Valia ama a los anfibios. Desde 2014, después de egresar de la, se ha dedicado a estudiar cómo se alimentan, cómo son los ambientes donde viven, cómo se reproducen, cómo se interrelacionan. Son los animales que más le apasionan. Siempre lleva colgado del cuello un dije de una Ceratophrys cornuta, también llamada rana cornuda.

La bióloga, junto a un equipo de profesionales –con apoyo de la Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, a través del Fondo de Desarrollo Económico de Camisea (Focam)– han descubierto una nueva especie de rana arlequín peruana que han bautizado como Atelopus moropukaqumir. “A este género de ranitas les dicen arlequines porque tienen las manos pintaditas, bien rojas, parecen unos payasitos”, detalla Herrera.

Un equipo de científicos peruanos descubrieron una nueva rana bautizada como Atelopus moropukaqumir (Foto: Vladimir Diaz Vargas )
Un equipo de científicos peruanos descubrieron una nueva rana bautizada como Atelopus moropukaqumir (Foto: Vladimir Diaz Vargas )
Un equipo de científicos peruanos descubrieron una nueva rana bautizada como Atelopus moropukaqumir (Foto: Vladimir Diaz Vargas )
Un equipo de científicos peruanos descubrieron una nueva rana bautizada como Atelopus moropukaqumir (Foto: Vladimir Diaz Vargas )

Este descubrimiento del grupo de científicos se hizo en las quebradas de un remanente de bosque nuboso cerca de Chiquintirca y Toccate, en la carretera del , región Ayacucho. Una zona muy complicada por la presencia del narcoterrorismo. La rana descubierta resalta por su coloración verde con puntos rojos y las manos y pies de color rojo intenso.

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La distribución de muchas ranas arlequines es restringida, lo que significa que es posible que las poblaciones de Atelopus moropukaqumir estén limitadas por la presencia de barreras geográficas, como cañones y ríos grandes. La exploración donde descubrieron esta nueva especie no fue fácil debido a lo agreste y peligroso de la zona, así como por la modesta logística con la que contaban; pero el esfuerzo, inteligencia y enorme trabajo del conjunto liderado por Valia Herrera tuvieron como resultado este aporte a la ciencia que tiene como telón de fondo al Perú.

¿Cómo supiste que la Biología era lo tuyo?

Me gustaban muchísimo los animales desde que estaba en el colegio. He vivido en Comas toda mi vida y he crecido en contacto con palomas, pollos, gallinas, cuyes, porque mi familia criaba estos animalitos. Cuando estaba en cuarto de secundaria una profesora de Biología me inspiró, me encantó su curso. Era el segundo año en que estudiaba en un colegio particular, luego regresé a uno estatal, pero ya tenía ese interés. Cuando me tocó postular pensaba que quería ser médico veterinario, pero un día que conversé con mi hermano mayor le comenté que quería hacer cosas como lo que mostraban en National Geographic. Él me dijo que eso no hacían los veterinarios y me dejó de tarea leer bien los planes de estudio de las carreras, así decidí estudiar Biología.

¿Y por qué te especializaste en herpetología?

Es que los anfibios y reptiles tienen de especial que son raros y son rechazados. Creo que son animalitos poco comprendidos, la gente les tiene miedo, los acusan de feos, pegajosos, verrugosos o venenosos (ríe).

¿Especialmente a los reptiles?

En todas partes hay un rechazo fuerte contra las ranas, culebras, lagartijas. Dicen que todos son venenosos, pero no es así. En Perú los venenosos son solo las víboras y corales. Tienen unos ojos de maldad que tú los miras y dan miedo, pero en realidad son lindas.

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¿Cómo te embarcas en el proyecto donde descubrieron la nueva especie de rana?

La Universidad San Cristóbal de Huamanga se contactó con el Museo de Historia Natural de San Marcos para hacer el proyecto de investigación para anfibios, reptiles, aves y peces. Se trataba de hacer un inventario de la fauna silvestre en los bosques del Vraem. El proyecto se planteó justo en esta zona por el vacío de información debido a que ahí hay presencia del narcotráfico y ha sido poco explorada. Lamentablemente, esta zona es bien deforestada por la agricultura masiva de hojas de coca. Muchos tienen hectáreas que eran suelos de bosque y ahora los han convertido en zonas de cultivo.

Vladimir Diaz, Juan Gamboa, Valia Herrera, Ernesto Castillo y Maura Fernández (en orden de izquierda a derecha).
Vladimir Diaz, Juan Gamboa, Valia Herrera, Ernesto Castillo y Maura Fernández (en orden de izquierda a derecha).

¿Cómo lograron ingresar?

Se habló con muchas personas de la zona con anticipación. Tuvimos que explicar que éramos investigadores de la universidad. Estuvimos acompañados de la gente de la zona durante la exploración, porque entrar solos era complicado.

La ranita peruana vive en las quebradas del bosque nublado de la carretera al Vraem, Ayacucho. (Foto: Marco Jaico Huallanay)
La ranita peruana vive en las quebradas del bosque nublado de la carretera al Vraem, Ayacucho. (Foto: Marco Jaico Huallanay)
La ranita peruana vive en las quebradas del bosque nublado de la carretera al Vraem, Ayacucho. (Foto: Vladimir Diaz Vargas)
La ranita peruana vive en las quebradas del bosque nublado de la carretera al Vraem, Ayacucho. (Foto: Vladimir Diaz Vargas)

¿Fue difícil encontrar la rana?

Fuimos tres chicos de Lima y tres de Ayacucho, estábamos en una quebrada a las 8:00 de la noche, íbamos avanzando en fila, en línea recta. Yo estaba tercera, buscando, y creo que tengo un ojo bien particular porque vi a la rana saltando en una piedra. La cogí al toque y a la bolsa. Tenemos que ponerlas ahí para no estarlas tocando tanto porque a veces son un poco delicadas las ranitas. La vi y dije: Uy, este es un Atelopus.

¿Qué tiene de especial este género?

Tiene la particularidad que de casi 100 especies en el mundo, 65 están en peligro crítico porque ha sufrido una enfermedad llamada quitridiomicosis. Es un hongo que empezó a afectar a las poblaciones de anfibios más o menos desde el año 2000. Justo los Atelopus son las ranas que más han sufrido y han desaparecido muchísimas, lo cual ha sido muy duro para la comunidad científica. Entonces, encontrar un Atelopus nuevo es una supernoticia y da muchísimas esperanzas para este género.

¿Por qué?

Porque quizás estas especies ya se están adaptando y pueden superar la enfermedad. En la zona encontramos una prevalencia del hongo del 7%, lo que es muy bajo. Y en la nueva especie, la prevalencia era del 15%. Para que se considere que una especie está enferma de quitridiomicosis necesita que tenga, por lo menos, más de 10 mil esporas en su cuerpo; estas nuevas ranitas, afortunadamente, tienen el hongo, pero no tienen la enfermedad. Es una noticia excelente porque es posible que esta especie haya pasado la barrera y pueda superar la presencia de este hongo en su cuerpo y convivir con él.

¿Queda mucho por descubrir?

De todas maneras, y quien diga que no, está loco. En el Perú hay zonas que no se han explorado por diversos motivos. Hay muchísimo por hacer. Yo quiero irme a estudiar al extranjero, pero regresar a estudiar la fauna en el Perú.

AUTOFICHA

- “Soy Valia Esther Herrera Alva, nací el 2 de diciembre de 1991, en Lima, y siempre he vivido en Comas. Trabajo en el Departamento de Herpetología del Museo de Historia Natural San Marcos. Además hago consultorías ambientales y proyectos de investigación”.

- “Estoy haciendo una maestría en Sistemática y Evolución, también en San Marcos. Trabajo básicamente con ranas, son mi especialidad. Por el trabajo también estudio reptiles, pero mi fuerte son los anfibios. Desde 2014 empecé a investigarlos; mi tesis de grado fue sobre anfibios”.

- “El equipo con el que descubrimos la nueva especie de rana está conformado por Ernesto Castillo Urbina y Maura Fernández, del Museo de Historia Natural; Vladimir Díaz Vargas y César Rodolfo Vargas, de la Universidad San Cristóbal de Huamanga; y Alessandro Catenazzi, de la Universidad Internacional de Florida. Hubo más personas que nos apoyaron, no podría atribuirme este descubrimiento solo a mí y las personas que firmamos el paper”.

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