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Populismo del bueno
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Ahora que ya pasamos la página con el tema del intento de vacancia y que los congresistas terminen de asumir el fracaso, existe un riesgo muy alto de retomar un conjunto de propuestas de ley de corte populista que paradójicamente harían mucho daño a las personas.
Entre ellas, las leyes de condonación de deudas financieras o para permitir el retiro del 100% de fondos a afiliados a las AFP que no hayan aportado un año, o la ley que devuelve aportes a afiliados a la ONP con un costo fiscal de S/16 mil millones que alternativamente se podrían utilizar para mejorar la infraestructura de salud, la educativa y vial o para financiar el enorme gasto logístico y en equipamiento requerido para las próximas campañas de vacunación contra el COVID-19, particularmente en zonas alejadas de las grandes ciudades. También está el proyecto para controlar las tasas de interés, muy nocivo porque restringiría el financiamiento a las empresas más pequeñas como está ocurriendo en Reactiva 2, donde el tope de 5% a la tasa no cubre el riesgo ni los costos operativos de las instituciones de microfinanzas.
Necesitamos leyes populistas buenas, considerando la poco utilizada acepción positiva del término populista que se refiere a mejorar las condiciones del pueblo. El populismo bueno implica normas que mejoran el bienestar de las personas de manera sostenible y duradera, no aquellas que dilapidan los recursos del Estado para dar un alivio inmediato, en muchos casos a personas que no lo requieren, y a un costo muy alto a la sociedad. Es como el colesterol bueno y el malo, necesitamos del bueno.
El Congreso nos debería sorprender con una ley de promoción del empleo que facilite la contratación de trabajadores formales. Eso sería populismo bueno. Alrededor de 2 millones de personas han perdido su trabajo en los últimos meses, se requiere una ley que los ayude a conseguir uno. Antes de la pandemia la informalidad laboral ascendía al 68.5% de la PEA, lo que representaba 11.9 millones de personas, hoy debe estar cercano al 80%.
Los especialistas laborales han propuesto una serie de normas para hacerlo, tales como: implementar un subsidio transitorio a las nuevas contrataciones en planilla, permitir la contratación temporal de trabajadores por reactivación económica, simplificar los regímenes tributarios, incentivar programas de formación técnica y profesional y flexibilizar la legislación laboral para facilitar la contratación. ¿Se animarán a sorprendernos con una ley populista que sea buena?
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