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Ramos de flores
“Para la cultura de la UEFA, Derecho y Ética son la misma cosa. Sin embargo, para nosotros, la parte de la Ética que no está expresamente regulada en la ley, son buenas costumbres y nada más”.
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Esta semana, a tres minutos del final, el Real Madrid marcaba el 2 a 1 que le daría la victoria contra el Ajax. Fue entonces cuando Sergio Ramos preguntó a la banca: ¿Tarjeta, la busco? Ramos tenía una tarjeta amarilla de su anterior partido contra la Roma. A la siguiente, quedaría suspendido por una fecha.
Especulando, era mejor no jugar el partido de vuelta contra el Ajax, que en el papel el Real Madrid lo tiene ganado, para no arriesgarse a ser suspendido en las fechas siguientes de cuartos de final. Así que Ramos buscó la tarjeta adicional en una falta intencionada contra Kasper Dolberg.
El tribunal de la UEFA lo va a investigar. Hay antecedentes, Ramos será suspendido dos fechas, incluido el partido de cuartos que quería jugar.
Si el caso se viese en nuestra cultura jurídica, saldría bien parado. Se argumentaría que la ley sanciona sin precisar si las faltas son accidentales o intencionadas, por lo que solo cabe suspenderlo por una fecha. No hay que distinguir allí donde la ley no distingue. Además, hay que aplicar las sanciones de la manera más benigna o in dubio pro reo. En cambio, la UEFA investigará el caso basada en una norma que autoriza, de modo general, sanciones por faltas contra la ética, sin definir bien qué es, porque cada quién sabe de qué se trata.
Así salta una gran diferencia. Para la cultura de la UEFA, Derecho y Ética son la misma cosa. Sin embargo, para nosotros, la parte de la Ética que no está expresamente regulada en la ley, son buenas costumbres y nada más.
Esta idea, de limitar las sanciones a lo que está expresamente regulado, explica que las sacadas de vuelta a la ley sean apreciadas como un mérito, sin caer en cuenta de que pueden ser tan graves como un crimen, solo que la ley olvidó sancionarlas.
En la lucha contra la corrupción, está reflexión vale para todos. Para los acusados: “pero si no es delito” no es un argumento de buena conducta, sino constatar que tenemos deficiente técnica legislativa. No habrá cárcel, pero sí responsabilidad política. Para los acusadores, comprometer a cualquiera que es mencionado por un colaborador, sin más evidencia, aunque la ley lo permita, violenta la justicia. Para la prensa, que cita sin verificar lo que dicen los acusadores, se libra de la difamación, pero no está informando bien.
Quizá la discusión entre lo lícito y lo ilícito debiera ser más bien entre lo ético y lo que no lo es. Quizá el Derecho que hace falta es el que presume la Ética, aunque la ley no la mencione. No es necesario, ¿verdad?
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