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Cattone: el maestro que se burló de la política y los prejuicios
Con “Candidata a presidente” (2000), el recordado Osvaldo Cattone utilizó los recursos del vodevil para hablarnos en voz alta de los disfraces de la política y de la forma auténtica de asumir un papel de cualquier género. En esa obra teatral por primera vez un papel de mujer.
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Acababa la primera semana de enero del 2000, en plena campaña electoral por la re-reelección de Alberto Fujimori, ya en el poder casi 10 años, cuando un hombre de teatro estrenó una puesta en escena que respondía desde las tablas a la coyuntura política que vivía el Perú, y daba una lección de integridad ante las mentes cerradas que no entendían qué era asumir un papel frente al público.
Ese hombre era Osvaldo Cattone (1933-2021) y la puesta en escena, una sátira política en verdad, titulaba “Candidata a presidente”. Era la adaptación que hizo el propio Cattone y su socio Chalo Gambino de un vodevil francés, pieza en tres actos del siglo XIX, de Hennequin y Veber, traducido como “Lucha por el poder” (1872), y cuyas referencias con la actualidad nacional de esos días eran como un manjar que Cattone no podía pasar por alto.
A fines de noviembre de 1999, empezaron los exigentes ensayos, justo cuando empezaba ya una de las campañas políticas más controversiales de esa década. Cattone convocó a figuras de experiencia de la escena nacional como Yvonne Frayssinet, Jaime Lértora y Carlos Gassols, así como a las jóvenes Fiorella Rodríguez y a la debutante en teatro adulto, Alexandra Graña.
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Cattone hizo suya esta obra teatral corrosiva, hiriente, de un exquisito humor negro que el argentino-peruano manejaba tan bien. El querido actor y director asumió dos papeles en paralelo, lo que representaba un gran esfuerzo físico y mental.
Entre la sátira y la comedia, “Candidata a presidente” demostraba la versatilidad interpretativa de Cattone. Aquí él sería José María y María José, dos hermanos mellizos que se odiaban a muerte. La mujer, María José, era la enérgica, prepotente y confiada lideresa del partido “No somos basura” y estaba casada con el obsecuente Remigio (Jaime Lértora). Y el hermano mellizo José María andaba casado con Leticia (Yvonne Frayssinet) y era un sujeto medio bohemio, algo culto, pero, a la vez, sin carácter.
En la puesta en escena destacaba la presencia de una figura de la televisión de esos días: la conductora de “Por las mañanas”, Fiorella Rodríguez. Ella interpretaba, con desenvoltura según la crítica, a la hermosa y esbelta Juliette, una pintora algo despistada y superficial; mientras que la joven Alexandra Graña, actriz y aun estudiante de comunicaciones en la Universidad de Lima por ese tiempo, hacía el papel de Alejandra, la hija activista, rebelde de María José y Remigio. Completaba el elenco Carlos Gassols, actor de primerísimo nivel que encarnaba a Homero, el meticuloso y asertivo mayordomo.
LA PALABRA DE CATTONE
Un hecho que no pasó desapercibido para la prensa de esos años era que esa ocasión era la primera vez que Osvaldo Cattone interpretaba el papel de una mujer. Consciente del esfuerzo, el actor recientemente fallecido lo asumió con “mucha seriedad y cariño”.
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El 6 de enero del 2000, el mismo día del estreno de aquella obra letal para los políticos que andaban entonces buscando el poder, Cattone dio una entrevista al diario El Comercio. Lo primero que dijo fue que era “más cómodo ser hombre”. Y sí, era su primera vez como mujer en un escenario teatral, admitió.
En ese momento, el actor y director argentino, radicado en el Perú desde 1973, contaba con 66 años de edad y 70 montajes en el Teatro Marsano. Abierto siempre a lo nuevo, sabía que haría una buena dupla como María José/José María.
Desde el nombre del partido de la candidata: “No somos basura”, el planteamiento era desopilante, y el vodevil empezaba a construir sus escenas de menos a más intensas. Para Cattone había sido difícil encontrar a quien pudiera hacer ese papel dual, por eso lo terminó asumiendo él mismo con la responsabilidad que tenía en todos sus papeles.
“No es mariconear en un papel femenino, es ser una mujer, como hizo Dustin Hoffman en ‘Tootsie’”, explicaba Cattone. “Ni jugando me he sentido mujer. No tengo ninguna particularidad femenina en mi vida. Siempre fui muy feliz de ser hombre. No estoy hablando de actitudes sexuales sino de lo femenino que todo ser humano puede tener”.
A horas del estreno en su querido Teatro Marsano, Cattone dejaba en claro que su actuación no era un caso de travestismo sino de transformismo. “La diferencia es que lo primero es una vil caricatura de lo femenino, mientras que lo segundo es un acercamiento a lo femenino”.
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Contó que, lejos de tener algún complejo por vestirse de mujer para ese papel, pensó para hacerlo en dos personaje a los que consideró sus referentes más cercanos: la lingüista peruana Martha Hildebrant y la actriz y directora de comedias uruguaya China Zorrilla.
En ese ardiente verano del 2000, a Cattone no le importaba lo que la gente podía decir de su decisión de hacer el doble papel femenino/masculino. Porque Cattone era así de directo y claro en su trabajo teatral: en el papel de María José “soy una mujer con total entrega, me siento una mujer sobre el escenario”, dijo.
Un hecho curioso es que, a fines de febrero de ese 2000, el director y actor hizo lo imposible para que su vodevil electoral estuviera presente en la televisión peruana. Confiaba en su valor dramático y actual. De esta forma, realizó coordinaciones para que “Candidata a presidente” se transmitiera vía TNP. Y es que Osvaldo Cattone era el hombre más planificador del teatro peruano de los últimos 48 años.
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