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Las antenas 5G: Del mito del coronavirus y otras enfermedades (I)
Pobladores de Huancavelica secuestran a técnicos de telecomunicaciones que hacían mantenimiento a una antena de telefonía. La razón: el miedo a la tecnología 5G y su vinculación con el coronavirus.
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Recientemente se conoció en las noticias un hecho bastante insólito pero cierto, un grupo de técnicos en telecomunicaciones habían sido secuestrado por los pobladores de una región del departamento de Huancavelica. El motivo: una presunta antena de telefonía móvil 5G y su relación con el coronavirus.
Para ser liberados, sus captores exigían que esta antena sea retirada de la zona, pues tenían la idea de que esta era una de tecnología 5G, y según se habían informado por una red social, estas “trasmitían” el temido coronavirus. En el colmo de la ironía, la forma en la que este suceso se documentó fue a través de un celular. Un video que muestra a decenas de pobladores de la zona culpando al presidente Vizcarra y pidiendo a los presentes que se quiten la mascarilla.
Antes que esta situación genere indignación, debemos comprender que la ignorancia no es un pecado, sino una situación en la que nos encontramos todos en mayor o menor medida y no debería ser motivo de menosprecio. Los pobladores del video recibieron la información incorrecta propiciada por inescrupulosos o personas que pese a contar con el acceso a la información, prefieren seguir creyendo en teorías conspirativas de fuentes dudosas.
Pero la idea de que las antenas de telefonía causan algún tipo de enfermedad en los seres humanos, no es un tema reciente con el coronavirus, este lleva bastante tiempo circulando en Internet y las redes sociales.
Ahondar en el origen de esta creencia es remontarnos a décadas en la historia de la tecnología en general y tratar de explicar el temor a lo nuevo e incomprensible. Existe una tendencia en el ser humano de no confiar en lo que no conoce, y cuando el desarrollo tecnológico se vuelve cada vez más complejo, este siempre va a generar cierto rechazo.
Sobre este aspecto, podemos tomar como ejemplo la invención de la radio y posteriormente la televisión, pues estos grandes inventos de nuestra historia también generaron sus dosis de pánico injustificado y por las mismas razones, las ondas electromagnéticas en las que basan su señal.
Volviendo al tema de la telefonía móvil, esta tecnología usa señales similares a las de la radio y la televisión, pero en este caso para lograr la comunicación. Estas señales son emitidas por las antenas, y se encuentran en un espectro de radiación no ionizante, por lo tanto, no suponen ningún riesgo para la salud.
Al día de hoy, todos los estudios científicos que se han realizado al respecto, concluyen en lo mismo, no existe ningún riesgo para la salud, ni de campos electromagnéticos, ni de radiaciones de microondas. Estas últimas, solo tienen el factor de calentamiento por su efecto en las moléculas de agua (de ahí que se usen en grandes concentraciones dentro del horno microondas). Pero las señales del celular, el wifi, y demás tecnologías de comunicación, no llegan a tales concentraciones, por lo que el calor que generan no afecta a la salud.
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“En los últimos 30 años, se han publicado aproximadamente 25.000 artículos sobre los efectos biológicos y aplicaciones médicas de la radiación no ionizante. A pesar de que algunas personas piensan que se necesitan más investigaciones, los conocimientos científicos en este campo son ahora más amplios que los correspondientes a la mayoría de los productos químicos. Basándose en una revisión profunda de las publicaciones científicas, la OMS concluyó que los resultados existentes no confirman que la exposición a campos electromagnéticos de baja intensidad produzca ninguna consecuencia para la salud. Sin embargo, los conocimientos sobre los efectos biológicos presentan algunas lagunas que requieren más investigaciones.
Algunas personas han atribuido un conjunto difuso de síntomas a la exposición de baja intensidad a campos electromagnéticos en el hogar. Los síntomas notificados incluyen dolores de cabeza, ansiedad, suicidios y depresiones, nauseas, fatiga y pérdida de la libido. Hasta la fecha, las pruebas científicas no apoyan la existencia de una relación entre estos síntomas y la exposición a campos electromagnéticos. Al menos algunos de estos problemas sanitarios pueden deberse al ruido o a otros factores del medio, o a la ansiedad relacionada con la presencia de tecnologías nuevas”. Organización Mundial de la Salud (Texto completo aquí).
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LA RADIACIÓN NO IONIZANTE
Al escuchar la palabra radiación, se nos viene a la cabeza eventos catastróficos como el incidente de Chérnobil, un estallido nuclear, o los monstruos mutantes que vimos en una película de ciencia ficción. Sin embargo, esta es mucho más común de lo que creemos.
Tal como ya lo mencioné en una columna anterior, la radiación es una característica de la materia y está presente en todo lo que nos rodea en mayor o menor medida. Esta es una característica que tienen los átomos para cambiar de un estado inestable a uno estable.
Sin embargo, los cuatro tipos de radiación que existen en la naturaleza se agrupan en dos categorías, radiación ionizante y no ionizante. Siendo esta última la categoría no dañina para la salud.
Tal como lo menciono en una columna anterior que puedes leer en el siguiente enlace:
El peligro de la radiación radica en que cuando el átomo dispara una partícula con el objetivo de volverse estable, esta se lleva una gran parte de energía. La gran cantidad de energía que se propaga producto de la radiación causa un efecto secundario conocido como ionización. Esta gran cantidad de energía puede ionizar la materia, es decir, romper los enlaces químicos, romper cadenas de átomos de otras moléculas que se encuentren a su paso.
Las radiaciones ionizantes son capaces de dañar principalmente nuestras moléculas de ADN que se encuentran en el núcleo de nuestras células y que contienen toda la información genética necesaria para que esa célula cumpla sus funciones.
Pero existe una dosis umbral de radiación a la que podemos estar expuestos y sobrevivir. Por debajo de esta el número de células afectadas es tan insignificante que nuestro organismo es capaz de regenerarse, por ejemplo, en el caso de una radiografía de rayos X que los médicos usan para ver alguna fractura de hueso.
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Otro efecto dañino, propio de una irradiación menor pero constante, produce que la célula no muera, sino que su ADN cambie en lo que se conoce como una mutación genética. Estas mutaciones se van pasando a otras generaciones de células y a largo plazo se desarrolla la enfermedad que conocemos como cáncer. Por ejemplo, uno de los espectros de los rayos UV son ionizantes, y por eso la exposición constante a estos (los rayos solares) producen el cáncer de piel.
Sin embargo, no todas las radiaciones son ionizantes y, por ende, dañinas. Existen radiaciones cuya cantidad de energía no llega a ionizar la materia, a estas se les conoce como no ionizantes. Ejemplos de radiaciones no ionizantes serían las ondas de radio, televisión o de telefonía móvil. Y aquí es donde entran las mencionadas antenas de telefonía móvil.
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“Los móviles se comunican entre sí emitiendo ondas de radio a través de una red de antenas fijas denominadas «estaciones base». Las ondas de radiofrecuencia son campos electromagnéticos pero, a diferencia de las radiaciones ionizantes, como los rayos X o gamma, no pueden escindir los enlaces químicos ni causar ionización en el cuerpo humano.
En los dos últimos decenios se ha realizado un gran número de estudios para determinar si los teléfonos móviles pueden plantear riesgos para la salud. Hasta la fecha no se ha confirmado que el uso del teléfono móvil tenga efectos perjudiciales para la salud”. Organización Mundial de la Salud (Texto completo aquí).
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