¡Sudad como en Sudán! (Getty)
¡Sudad como en Sudán! (Getty)

La caída del presidente de Sudán, Omar Al Bashir, comenzó luego de que su régimen quedara aislado por parte de la mayoría de los gobiernos del mundo. Ello tras la orden de captura que emitió la Corte Penal Internacional de La Haya por “crímenes de guerra y contra la humanidad” que el dictador de ese país africano –de población mayoritaria musulmana– ejecutó contra la población cristiana en la región de Darfur, al oeste del país.

El dictador sudanés –en el poder desde 1989 y responsable de la muerte de más de 300 mil personas y más de 2.5 millones de desplazados, según la ONU– pensó que la comunidad internacional no reaccionaría ante su intento de islamizar a su nación. Por ello, masacró e intimidó a los cristianos sudaneses a marcharse del país, pues creyó que si, para lograr su objetivo, enviaba grupos paramilitares (los janjaweed) en lugar de tropas del Ejército, podría argumentar que no podía controlar a “esos fanáticos religiosos”. Es la misma estrategia que utilizó Mussolini con los “camisas negras”, Hitler con las SA (divisiones de asalto), Chávez y Maduro con las milicias bolivarianas; todos grupos violentos de asalto para controlar a la población.

Omar Al Bashir, amigo de Bin Laden, Al Assad, Chávez y otros tiranos, hizo una jugada maestra en 2011 al permitir la independencia del sur de su país, tras un referéndum de su población de mayoría cristiana. Así nació Sudán del Sur como una república totalmente dependiente de la del norte. Sin embargo, eso no eclipsó su historial como genocida y, menos, su pésima gestión económica en un país petrolero que, al final, derivó en protestas que condujeron al Ejército a tumbarlo este mes tras 30 años en el poder.

¡Suden de miedo como en Sudán, dictadores del mundo!

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