El miércoles pasado estuve de comentarista del libro de Umberto Jara Abimael: El sendero del terror en el Lugar de la Memoria (LUM). Destaqué el informe interno senderista de la incursión armada –diciembre de 1980– al fundo Ayzarca en Cangallo-Ayacucho, que terminó en el asesinato de Benigno Medina, su propietario. Esta acción fue reivindicada por Guzmán como la primera acción armada del llamado “Plan de Inicio”. En el informe se da cuenta de las armas que portaban los asaltantes: “Dos escopetas calibre 16 con 7 cartuchos, un revólver y una pistola 32, con tres y cinco balas, respectivamente”.
Así comenzó el accionar de la “primera compañía” del futuro Ejército Guerrillero Popular (EGP). Pasado el tiempo, el asalto a los puestos policiales abasteció a los senderistas de los AKM y no pocas metralletas. Y con estas armas, ya se convirtieron en una verdadera amenaza. Emboscaban a patrullas militares, después del ingreso de las FF.AA. (1983), obteniendo los FAL. Lo mismo sucedió en diferentes zonas rurales del país. Aunque el armamento conseguido en el Huallaga, el mayor de todos, contó también con el abastecimiento del narcotráfico.
En febrero de 1990, después de su congreso, el “presidente Gonzalo” pudo contar con la información, entre otras cosas, del total de ‘armas y medios’ con que contaba ya el EGP (sin CR del Huallaga). Esa información cayó en manos de la Dincote junto con el video de Zorba el griego y otros valiosos documentos.
FAL+HK+G3+AKM (153), metralletas (97), máuser (43), escopetas (413), carabinas (77), pistolas (40), revólver (195), granadas (1,138), cartuchos-dinamita (67,037).
Estimando que el CR del Huallaga tuvo una cantidad semejante al CR Principal (Ayacucho + Huancavelica + Apurímac), sumarían 1,500 armas de fuego. El PCP-SL, impulsor de la ‘política sin armas’ desde 1993, ahora como Movadef, ¿por qué no las entregó?