André Silva, el protagonista de 'Luz de luna 2'.
André Silva, el protagonista de 'Luz de luna 2'.

Pensó ser policía. Sin embargo, algunos juegos de infancia consistían en imaginar que tenía un canal de televisión, que narraba noticias, que era actor de las telenovelas más populares. Era un niño en de los años 93, 94. Tiempos de apagones y de hacer las tareas alumbrado por las lámparas Petromax; tiempos de cuidar a sus hermanos contra la leva, el reclutamiento obligatorio de la población civil para servir en el ejército; apenas veía una unidad militar en alguna calle aledaña, iba corriendo a su casa, asustado, para advertir a sus hermanos que se escondan, que no salgan.

De padres huaralinos, madre asistenta social y padre administrador y dueño de una ferretería, empezó su carrera en la actuación a los 17 años, cuando migró a Lima. Ha sido parte de exitosas producciones como No me digas solterona, en el cine; Misterio, en la televisión; Av. Larco: El musical, en el teatro. Y ahora protagoniza Luz de luna 2 por América Televisión, telenovela que también se ha adaptado al teatro, obra que hoy se presenta en Plaza Norte.

De 7 de la mañana a 7 de la noche, graba , de lunes a viernes. Es sábado. Interrumpo su día de descanso. Le pregunto si esa rutina es agobiante. “Amo actuar y me he preparado para ello”, afirma el actor que pensó ser policía.

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-Hoy vivimos el boom de las series en espacios como Netflix y de contenidos a través de plataformas como YouTube, además de todo el ecosistema de redes sociales. En medio de ello, ¿qué lugar tienen las telenovelas?

Yo creo que las novelas forman parte de la vida de las familias peruanas. Creo que la novela, y sobre todo la ficción nacional, no se ha desligado de la familia peruana. Y eso es bien interesante. En la novela en que estamos diariamente, nos ven un millón y medio de personas, imagínate. Es un montón. Y son personas que han sido contabilizadas, pero debe haber más gente que nos ve. Yo creo que las telenovelas todavía tienen un poder muy fuerte en la familia peruana, porque de alguna manera han ido girando en los temas en los que se enfocan, han abierto más los temas de interés. Yo creo que no se ha debilitado en lo absoluto, mucha gente ve la ficción nacional. Creo que la ficción nacional tiene un espacio en la vida de la familia peruana. Eso no quiere decir que la familia no vea otras plataformas. Lo hace. Pero siento que la ficción peruana, telenovelas o series unen mucho a la familia. Cuando ves algo en Netflix, no sé si toda tu familia se junte a verlo. Es difícil que suceda eso. La gente ve su serie de manera muy individual, porque hay tanto por escoger que finalmente eliges algo que a ti te gusta. Pero la novela está hecha para que le guste a la familia.

-Es cierto. Las novelas han ido cambiando sus temas. Y en esos años 90, cuando apenas jugabas con ser actor, quizás el estereotipo de protagonista era otro. ¿Cuál es tu lectura?

Yo creo que en la televisión siempre ha habido espacio para todos. Siempre. Yo veía las novelas de Iguana o de Michel Gómez, y he visto de todo, diferentes tipos de actores. Yo creo que es más un tema de complejos que tenemos. Obviamente, las telenovelas se han ido acercando más, pero no a través de lo físico sino de la historia. Las historias son más cercanas a la vida común de las personas, y por eso tienen tanto éxito, porque no ves a un personaje lejano a ti, ves a un personaje con el cual te pueden identificar, o que puedas reconocer en él a un amigo.

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-¿Has crecido con alguna novela en particular?

Las de Iguana. Mi mamá no me dejaba ver muchas novelas. Era muy recta, quería que me acueste temprano para estudiar. Sin embargo, me dejaba ver algo; y ahora es impresionante ver a Gianella Neyra, Julián Legaspi, Érika Villalobos, actores y actrices con quienes he tenido la oportunidad de trabajar.

-Sin embargo, el trabajo de Michel Gómez en la década del 90 sobre todo y las de Michelle Alexander (creadora de Luz de luna) ya en este siglo sumaron en esa idea de romper el estereotipo.

Tiene que ver con las historias que decidieron contar. Historias cercanas a la vida de las personas, al esfuerzo que pueden hacer los peruanos para conseguir sus sueños. Somos un país de luchadores, somos un país de guerreros, somos un país que constantemente se mueve, incluso, para sobrevivir. Imagínate los dos años que hemos pasado con la pandemia; si las familias peruanas no se hubieran movido, no habríamos podido resistir esto. Por más que hemos estado encerrados, muchas cosas hemos hecho en nuestras casas. Esa esencia creo que ahora está impregnada en las historias que contamos, y eso genera identificación y la televisión se convierte en un vehículo de instrucción.

-Luz de luna se propone (y así está escrito oficialmente en Internet) como una historia de amor que rompe las barreras sociales. Una premisa que es casi un molde para hacer telenovelas. ¿Por qué está vigente esa narrativa?

Con todo respeto, creo que te equivocas. Luz de luna no es una historia común, no es una historia que se haya visto antes en pantalla. Es una historia totalmente novedosa, porque no te cuenta la diferencia de los estratos sociales, sino se trata del amor incondicional que tiene un padre por su hija. Nunca, o muy poco, se ha tocado la relación que pueda tener un padre con una hija. Esa novedad combinada con otras fortalezas, como la música, hacen que la segmentación que ve la novela crezca.

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-¿Se podría decir que rompe el estereotipo del padre que deja a la madre la crianza de los hijos?

Totalmente. Estamos repletos de diferentes tipos de familias. Y al darle cobertura a este tipo de familia, que es una realidad, ha tenido un impacto muy profundo en el corazón de quienes nos ven; y no es de ahorita, estamos hablando de una novela que fue el programa más visto a nivel nacional el año pasado.

-Te ubicaba en el papel de villano por tus actuaciones anteriores. Qué visión la de Michelle.

Tiene un olfato increíble para colocar a la persona indicada en cada historia que ella desea contar.

-¿Qué debe tener un actor?

Disciplina, perseverancia, amor por lo que hace y la capacidad de abstraerse un poco de lo que está viviendo para verse un poquito más de lejos y saber cómo va.

-¿Todo eso ya lo tienes?

Me falta mucho por aprender. En la medida que lo repita y sea consecuente, me acercaré cada vez más.

-Estás en tu mejor momento, ¿o no?

(Risas). No lo sé, porque mataría todo lo que pueda venir después. Quiero pensar que las cosas están yendo bien. Pero llevo remando muchos años; empecé a los 17 años y hoy tengo 38. Imagínate cuánto he tenido que remar para comenzar a alcanzar algunos sueños.

AUTOFICHA:

- “Soy André Silva Chuy Terry. Tengo 38 años. Nací en Lima. Acabé el colegio y estudié en la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático, seguí una carrera de cinco años para formarme como actor; luego he llevado talleres de formación actoral”.

- “También tuve la posibilidad de irme a la Escuela Internacional de Cine y Televisión en Cuba, donde llevé algunos cursos. Obras de teatro debo tener unas 17, producciones de televisión debo estar cerca de 25 y películas entre 12 y 14″.

- “Tengo un par de proyectos personales que quiero sacar adelante, vamos a ver si se pueden volver realidad. Un proyecto ligado a la educación y otro de teatro, pero más que teatro: un espectáculo en el que reúna otras pasiones, como la cocina y la música”.

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Audio Alejandro Sánchez
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