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Desacreditan mito de que consumo moderado de alcohol puede ser saludable
La Organización Mundial de la Salud estima que cerca de 2.300 millones de personas a nivel mundial consumen alcohol, con un promedio diario por persona de 33 gramos de alcohol puro.
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(Reuters)
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La presión arterial y el riesgo de sufrir una apoplejía suben de forma sostenida a mayor consumo de alcohol, y afirmaciones previas de que una o dos copas al día podría proteger contra un derrame no son verdad, según los resultados de un estudio genético.
La investigación, que usó datos de 160.000 adultos chinos, muchos de los cuales no pueden tomar alcohol por intolerancia genética, encontró que las personas que beben moderadamente -unos 10 a 20 gramos de alcohol al día- elevan su riesgo de tener un accidente cerebro vascular (ACV) entre 10 a 15%.
Entre quienes consumen cuatro o más tragos al día, la presión arterial sube de forma significativa y el riesgo de un ACV aumenta en cerca de un 35%, según el estudio.
“El mensaje es que, al menos para el caso de un ACV, no hay efecto protector por beber alcohol moderadamente”, afirmó Zhengming Chen, profesor del Departamento Nuffield de Salud de la Población en la Universidad de Oxford, que codirigió el estudio. “La evidencia genética demuestra que el efecto protector no es real”.
La Organización Mundial de la Salud estima que cerca de 2.300 millones de personas a nivel mundial consumen alcohol, con un promedio diario por persona de 33 gramos de alcohol puro. Eso es equivalente casi a dos copas de vino de 150 miligramos, una botella de cerveza de 750 ml o dos shots de 40 ml de destilados.
La investigación, publicada en The Lancet, se centró en personas con ascendencia del este de Asia, muchos de los cuales tienen variantes genéticas que limitan su tolerancia al alcohol. No obstante, los autores dijeron que los hallazgos deberían ser aplicables a las personas de todo el mundo.
Dado que las variantes genéticas tienen efectos específicos y relevantes sobre el alcohol, pero no afectan otros factores del estilo de vida, como la dieta, el hecho de fumar, el estatus económico o la educación, los científicos pueden usarlos para determinar efectos causales de la ingesta de alcohol.
“Usar genética es una forma novedosa (...) de resolver si el consumo moderado de alcohol de verdad protege, o si es ligeramente dañino”, afirmó Iona Millwood, epidemióloga de Oxford y una de las coautoras. “Nuestros análisis genéticos nos han ayudado a entender las relaciones de causa y efecto”.
CON INFORMACIÓN DE REUTERS
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