Ricardo ha ido registrando el crecimiento de sus mellizos en su cuenta de Instagram. (@ricardomoranvargas/ Instagram)
Ricardo ha ido registrando el crecimiento de sus mellizos en su cuenta de Instagram. (@ricardomoranvargas/ Instagram)

El showman Ricardo Morán (con casi dos millones de seguidores en Twitter) viene tomando una serie de decisiones valientes en el anticuado Perú. La primera, hace unos años, fue declarar abiertamente su homosexualidad. La segunda es haber decidido ser padre, recurriendo al método de vientre subrogado, legal en Estados Unidos y otros países laicos en la práctica y no solo en la letra. La cucufatería limeña, hombres en su mayoría, según el propio Morán, ha cuestionado su decisión con un discurso moralista acerca de la supuesta irresponsabilidad de Ricardo por no darles una madre a sus hijos. Una serie de machos indignados lo acusa de haberse “comprado” a sus bebés y lo arrincona con preguntas del tipo: ¿y qué les vas a decir a los mellizos cuando pregunten por su mamá? Machos cuya pobreza emocional jamás les permitiría criar a sus hijos solos. Problema de ellos.

Podría citar a sicólogos y abogados, pero me basta con mi experiencia. Crío mellizas también, de casi dos años, y no fue necesario recurrir al vientre subrogado, pese a que yo ya tenía 48 años, porque la madre biológica es mi compañera. Para inscribirlas tuvimos que declararlas como hijas de madre soltera que desconoce la paternidad de sus bebés, razón por la cual llevan los dos apellidos de su madre y legalmente no tienen vínculo conmigo ni con mi hija adolescente, por más que en el día a día seamos hermana y segunda mamá para ellas (aunque a veces parezco su abuela). Morán, en cambio, ni siquiera puede hacer eso porque no hay una madre (o más exactamente un vientre) que registre a sus hijos y no existe alternativa alguna.

Mientras tanto, los mellizos de Morán no son peruanos. La ausencia de ese marco legal se debe a que en nuestro país la religión está metida hasta en la sopa. Lo irónico es que según esos credos, todos somos hijos de un supuesto Dios creador, el mismo que jamás ha requerido del vientre de mujer alguna para oficializarse como padre supremo, toda vez que lo único que debe importarnos es que “nos creó porque nos ama”. Ja, ja. ¿Por qué entonces Morán, quien ha creado, cría, mantiene y sobre todo ama a sus hijos, abierta y sanamente, tendría que ser marginado por creencias religiosas más diosistas que Dios en un país laico? Los mellizos Catalina y Emiliano Morán Vargas tienen derecho a ser inscritos en el Reniec –aunque este siga siendo el país menos indicado para que crezcan dignamente– y a gozar de la identidad que los asiste en cuanto nacidos vivos. Lo demás son inquisiciones, verdaderas mariconadas, miedos que se esparcen en nombre de cualquier miseria, todo menos amor.

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