Redacción PERÚ21

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Kenyi Coba

Allá en los añorados años 70 y 80, una gran pollería miraflorina se convirtió en el local preferido de las familias limeñas donde grandes y chicos acudían para saborear sus deliciosos pollos a la brasa, pero sobre todo para celebrar las más espectaculares matinées.

Para los niños de ese época, visitar El Rancho ubicado en la cuadra 26 de la avenida Benavides -muy distinta a la actual- era como viajar a Disney World, pues podían jugar con sus personajes favoritos, volar en las camas saltarinas y, sobre todo, subirse a los juegos mecánicos.

Pero, ¿cómo apareció El Rancho? Fue en 1957, cuando Isidoro Steinmann convenció al alemán Franz Ulrich para que le vendiera uno de esos hornos giratorios donde se asaban los pollos y que ya la pollería La Granja Azul (la primera de Lima) utilizaba para ofrecer el irresistible pollo a la brasa.

Isidoro Steinmann fue el fundador de esta recordada pollería. (Foto: Facebook El Rancho)
Isidoro Steinmann fue el fundador de esta recordada pollería. (Foto: Facebook El Rancho)

Con el horno en su poder, Steinmann inauguró El Rancho Dorado en un terreno de 27 mil metros cuadrados y desde ese momento se convirtió en una sensación, pues tenía todo en un solo lugar. Años después, decidió dejarlo como El Rancho.

Para quienes ya están cerca de los 40 años y lograron probar esta exquisitez, todavía tienen en el paladar ese saborcito del pollo ranchero acompañado de unas crujientes papas fritas y sus infaltables salsas.

Un platillo perfecto para el almuerzo, que combinaba con la enorme oferta de juegos, pues mientras los niños esperaban el pedido, podían disfrutar de sus instalaciones.

Trencito, columpios, toboganes y diversas atracciones infantiles hacían que pasen largas horas haciendo de las suyas. Al acabar el horario infantil y el sol se ponía, la pollería le daba paso a un moderno restobar, donde los adultos disfrutaban un refrescante pisco sour y bailaban al son de orquestas de la época.

El trensito fue una de las características de esta pollería. (Foto: GEC)
El trensito fue una de las características de esta pollería. (Foto: GEC)

Ya en el nuevo milenio, se supo que ese gustito especial de su pollo se debía a algunos ingredientes que utilizaban en este emblemático restaurante capitalino. 

Así lo reveló uno de sus últimos cocineros a Gastón Acurio, cuando el famoso chef conducía el programa de televisión Aventura Culinaria, que iba por Plus TV.

“Se macera con productos naturales. Sal, pimienta, limón y cerveza”, declaró aquella vez el cocinero a Acurio, quien conoció, por fin, los insumos que le daban el sabor característico a los pollos a la brasa.

Las fiestas rancheras
Lo que más recuerdan los limeños de antaño, son las famosas cabañas temáticas donde era todo un lujo celebrar tu cumpleaños. 

Todos querían pasar su santo ahí, que el payaso de la alegría esté presente en su fiesta, pero sobre todo tener a la disposición la casa de tu personaje favorito.

Fresita, Los Picapiedra, Mickey Mouse, Batman o el Castillo de las Princesas eran algunas de las cabañas más solicitadas. Con la llegada de los años 90, nuevas construcciones aparecieron en este mágico terreno.

Barney y Los Power Rangers fueron los nuevos inquilinos y sus exclusivas moradas contaban con decena de inquilinos que querían utilizarlas.

“Cuando eras niño en los años 70, que te llegara la invitación larga, de fondo blanco con el payasito de El Rancho, era sinónimo de alegría. Es que los cumpleaños más exclusivos en aquellos tiempos se realizaban ahí. El Rancho era un clásico en las fiestas infantiles y fue por muchos años un lugar preferente para los miraflorinos”, indica el portal histórico Arkiv Perú.

Celebrar tu fiesta de cumpleños aquí, era todo un lujo. (Foto: Arkiv Peru)
Celebrar tu fiesta de cumpleños aquí, era todo un lujo. (Foto: Arkiv Peru)

El cierre de El Rancho
Con la llegada de las cadenas de pollerías y la proliferación de restaurantes de comida rápida, comenzaron a llevarse a los clientes de El Rancho. 

Un paraíso que empezó a agonizar a inicios del nuevo milenio hasta que en 2008 una constructora compró el inmenso espacio -se presume que pagó 7 millones de dólares- para levantar un moderno complejo residencial.

Pasaron más de 10 años desde que El Rancho nos dejó y hasta la fecha solo se han demolido sus construcciones de concreto, como el área de restaurante; los juegos fueron desarmados y las cabañas destruidas por maquinaria pesada para darle paso a un moderno complejo de viviendas.

Al momento de su demolición en 2008, los juegos mecánicos permanecían intactos. (Foto: GEC)
Al momento de su demolición en 2008, los juegos mecánicos permanecían intactos. (Foto: GEC)