Redacción PERÚ21

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El síndrome de intestino irritable (SII) es el término más usado para referirse a la enfermedad que antes era conocida como colon irritable. Se trata de un trastorno frecuente que afecta el intestino grueso y a veces también al intestino delgado, y que se caracteriza porque, a medida que se transporta el alimento por el intestino, causa contracciones abdominales más fuertes de lo normal, de manera que el paso de los alimentos, gases o heces son percibidos por las personas como calambres abdominales y dolor.

El experto norteamericano Eammon Quigley, miembro de la Organización Mundial de Gastroenterología, precisó a Perú21 que el Perú es uno de los países de Latinoamérica con mayor incidencia del SII. Mientras el síndrome afecta a entre el 10% y el 20% de la población mundial, en el país el 22% de los peruanos sufre esta enfermedad, especialmente las mujeres jóvenes, pues una de cada tres desarrolla el mal.

“Ser mujer y tener gastroenteritis son algunos factores de riesgo para desarrollar esta patología, pero hay también otras causas, como el estrés, traumas en la infancia y el uso de antibióticos”, mencionó Quigley.

Los síntomas se desarrollan normalmente de forma gradual y suelen presentarse de manera intermitente con cólicos, dolor abdominal, hinchazón, gases, diarrea o estreñimiento, así como cambios en los hábitos de evacuación intestinal. “Aunque no hay consecuencias físicas a largo plazo, esta afección puede tener un impacto significativo en la calidad de vida de los pacientes e interferir con su vida personal, estudios, trabajo y economía, debido a los gastos del tratamiento”, dijo el especialista.

Quigley precisó que, por ser un trastorno crónico, el SII no tiene una cura definitiva, pero se puede controlar a largo plazo. “Por ello, los síntomas tienden a aparecer y desaparecer con el tiempo, pero generalmente mejoran con una adecuada alimentación, un estilo de vida saludable y el control del estrés”, señaló.

TRATAMIENTO

Aunque la mayoría de las personas afectadas por el SII cree que existe una conexión entre los síntomas del mal y la alimentación, la Clínica Mayo anotó que los síntomas varían considerablemente entre una y otra persona y, por ello, es difícil dar recomendaciones alimenticias específicas que funcionen para todos. Sin embargo, Quigley anotó que el consumo de ciertos carbohidratos fermentados, conocidos como oligosacáridos, disacáridos, monosacáridos y polioles (FODMAP, por sus siglas en inglés), tiende a empeorar la enfermedad.

Estos carbohidratos se encuentran en ciertas frutas y en la miel; en las verduras, como el trigo, la cebolla y el ajo; en los alimentos con lactosa, como la leche, el queso y el yogurt; y también en los edulcorantes artificiales y frutas de hueso, como la palta y el durazno.

Pero Quigley sostuvo que el tratamiento para el SII no solo incluye mejorar la dieta alimenticia, sino tratar de corregir varios tipos de problemas, como el trastorno de la flora intestinal, y factores, como la ansiedad y la depresión, que pueden hacer que los síntomas de la enfermedad empeoren. “Para estos casos, la terapia psicológica es muy importante y podría ayudar mucho a controlar el mal”, dijo.

Agregó que es importante considerar como parte del tratamiento un probiótico como el Bifidobacterium longum 35624, que ha comprobado su eficacia en la reducción de los síntomas del SII. “Su acción regula la función de la barrera intestinal y mejora las defensas inmunitarias sin efectos adversos ni contraindicaciones. Tampoco tiene interacción con otros medicamentos ni problemas de sobredosis”, mencionó.