanzas que les dan.

-¿Bajo esa visión existe más libertad?

Claro, porque los shipibos somos comunitarios en algunas cosas, pero personas individuales en la manera de pensar.

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-¿Cómo se vuelve artista?

Cuando yo era niña, mi madre me decía que yo podía estudiar arte. Me sorprendía. Tal vez mi mamá veía un talento particular en mí. Yo no lo creía. Pero siempre tenía esas ideas y no las concretaba.

-¿Qué intentó hacer?

Bueno, cuando acabé mis estudios, entré a la universidad, traté de estudiar Administración, pero no me dio. Después de fracasar en esos estudios, yo ya estaba casada y mi esposo me preguntó qué voy a estudiar. Le dije no sé, enfermería tal vez. Pero mi esposo ve todas las cosas artísticas que yo hago. “¿Por qué no tratas de entrar en una escuela de bellas artes?”, me dijo. Y dije está bien, porque en el fondo yo quería. Primero fui a una escuela de arte y no me recibieron, me cerraron la puerta. Busqué en Internet y encontré la escuela pública, y me recibieron. Pero cuando llegué, yo no sabía ni pintar, era algo nuevo; claro, sabía bordar, tejer, hacer la cerámica. Cuando llegué, la gente no creía en mí, me decían: “Vas a fracasar”, porque yo no pintaba. Igual, yo decía: “Veremos”.

-¿Tenían esa impresión porque usted era shipiba?

En la escuela había machismo, había pocas mujeres. Era la primera mujer shipiba que entraba a estudiar pintura. Había también menosprecio. Y no me salía lo que quería, y empecé a pensar que otra vez fracasaría, otra vez no podía. Es que querían la perfección, nos meten en un lugar cuadradito del que no puedes salir. Mi esposo siempre me levantaba el ánimo. Y terminé la escuela en segundo lugar, lo que me levantó el ánimo de nuevo. Supe levantarme.

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-¿Cómo diría que se percibe ahora a la comunidad shipibo-konibo?

En los últimos años, el pueblo shipibo se ha vuelto bien famoso, por nuestro arte, por los diseños. Pero yo digo: estamos en una etapa de valorarnos nosotros mismos y que nuestras raíces sigan para adelante, pero en las comunidades va en otro ritmo, porque los jóvenes de hoy en día se han vuelto más rebeldes, hay muchos que no hablan el shipibo, solo quieren hablar en castellano, algo que no veía antes. Mientras nos hacemos más reconocidos, nos estamos alejando poco a poco; claro, no todos, hay personas que rescatan nuestros conocimientos.

-Bueno, el trabajo que usted hace mantiene vivo el legado shipibo-konibo.

Claro. Se trata de compartir los conocimientos, que tengamos respeto por todas las culturas que conocemos. El Perú es rico en culturas, pero no sabemos valorar.

Chonon Bensho es artista shipibo-konibo. (Foto: Cesar Campos / @photo.gec).
Chonon Bensho es artista shipibo-konibo. (Foto: Cesar Campos / @photo.gec).

AUTOFICHA:

- “Me llamo Chonon Bensho Gonzales Agustín. Nací en la comunidad nativa Santa Clara de Yarinacocha, en Pucallpa. Tengo 29 años. Acabé el colegio y me puse a ayudar a mi mamá en sus artes. Aprendí a bordar desde niña, incluso antes de aprender a leer”.

- “Mi primer bordado fue una servilleta, lo recuerdo perfectamente (ríe). Si uno lo decide, el arte de curar también se aprende desde joven; en mi caso, lo aprendí desde chiquita, porque nací en una familia que curaba con las plantas, lo aprendí antes de ir a colegio”.

- “En mi familia somos cinco mujeres y dos varones; yo soy la número 6, soy la única que ha estudiado en una escuela de arte, desde pintura hasta bordado; me gusta experimentar muchas cosas en el arte. Ahora estoy haciendo trabajos con perlas checas. Para octubre tengo una exposición en Lima”.

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