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Con la soga al cuello
Sí vamos a incidir en el hecho que cuando un líder político, en cualquier país del mundo democrático, y me refiero aquí a la señora Heredia, causa una crisis constitucional sin precedentes, su destino es la renuncia.
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Ricardo Vásquez Kunze,Desayuno con diamantesNadie podía imaginar que fuera el propio Presidente el que terminara de ponerle la soga al cuello a su esposa, Nadine Heredia, cuando recién llegado de Chile afirmara, por primera vez de su propia boca, que ella era la pieza clave entre el gobierno, su bancada y sus aliados en el Congreso. Así, cuando dos días después el Gabinete Cornejo, o sea el Gobierno, no fue investido por la confianza de la Representación Nacional, en un hecho inédito desde hace casi 50 años, las bendiciones del Presidente se convirtieron en maldición.
Porque, en efecto, si su esposa es la pieza clave entre la política del gobierno, su bancada y sus aliados en el Congreso, ha sido Nadine Heredia la única responsable política del descalabro que el gabinete sufrió este último viernes en el Parlamento. Y esto porque hasta antes de las declaraciones de su esposo el gobierno siempre había obtenido mayoría para todos sus emprendimientos.
No vamos a cansar al lector con lo obvio de afirmar que la falta de confianza del quinto gabinete de Ollanta Humala tiene como origen el rechazo a que un poder ajeno a la Constitución dé forma al gobierno. Sí vamos a incidir en el hecho que cuando un líder político, en cualquier país del mundo democrático, y me refiero aquí a la señora Heredia pues ese es el papel que su esposo, su partido, su bancada y su gobierno le han otorgado explícitamente, causa una crisis constitucional sin precedentes, su destino es la renuncia.
Como la señora Heredia no puede renunciar al gobierno porque no tiene ningún cargo allí, como tampoco puede perder un status de liderazgo en el Congreso porque no ha sido elegida congresista, lo único que puede perder como consecuencia de su fracaso político es la presidencia de su partido en nombre del cual opera políticamente. Su renuncia pues debería ser el correlato del descalabro en el que ha puesto al país.
Más allá de cualquier consideración emotiva, si la señora Heredia está en la misma línea de lo que ha afirmado el Presidente en repetidas ocasiones sobre el claro límite entre lo personal o familiar y las acciones de gobierno, no debería ser problema para ella presentar su renuncia al cargo de presidenta del partido de gobierno. Esta sería una salida estrictamente política que tendría como consecuencia salvar en el Congreso, si ello es posible todavía, lo poco que queda de legitimidad del 'Gabinete Cornejo'. Sería asumir la responsabilidad que hasta hoy nunca ha querido asumir como la asumen los políticos que, ante una situación límite, ponen los intereses del país sobre los de su partido y los suyos propios.
En resumen, de lo que se trata entonces es de resolver una catastrófica crisis política cuya principal protagonista es la señora Heredia. Sin ella fuera del tablero cualquier solución no será más que un hilván pues, ¿cómo generar estabilidad política cuando alguien produce todo lo contrario?
Así, si su marido le puso la soga a ella, al menos la formalidad de su renuncia a la presidencia de su partido se la quitaría del cuello a él, a su gobierno y al país.
En sus manos está, señora.
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