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El continente, aislado
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Contaba el genial Julio Camba, corresponsal de prensa en Londres, a inicios del pasado siglo, que cuando caía la niebla sobre ella, los periódicos ingleses se afanaban en destacar que la niebla aislaba al continente europeo. Cuando era al revés.
La humillante derrota de los conservadores pone en evidencia una vez más que los ingleses van a contracorriente del resto de Europa. Cuando la ultraderecha está a punto de arrasar en Francia; cuando los líderes socialdemócratas “continentales”, y hasta los futbolistas como Mbappe salen a la palestra y a la calle, para recordar que hay que poner freno a aquella, los británicos nadan fríamente en sentido opuesto.
Ante la derrota, responden sin atacar ni al adversario ni al electorado, y reflexionando sobre las causas de ella. Reconocen que se alejaron de su esencia. Rishi Sunak lo resumió con un flemático: “Lo siento”. Esta flema contrasta con las reacciones de los políticos continentales ante los triunfos de Le Pen, de Meloni por poner ejemplos.
La causa del fracaso de la política conservadora, que en su momento recibió un gran respaldo, está en ella misma. En su exceso de populismo que ha degenerado en deterioro de la economía, y de los servicios públicos.
Keir Starmer, el líder laborista, más que convencer, se ha limitado a tomar nota de los desaguisados conservadores. En su primera declaración tras el triunfo reconocido, se muestra austero en su propuesta: Tenemos que devolver la política al servicio público.
Con la mayoría que tiene en el Parlamento, no va a tener problemas. La cuestión está en que siga la línea de la contención, y que no gobierne contra nadie. O sea, que no se le ocurra seguir el ejemplo de los “aislados” políticos continentales.
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