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En el campo, una gloria
El hombre sabe comer, sabe beber, sabe vivir, por eso ir en buena compañía a La Gloria del Campo es una gloria… total.
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Le podemos poner algunos reparos a la cocina de La Gloria del Campo –y, de paso, a los varios restaurantes que están a cargo de *Óscar Velarde*–, pero lo que es innegable es que en los espacios 'Velarde' hay una única preocupación obsesiva: que el cliente coma siempre bien… y en estos tiempos de florituras sin sustento es algo que debemos agradecer.
Porque preparen lo que preparen, en La Gloria (del Campo) siempre se come bien: la patita de cerdo en fiambre es una delicia para chuparse las manos –su cebolla crujiente debe ser patentada–, la ocopa (molida en batán) resuena sus sabores hasta el Misti y, aunque la papa a la huancaína no nos entusiasmó, no podemos decir que no ha sido cuidadosamente elaborada. El conejo al horno merece convertirse en clásico y el lechón de lenta cocción es un verdadero manjar por el que vale la pena cruzar Lima e irse hasta Pachacámac, lugar campestre y, además, bello, al que hay que ir en familia.
¿Hay que agradecer más? Sí. Sus picarones: sin duda, los mejores de Lima.
La Gloria del Campo está en la calle 7, Mza. K, Lote 92, Pachacámac (Fundo Casablanca). De Ma a D, de 12 m a 6 p.m. Reservas: 213-2250.
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