“Las consecuencias pueden ser desde las más pequeñas y manejables, pero también hay otras que pueden ser irreparables, estás podrían ser incendios, quemar nuestros equipos sensibles, sobrecargar nuestras líneas eléctricas, tener grandes facturas eléctricas por un mal dimensionamiento de suministro, perdida de información, por deterioro en nuestros equipos informáticos, y perdida de dinero por reparaciones de equipos que pudieron evitarse”, comenta Becerra.