A fin de seguir desangrando a los contribuyentes, Dina, Adrianzén, Arista y Mucho deciden, sin juicio alguno, designar al “experto” en hidrocarburos y reestructuración de empresas en quiebra de Narváez, cuyo mérito es ser amigo del sindicalista Oscar Electo Vera, otrora “ministro” y “wayki” de Dina y hoy, gerente general (favor con favor se paga) de ese nido de burocracia, ineficiencia y negociados que es Petroperú que, bien podría llamarse Sanguijuela Perú S.A.
Amor al Perú dice Dina. ¿Será quizá, a los miles de millones de los contribuyentes que se pierden en las porosas arcas de Petroperú?
Cada gobierno tiene su “Piquichón”. Morgan Quero es el de Dina y es ministro de Educación. Quero es el más ferviente defensor de esa causa perdida que es Dina. No se ruboriza en defenderla mientras promueve “ideotas”.
Con su “refulgente” idea de mandar a clases virtuales a los estudiantes de Lima, Callao y Huaral; sí Huaral —¿APEC tenía eventos en Huaral?—, nos devolvió de un porrazo al recuerdo del criminal encierro al que nos sometió Vizcarra y que supuso la pérdida de millones de horas de estudio de nuestros hijos. Mejor burros que cuestionadores.
Luego está Santiváñez, ese que funge de ministro del Interior. ¡Dios! Le damos a cuidar una tortuga y pierde tres. A diario matan, extorsionan y roban a peruanos de bien, pero para él son solo sensaciones.
Captura a un arrepentido, lo empaqueta como el segundo de Sendero y lo anuncia como si hubiese capturado a Abimael sin reconocer que la pifió peor que Cueva en Rusia. Y, cuando se le pregunta por la captura del sentenciado Cerrón, silva, carraspea y dice que pronto, mientras se le escabulle delante de sus narices y lo “trollea” en las redes.
Pero a Dina no se le mueve una ceja (se le pasó la mano al cirujano con los puntos) y debe seguir creyendo que es la mamá de todos sin entender que, ante eso, preferimos ser huérfanos.