Se ha instalado una agenda populista en el gobierno y en el Congreso.

Sin duda. Los líderes no llegan al gobierno con una idea clara de lo que quieren hacer. Y por eso no preparan equipos. Esto para mí es fundamental. Llegan con intuiciones y eslóganes. Pero gobernar implica no solamente tomar decisiones, sino estar seguro de que se van a ejecutar. Y para eso hay que tener equipos preparados. Sin eso, ocurre lo que vemos desde hace años: improvisación constante, y gobiernos que van dando tumbos y que son muy susceptibles a humores populares y presiones de un lado u otro. Todo eso desemboca en mercantilismo, privilegios y populismo. Y, cuando no hay una clara autoridad, las iniciativas se multiplican por todos lados. El populismo llega desde el Parlamento y con tanta presión que el Poder Ejecutivo termina avalando. Ocurre lo que estamos viendo en el Perú desde hace años: un enjambre de normas absolutamente reñidas con una sociedad moderna y liberal. La raíz del problema es esa. Porque desde hace ya un tiempo en el Perú ha surgido la idea de que hacer todo eso no sirve para ganar elecciones. Y es posible que tengan razón. Así no se ganan elecciones, pero así es como se gobierna bien.

La presidenta viró del plan de Perú Libre hacia la sensatez económica, incluso más rápido que Alan y Ollanta. ¿No termina de convencer su cambio?

Puede ser. Yo sé que no es popular decir esto y lo fácil es formar parte del cargamontón contra ella, pero antes de cualquier crítica hay que reconocer que hubo un acto de valor y de coraje en hacer lo que usted mismo está diciendo. Enfrentarse a esa asonada violenta y antidemocrática que tuvo en vilo al Perú y estuvo muy cerca de tumbar a un gobierno democrático… Todo eso entraña un coraje y un valor que hay que reconocer. Sabe Dios lo que habría pasado si ella no hubiera hecho eso. La situación del Perú sería infinitamente peor. Dicho eso, hay en el gobierno improvisación y una falta de claridad en el rumbo. No se termina de transmitir a los agentes económicos la confianza para que la inversión pueda dinamizar más la economía en una etapa en la que el precio del cobre se ha disparado. Tengo la impresión de que eso no va a ocurrir en este gobierno. Es un gobierno accidental. Formaban parte de otro proyecto. Tuvieron la lucidez en un momento clave para el Perú de darle la espalda a ese proyecto y aguantar un embate verdaderamente feroz. Pero de ahí a dar el salto a un plan de gobierno liberal, hay un trecho muy grande. Hay que limitar las expectativas. Hay que pedir que no robe, que mantenga la democracia hasta 2026 y que haga los mínimos esfuerzos para transmitir confianza para la inversión. Yo tengo la impresión, aunque cada día anuncien su inminente caída, de que puede durar.

Le piden renunciar, como a Toledo.

Toledo está en una prisión preventiva, afrontando procesos de corrupción en los que hay elementos muy significativos que apuntan a su condición de culpable. No es el caso de la señora Boluarte, a pesar de los escandalillos que de tanto en tanto brotan por ahí. La presidenta es producto de un accidente. Impidió que el Perú tomara un rumbo totalitario de izquierda radical. Y eso hay que reconocérselo. Comparte con Toledo unos niveles de popularidad muy bajos. Pero todos los gobiernos desde la recuperación de la democracia han tenido etapas de impopularidad. No son las cifras de popularidad lo que importa. Lo que importa es sentar las bases para que el Perú tenga 15 años, tres gobiernos seguidos. Y como ocurrió antes, pero ahora podría hacerlo mejor. Podía ver su pobreza reducida al mínimo.

¿Cómo ve la guerra jurídica o lawfare en Fiscalía?

Con muchísima preocupación. He comentado en mi familia, más en serio que en broma, que ya uno en el Perú no tiene claro quiénes son los buenos y los malos. A partir del caso Lava Jato, y la influencia de Brasil, mucha gente empezó a creer que el rol de la Fiscalía era el de salvadores de la patria, de héroes. Los fiscales, en cierta forma, empezaron a usurpar funciones de otros sectores de la sociedad. Y eso los llevó, como toda institución que concentra demasiado poder, a cometer abusos. A utilizar la colaboración eficaz de una manera indebida, las cárceles preventivas de una manera totalmente alejada de lo razonable y las relaciones con la prensa para montar campañas propias de politicastros. Desnaturalizaron la función de los fiscales. Todo ello en convivencia con ciertos jueces que parecían títeres. Y nunca terminamos de entender que ya la etapa de la polarización extrema debía terminar para ceder el paso a una convivencia. Seguimos con esta guerra entre fujimorismo y antifujimorismo. Fuimos parte de eso. Pero, pasados unos años, seguir en esa dinámica era suicida para el Perú. Y cada institución se volvió escenario de esa guerra y se fragmentó en bandos. Es increíble que todavía tengamos democracia. Es casi un milagro que no haya naufragado. Pero hay pocas perspectivas de salida. Lo último que quiero transmitir es pesimismo. Pero, si tengo que ser honesto, soy en el corto plazo inmensamente pesimista. Todo se ha difuminado, borroneado. Ya uno no sabe dónde está lo que está bien y dónde está lo que está mal.

Un proyecto de ley busca evitar que condenados por asesinato sean candidatos. ¿Antauro y Fujimori podrían querer detener esa ley para polarizar?

En líneas generales, siempre hay un riesgo en un país como el Perú de que exista una norma constitucional que impida a un ciudadano ser candidato por una condena. El sistema de justicia es precario y se cometen abusos. Y esas condenas podrían fabricarse mañana para frenar una candidatura de manera abusiva. Del otro lado de la balanza, hay casos como el del señor Antauro Humala, quien no solamente fue condenado por crímenes, sino que, además, sigue proponiendo cometer más crímenes. Hasta qué punto debería una democracia aceptar que una persona con esos antecedentes, que no ha hecho ningún ejercicio de contrición pública, pueda volver a ser candidato. Yo sí creo que una persona bien condenada por cometer crímenes no debería optar a la Presidencia. También creo que, si en el Perú decidimos en abstracto que ningún condenado por un delito puede ser candidato, eso se puede utilizar el día de mañana a través de un abuso de la justicia. Es una discusión muy delicada en el contexto peruano.

“MI PADRE DIO BATALLA POR LA LIBERTAD ANTES DE QUE SE PUSIERA DE MODA”

¿Qué hace su padre, siempre tan activo, ahora que no escribe novelas?

Como ya sabemos, anunció que no escribiría novelas ni artículos. Está retirado de ese aspecto. Pero está leyendo, escuchando música, viendo películas, disfrutando tiempo con la familia. Está siempre alerta y curioso, queriendo saber cosas. Lo visitan amigos que lo ponen al día. Aceptando las limitaciones de la edad, pero siempre manteniendo toda la actividad que su edad le permite, que no es la misma lógicamente que la de hace unos años.

De los proyectos en sus planes quinquenales, quedan algunos. Por ejemplo, el segundo tomo de El pez en el agua. Habrá que imaginarlo.

Así es. Creo que es un síntoma de vitalidad. Tener proyectos que ya no vas a poder realizar implica que el ánimo y la intención han seguido allí, a pesar de las dificultades de salud y de las limitaciones de la edad. Pero no es una mala opción imaginar lo que habría podido ser un segundo tomo de El pez en el agua.

Ha escrito ahora de las elecciones en Venezuela y Estados Unidos. ¿Siente el peso de su legado?

Sí, pero no lo veo como un peso. Lo veo como una gran vocación. Al tener esa revelación que es descubrir la profunda riqueza que se encierra detrás de una propuesta de libertad para un país, ya es casi imposible desenamorarse de esa idea. Porque es una idea tan poderosa, tan atractiva y tan cargada de promesas. Más aún cuando uno proviene de un país donde esas ideas hacen falta, como en el contexto latinoamericano. Además, el progreso no es nunca lineal. A veces va en zigzag o con retrocesos. Argentina fue uno de los diez más desarrollados del mundo hace poco más de un siglo. Hoy es un país del cuarto mundo. O Venezuela. Era un país muy atractivo. La gente quería migrar allá. Y mira en lo que se ha convertido. Uno está hasta el último día de su vida pendiente de la causa de la libertad. Incluso cuando parece que ha ganado la batalla. Nunca se gana del todo.

¿Qué mensaje le daría a su padre, uno de los padres de las ideas liberales en la región?

El mensaje es de gratitud. De gratitud por todo lo que dio en términos de elecciones, de opciones y de posibilidades a sus hijos, a mí y a mis hermanos…(se emociona y respira hondo). De gratitud como lector, por una obra que yo creo que es monumental. Y de gratitud por haberle señalado al Perú y a muchos otros países del mundo la dirección y el rumbo de la libertad, cuando hacerlo, y sobre todo para un intelectual, era ir contra la corriente. Esas contribuciones, esos aportes, tanto en el ámbito privado como en el ámbito público, son cosas que solo pueden merecer una honda gratitud.

Se cumplen 40 años de Historia de Mayta, que osó criticar a la izquierda en su mejor momento.

Intelectuales como Octavio Paz, Carlos Rangel y mi padre dieron una batalla por la libertad antes de la caída del Muro de Berlín, antes de que la libertad se pusiera de moda. Y eso hay que reconocerlo. Las ideas de la izquierda más trogloditas han vuelto. Hemos vuelto a ser minoría. El combate con la libertad es infinito, no se acaba nunca. Es insistir, insistir e insistir. El tema woke es uno de los grandes males de nuestro tiempo. Está haciendo un daño tremendo en la academia, en las artes, en la cultura y en la juventud. Solo augura malas cosas para la democracia. Esa perspectiva identitaria y colectivista amenaza la libertad.


“Ojalá no se fragmente demasiado ese voto. Es un peligro”

Tiene varios amigos precandidatos a 2026…

El gran problema es que tengo varios. No sé si Pedro (Cateriano) va a ser candidato. Entiendo que la idea es que sea Rafael (Belaunde), de quien soy amigo también. Desde luego, lo conozco bastante menos que a Pedro. Pero, bueno, eso lo tendrán que decidir ellos en una justa interna, seguramente. Tengo un magnífico amigo también que es Carlos Espá. Y me alegro mucho de que haya podido inscribir un partido. Siempre he creído que él debía jugar un rol importante en la política peruana. También soy amigo de Carlos Añaños, por la Fundación Internacional para la Libertad, desde hace muchos años. Entiendo que no tiene un partido, pero está coqueteando con la idea. Es un verdadero quebradero de cabeza. Mi esperanza es que entre todos puedan ponerse de acuerdo y buscar consensos para evitar una fragmentación de cierto sector del voto popular. Ojalá no se fragmente demasiado ese voto. Ese sí que es un peligro.

No sé si son sus amigos, pero también se habla de Chiabra, López Aliaga, Roque…

Los conozco. De ninguno soy amigo cercano. Hemos conversado algunas veces. Entiendo que también forman parte de las posibilidades. Al final siempre hay una multiplicidad de candidaturas.