Dentro de las cosas menos importantes, sin duda, el fútbol es la más relevante de todas y, como tal, la Selección Peruana debería de “aprovechar” la coyuntura para sumarse al paro nacional del 10, 11 y 12 de octubre, anunciado por algunos gremios liderados por los transportistas.
Y es que, además de que será imposible que la Policía dé las garantías necesarias para que se juegue con seguridad el Perú vs. Uruguay en el Estadio Nacional, este viernes 11, los dirigidos por Jorge Fossati no tienen con qué salir a ganar frente a los de Marcelo Bielsa.
No hay forma. Si con el equipo completo, la blanquirroja aún no ha podido ganar ni un solo duelo en 8 fechas de Eliminatorias (11 si le sumamos la —lamentable— Copa América), entonces ¿cómo van a hacer para jugar sin Renato Tapia, Gianluca Lapadula o Wilder Cartagena?
“¿Cómo?”, es la pregunta. Y que me perdonen los Jesús Castillo, los Álex Valera o los Jorge Murrugarra, pero ellos solo serían expuestos ante miles de almas (si es que la FPF se anima a seguir vendiendo entradas) y ante millones si es que la Conmebol no hace nada.
La Selección Peruana está (más) desarmada que nunca, y el paro nacional sería una pausa más que necesaria para el fútbol, que no es el problema más importante del país actualmente, sino la vida de los choferes, pasajeros, bodegueros y todo aquel que ha sido o es extorsionado hasta estos momentos.
Infelizmente, la decisión de suspender el partido todavía no ha sido tomada y ni siquiera solicitada por el Gobierno, Congreso o técnico, que siguen esperando —como siempre— que todo haya sido un mal sueño, despertar y ser primeros, pero no.
Dina Boluarte, los congresistas y Jorge Fossati están últimos. Y nosotros, ¡ya estamos cansados de los estados de emergencia, de las leyes procrimen y del bendito 3-5-2!
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