En dos días tendrá lugar una elección que cambiará no solo el curso de la historia de Estados Unidos, sino del mundo en general. Y el escenario no podría ser más incierto, pues nunca un proceso electoral ha tenido proyecciones tan ajustadas como las que se presentan para este martes.
Hacer pronósticos en los comicios norteamericanos es particularmente complejo por la naturaleza de su sistema electoral, en el que el voto popular no es lo que define al ganador, sino el resultado del llamado “colegio electoral”, que asigna un número de votos a cada estado, y el ganador en cada estado se lleva la totalidad de los votos asignados a este.
Pero en esta oportunidad, tanto las proyecciones de voto popular como las de resultados del colegio electoral señalan un empate técnico. Al momento de cerrar esta columna, la última encuesta publicada por la prestigiosa revista The Economist registraba una intención de voto de 49% para Kamala Harris frente a un 47% para Donald Trump. De otro lado, el modelo de proyección de resultados del colegio electoral de la revista daba un 52% de probabilidades de victoria a Kamala Harris frente a un 48% de Donald Trump. Un margen estrechísimo que no garantiza absolutamente nada.
Así, lo único seguro es que la suerte de la política global terminará siendo decidida por unas pocas decenas de miles de votos en algunos estados clave, como Arizona, Michigan, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin.
Ahora bien, ¿qué está en juego en esta elección? A diferencia de lo que solía verse en la política norteamericana hasta hace solo unos pocos años, hoy Harris y Trump ofrecen visiones muy diferentes —y en algunos casos opuestas— en términos programáticos. Acá lo más saltante en tres aspectos decisivos para los votantes de Estados Unidos:
Economía
Donald Trump planea una drástica reducción de tributos, con énfasis en el impuesto corporativo, el que bajaría de 21% a 15%. Esto es algo que ya hizo en su gobierno previo, cuando redujo esta tasa de 35% a 21%. Harris afirma que esta medida solo favorecería a los más ricos, en perjuicio de la población de menores ingresos, y afectaría seriamente la sostenibilidad de las finanzas públicas.
Otro elemento clave es la política comercial, donde Trump propone una drástica imposición de aranceles. Ello responde a su teoría de que Estados Unidos pierde con la importación de bienes baratos, principalmente desde China, que según él destruye empleos en Estados Unidos. Los demócratas, de otro lado, afirman que ello solo encarecería los bienes de consumo a nivel nacional y que podría iniciar una peligrosa guerra comercial. Algo que, además de efectos económicos, tendría un impacto geopolítico al afectar las relaciones que Estados Unidos ha construido durante décadas con sus aliados comerciales.
Migración
De ganar y llevar a cabo las propuestas que hoy Donald Trump presenta contra la inmigración ilegal, lo hecho durante su primer mandato terminaría siendo leve en comparación con lo que propone hoy. El republicano plantea “campos de deportación” (un concepto que evoca la barbarie de la segunda guerra mundial), donde los inmigrantes ilegales serían desplazados mientras se procesan sus casos.
De otro lado, Trump propone el uso de fuerzas militares para el manejo de los migrantes ilegales, un uso que nunca se le ha dado, y que plantea un debate que en Perú nos suena familiar.
Kamala Harris afirma que el uso del ejército inevitablemente devendría en serias afectaciones a los derechos humanos e incluso implicancias para la seguridad interna. Además, es una dura crítica del severo enfoque de deportación masiva de Trump, que califica de poco humano.
Institucionalidad
Como exfiscal del Estado de California, Harris es una enfática defensora del equilibrio y separación de poderes. En la otra orilla, a lo largo de su campaña, Donald Trump ha dicho sin tapujos que planea usar su poder como presidente para ordenar investigaciones contra sus opositores políticos y de medios. Esto es algo que buscó en su primer mandato, pero que fue frustrado por la institucionalidad existente. No obstante, hoy, con el control que los conservadores tienen en la Corte Suprema, los contrapesos a las ambiciones de Trump son mucho más débiles.
Cada palabra, cada gesto o cada omisión podrían hacer una diferencia en las pocas horas que nos separan de esta histórica elección, de pronóstico reservado.