Marielena Moyano y Pedro Huilca son dos los dirigentes sociales más recordados por enfrentarse a Sendero. Ambos fueron asesinados por oponerse al terrorismo.
Marielena Moyano y Pedro Huilca son dos los dirigentes sociales más recordados por enfrentarse a Sendero. Ambos fueron asesinados por oponerse al terrorismo.

Entre las décadas 80 y 90, perpetró numerosos asesinatos selectivos. Todo aquel que significara un problema para el grupo terrorista era aniquilado de forma sanguinaria. La despiadada organización fue responsable de varios homicidios y desapariciones de líderes de izquierda, militantes de partidos democráticos y dirigentes sindicales que intentaron hacerle frente al avance del terrorismo.

Oponerse a las acciones de violencia del grupo subversivo era motivo suficiente para ser sindicado como enemigo del pensamiento Gonzalo. Sin importar de quién se tratase, alcaldes distritales y provinciales, dirigentes sociales y políticos, el terrorismo acababa con sus vidas.

Pese a todo el daño, dolor y sangre que derramó el terrorismo, aún existen movimientos de fachada que reivindican su ideología, como el Movadef, que ahora han tenido un papel dentro de las elecciones. Lo más paradójico e inexplicable es que la izquierda que hoy se hace llamar democrática se ha juntado en un solo frente con los herederos del pensamiento Gonzalo.

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Heroínas vecinales

Uno de los nombres más conocidos es el de María Elena Moyano Delgado, quien en 1993 fue asesinada a balazos por Sendero y cuyo cuerpo fue posteriormente dinamitado. Previo a su muerte a manos de un comando de aniquilamiento del grupo terrorista, la teniente alcaldesa de Villa El Salvador, quien fue militante del partido Izquierda Unida, frustró un paro armado en su distrito. A manera de venganza y como muestra de su poderío, los senderistas exterminaron a la ‘Madre Coraje’, quien a los 33 años dejó huérfanos a sus hijos de 10 años y de 8 años, respectivamente.

Tres años después, en el asentamiento de Huaycán, Sendero Luminoso cumplió con las amenazas de muerte que había realizado a Pascuala Rosado Cornejo, activista y lideresa vecinal de dicha zona. La exsecretaria general de la Comunidad Urbana Autogestionaria de Huaycán se enfrentó abiertamente a la violencia de Sendero y, como consecuencia, recibió una bala en la frente y su cuerpo también fue dinamitado.

En 1991, Juana López León, lideresa vecinal del asentamiento humano Juan Pablo II (Callao) y coordinadora del programa Vaso de Leche, fue asesinada debido a su resistencia a los senderistas de su zona.

Gremios desangrados

Sendero Luminoso no solo se enfocó en dirigentes vecinales cuya labor y liderazgo comunal representaba un obstáculo para el desarrollo de sus acciones; los dirigentes gremiales también fueron víctimas de su encarnizamiento.

Pedro Huilca Tecse, uno de los principales líderes del gremio de construcción civil de la época, fue asesinado en 1992, a balazos en la puerta de su casa. Los responsables fueron varios individuos con armas de fuego que, según una de las dos hipótesis de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, eran miembros del grupo subversivo.

Otros líderes gremiales asesinados fueron Enrique Castilla Linares (1989), quien era uno de los principales dirigentes textiles del país y cercano al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). El grupo terrorista reclutaba militantes al fin de los turnos de muchas fábricas textiles y la dirección de Castilla era un problema para sus objetivos.

Porfirio Suni Quispe, líder sindical de comunidades campesinas y diputado regional de Izquierda Unida, fue asesinado 1991, por supuestamente haber brindado información a las autoridades sobre senderistas.

En 1992, el dirigente estudiantil y militante de Patria Roja, Nguyen Hilares Santos, fue asesinado en Cusco por impedir que Sendero tomara control de la Federación Universitaria de la Universidad San Antonio Abad del Cusco.

Políticos caídos

En 1984, Sendero Luminoso asesinó de siete balazos a Saúl Muñoz Menacho, quien era alcalde de Huancayo. El burgomaestre, militante de Izquierda Unida, fue acribillado cerca de su casa, por oponerse a la violencia del movimiento subversivo.

Cinco años después, la misma suerte corrió Fermín Darío Azparrent Taipe, alcalde de Huamanga y miembro del Partido Comunista Peruano, quien realizó marchas por la paz en su región. La autoridad ayacuchana representaba un problema para la organización porque se negó a renunciar y, pese a las amenazas, denunció las acciones violentas de la organización terrorista.

Acción Popular (AP) también fue víctima de Sendero. En su momento este partido democrático fue un férreo oponente de Sendero Luminoso.

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El 29 de mayo de 1989, Sendero Luminoso tomó el distrito de Ayrampuni en Puno y asesinó al alcalde Daniel Curro Chambi, de AP, e incendió el local del colegio.

Un comando de aniquilamiento de Sendero Luminoso asesinó en 1993 a Orlando Tapia, candidato por AP a la alcaldía de la provincia de Barranca.

El local de Acción Popular en el Centro de Lima, en 1983, también fue testigo de la insania de Sendero Luminoso. Teresa Zegarra de Huamán, dirigenta del comando femenino de AP, también fue asesinada por los terroristas cuando estos ingresaron al recinto partidario.

Áureo Zegarra, hermano de Teresa, dijo en su momento ante la Comisión de la Verdad y la Reconciliación que este hecho “trató de destruir los cimientos de la democracia golpeando con la destrucción de sus líderes políticos”.

Sendero también golpeó tenazmente al Apra, a Patria Roja y a todo aquel que denunciaba el avance del marxismo, leninismo, maoísmo, pensamiento Gonzalo. Hoy, más de 20 años después, la memoria parece que se va borrando por simples cálculos políticos de poder.

Roberto Chiara y su negativa al paro armado

Por no acatar el denominado paro armado, Roberto Chiara, dirigente sindical de la fábrica de calzado El Diamante, fue asesinado por miembros de Sendero Luminoso en la puerta de su trabajo. “Así mueren los soplones y traidores”, decía el mensaje dejado como advertencia.

Era inicios de los 90 y la organización terrorista que dirigía Abimael Guzmán ya buscaba tener presencia en los sindicatos de las fábricas y radicalizar su sanguinaria lucha. Los reclamos de los trabajadores poco les importaban. Imponían sus ideas y asesinaban.

Antes de su muerte, le llegó el planteamiento del paro armado por parte de los senderistas. Chiara decidió ponerlo a consideración del resto de miembros y el rechazo fue aprobado. Eso le costó un disparo en la cabeza.

“Fue un dirigente sindical consecuente”, refiere una persona que lo conoció.

Chiara, de pensamiento trotskista, también era dirigente de la Federación de Trabajadores del Calzado, Cueros y Afines del Perú. En esa lucha obrera fue varias veces despedido y también detenido. Nunca se doblegó.

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Los senderistas eran mucho más sanguinarios y más crueles con los que ellos llamaban reformistas, la gente de izquierda de ese momento. Ellos tomaban esto como si fuera una traición.

Traidores de clase llamaban a la gente de izquierda, porque los criticaban debido a que estaban en contra de sus acciones violentas y de su ideologización de refundar la sociedad destruyéndola.

Han asesinado a muchos dirigentes de izquierda que tal vez no eran representativos ni tenían mucho nombre pero que en sus comunidades, distritos y poblaciones, tenían reconocimiento.

Si alguien sindicaba que habías dado información a la Policía, el Ejército o las Fuerzas Armadas sobre sus acciones, eso era prácticamente una sentencia de muerte.

Es muy peligroso por eso que los grupos de izquierda actuales tengan posiciones extremistas. Porque el siguiente paso es llegar a ese nivel de violencia; el extremista no entiende razones ni cree en la democracia.

Quedan en la memoria los hombres y mujeres anónimos que buscaban la justicia de manera democrática.

Tenga en cuenta

-Entre 1980 y 2000, de acuerdo a estimaciones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, el terrorismo cobró cerca de 69 mil vidas, entre muertos y desaparecidos.

-Las regiones más golpeadas por Sendero Luminoso fueron Ayacucho, Lima, Junín, Huancavelica, Apurímac y San Martín.

-Las acciones terroristas se iniciaron durante el segundo gobierno de Belaunde. El 17 de mayo de 1980 robaron y quemaron ánforas electorales en el distrito de Chuschi, Ayacucho. En su momento, Lima no le tomó importancia.

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