Desde su consultorio, el psicólogo Roberto Lerner habla de los males de estos tiempos.

Vivimos una polarización que no solo es política. ¿Las redes polarizan artificialmente?

Yo no diría que es artificial. La gente se siente amenazada en su identidad, ya sea que se trate de sexualidad o de política, sobre todo cuando se encuentra con ideas opuestas, muy alejadas de lo que piensa. Y obviamente responde de una manera militante, agresiva, activista. Y se crean las ‘cámaras de eco’. Usted escucha amplificado aquello que piensa. Y eso valida su pensamiento y lo empuja a una posición más radical, porque además no entra en contacto con posiciones más moderadas o con gente que piensa de manera opuesta. No hay discusión, solo una suerte de griterío. Las personas asumen que la sociedad está dividida en dos. Cuando en realidad la gente no está tan alejada una de la otra, pero asumimos que solo hay dos tribus. Y utilizo el término tribu adrede, porque hay un elemento muy tribal y con ritos de iniciación.

Entonces no solo hay una mayoría silenciosa de centro, sino también invisible.

Definitivamente. Si usted pasa revista por X (Twitter), sobre todo porque los algoritmos que le van a dar más de lo que usted dio, va a creer que todos están en el extremo. Y si pregunta a la gente cómo piensa la mayoría, le van a decir que es el extremo. Lo cual no es cierto. Por eso hablo de que hay una mayoría de centro no solo silenciosa sino invisible.

El centro no se ha perdido, solo no lo estamos viendo.

No lo estamos viendo. Y la gente que plantea ideas moderadas o que se abre a considerar otras posiciones corre el riesgo de ser atacada por los dos lados. Terminamos siendo considerados traidores, desleales. Muchas personas se están inhibiendo de dictar clases, por ejemplo en las universidades, porque hay una actitud muy militante. Si usted hace una broma o una referencia que no le gusta alguien, inmediatamente lo consideran una agresión. Yo he enseñado en el colegio y en la universidad. Y si yo no puedo incomodar a mis alumnos, entonces no tiene ningún sentido ser profesor. Pero hoy en día la gente no quiere ser incomodada, no quiere escuchar palabras, no quiere ver ciertas cosas porque siente que su identidad es atacada. Y obviamente todos defendemos nuestra identidad con uñas.

Jordan Peterson dice que para pensar hay que arriesgarse a ofender.

Un debate que no genera incomodidad no es debate. Tampoco es productivo un ataque que los vuelva más de extremos. Por eso se habla de guerras culturales. Hay una valoración extrema de lo vivido. Hay que respetarlo pero no convertirlo en la única verdad. Porque si solo me baso en lo vivido, la tierra es plana.

The Economist habla del movimiento antiglobalista, irónicamente global.

Es como estos grupos de padres que coordinan como impedir que los menores accedan a celulares desde un grupo de WhatsApp. Y no solo es antiglobalización. En los países más desarrollados nunca ha habido tantos jóvenes apoyando sindicatos y presencia del Estado.

Volvió el populismo, identitario y nacionalista

Nos dijeron esa tontería de que la historia había llegado a su fin. Las fronteras y las identidades no son camisas que uno se pone y se quita. Van a regresar los peajes. Y no solo visas. Hay fuerzas centrífugas dentro de los países. Un regreso de lo nacional junto con tribalismo. En Perú hay falta de referentes. No hay nadie a quien admirar. Todos creen que pueden ser un referente. Perú debe ser el país con la tasa más alta de personas que cree que puede ser presidente de la República. Porque la mayoría de quienes llegaron a la Presidencia no tenía la menor idea de que iba a llegar.

¿Seguir hablando de Alan y Alberto Fujimori es por falta de nuevos líderes?

Por supuesto. No aparece nadie en quien la gente confíe. En el Perú el índice de confianza en el otro siempre ha sido muy bajo. Si uno tiene éxito es porque me lo quitaron a mí, hay gato encerrado.

¿Por qué una educación de élite soslaya a Hamás?

En algún lugar lo relativizan, porque lo que hay son militancias. Todo el mundo se convierte en activista con respecto de algo. Ese es un factor importante. Si lo sacamos del contexto bélico, la dicotomía víctima-victimario es lo que está pasando en general. La figura de la víctima es muy potente.

El ensayista Daniel Giglioli dice “la víctima es el héroe de nuestro tiempo”

Tiene que ver con eso. El antisemitismo tiene una historia muy larga. Los judíos, al estar en muchos lugares, somos el otro por excelencia. Y siempre hay fuerzas que buscan explicar la realidad de manera muy sencilla, diciendo ‘este tiene la culpa de todo’. Hubo grandes explosiones de antisemitismo en todas las pandemias. ‘Envenenaron los pozos’, etcétera. La causalidad diabólica es como la mente funciona. El mundo es complejo, injusto y violento. Y la causalidad diabólica es cuando encuentro algo que lo explica todo de forma muy sencilla. Los judíos hemos encarnado eso más que otros.

TENGA EN CUENTA

“El 30% de mis pacientes estudia pregrado o posgrado afuera. Les cuesta conseguir trabajo”.

“La gente desconfía de tecnócratas. Por ejemplo el Brexit. No tomaron en cuenta a quienes no les es fácil pensar en términos de globalización. El péndulo se ha movido demasiado”.

“Hay un síndrome de déficit de atención inducido. Cada vez hay más gente que no puede leer textos largos. Hay iniciativas legislativas que piden que no entren celulares ni haya redes sociales en el colegio hasta cierta edad”.