(Foto: Petroperú)
(Foto: Petroperú)

Petroperú ha recibido, solo en lo que va del año, un salvataje por parte del gobierno que ya asciende a 9,000 millones de soles, entre aportes de capital y garantías para obtener créditos.

La excusa, como siempre, es la misma: evitar el colapso de la empresa y el desabastecimiento de combustibles en el mercado local. Pero el problema está lejos de haberse solucionado definitivamente. La estatal no se maneja con eficiencia y, quién sabe hasta cuándo, seguirá dependiendo de las inyecciones de capital provenientes del erario, comprometiendo seriamente así las finanzas del país y la economía de los peruanos. Porque al final de cuentas somos los ciudadanos que pagamos impuestos quienes estamos cargando con este muerto.

Aunque lo que se ha dado en llamar “fortalecimiento” de la petrolera implica ahora, según decreto, que en un plazo de 90 días contrate a una consultora internacional a fin de elaborar un plan de reestructuración para “reforzar la gobernanza y sostenibilidad financiera” –que debería presentarse, a más tardar, el 31 de julio del próximo año– y garantizar el abastecimiento de combustibles en el país, los expertos en la materia no son nada optimistas.

Recordemos que solo durante la gestión de Pedro Castillo las deudas de la empresa han aumentado en 32% y la gasolina ya experimenta un alza de 40% en lo que va del 2022. Se dice que los precios gradualmente bajarán una vez que se descarguen los 11 buques de combustible que hasta hoy permanecen en el litoral peruano, pero pocos confían en que los precios se “normalicen”, como se esfuerzan en asegurar las autoridades locales.

La verdad que es incomprensible e injustificable el empecinamiento en seguir haciéndole transfusiones de urgencia a una entidad cuyo modelo estatal de gestión ha demostrado largamente su caducidad, pese a que en la trasnochada ideología del castillismo ese modelo periclitado continúe teniendo una vigencia que la realidad y la historia le han negado

Al parecer al gobierno no le importa que el Perú tenga una de las gasolinas más caras de Latinoamérica ni que la calificación que las agencias de riesgo le han puesto a Petroperú sea casi la de una empresa quebrada y sin futuro. El delirio estatista le está costando ya demasiado al país.