Los trabajos de empalme en tuberías que ha anunciado Sedapal para el próximo 6 de octubre y que dejarán sin agua a 22 distritos de Lima no tendrían casi nada de malo si no fuera por la desatinada forma en que lo han venido comunicando, una falta de transparencia rayana con la necedad.

La noticia primero corrió como un rumor en las redes sociales. Todos se preguntaban si era verdadera. ¿Cómo reaccionó la empresa? Pues como lo haría un burócrata propio de esos Estados totalitarios de la órbita soviética: soltando escuetas respuestas oficiales a cuentagotas, como si la preocupación de los ciudadanos fuera una impertinencia que les interrumpió la siesta.

Si no hubiera sido por el comunicado de la Sunass –que los conminó a informar en 24 horas– y la intervención de la Fiscalía, los limeños estaríamos en ascuas hasta el día de hoy.

No obstante, pese a los comunicados posteriores de Sedapal, quedan todavía serias dudas sobre los planes de contingencia –si estos de verdad existieran– y, en especial, el cumplimiento de los plazos, como sucedió hace un tiempo con las redes de alcantarillado en San Juan de Lurigancho.

Tal es el nivel de incertidumbre y de falta de confianza con la empresa estatal que ni siquiera la propia ministra de Vivienda ha querido, como se dice, ‘mojarse’ sobre lo que ocurrirá. “Nosotros, como ministerio, no podemos asumir el compromiso de decir que ellos van a cumplir. Somos el ministerio rector, pero no estamos (a cargo de) la gestión ni tenemos injerencia en la administración de Sedapal. Eso es importante que se sepa”, dijo Hania Pérez de Cuéllar al ser consultada si su despacho garantizaba que en un plazo máximo de 96 horas se restablecería el agua potable en los 22 distritos del sur de la capital.

Es decir, todos ellos sufrirían el corte del servicio a partir de las ocho de la mañana del viernes 6 de octubre, que afectará a cuatro millones de personas… hasta por ¡4 días! Algo inconcebible a estas alturas del siglo XXI. Lo que de momento sí ha quedado claro, al menos, es que no se cobrará el servicio por los días de corte. Pero ante tamaña ineptitud y prepotencia comunicacional, ya sabemos quiénes son los únicos que se contentarían con ese consuelo.