[Opinión] Yesenia Álvarez: Los menos indicados

El lunes se llevó a cabo un evento de estudiantes peruanos de una universidad extranjera que, como muchos, están preocupados por discutir sobre la crisis política y sobre cómo podemos consensuar un mejor Perú.

Lo que llamó mi atención es que disertarían dos políticos que han pasado por la Presidencia del Consejo de Ministros y que lo que menos han construido han sido precisamente consensos. Me refiero a Salvador del Solar, quien fue premier del infame gobierno de Martín Vizcarra y Mirtha Vásquez, que lo fue de este desgobierno de Pedro Castillo.

Decidí escucharlos. Quizás reconocerían que les daba cierto rubor haber trabajado y defendido a gobiernos provocadores de crisis políticas que terminan socavando nuestras bases democráticas y enlodados en cuestionamientos por corrupción. Pues no. En todo momento hablaron desde un pedestal como si no hubieran sido gobierno, creyéndose la única reserva moral para construir consensos en este país y como si sus gestiones no hubieran tenido los resultados que conocemos. Casi ni criticaron a sus jefes de Estado y, cuando les tocó hacerlo, distribuyeron la responsabilidad entre Ejecutivo, el Congreso y las “inequidades” de tiempos previos, y echaron la culpa a las estructuras y a todos. Y ya sabemos que igualar responsabilidades entre todos es, al final, no atribuir responsabilidad a nadie.

Eso sí, ambos usan un lenguaje asertivo y con apariencia de ser muy meditado, pero no asumen ni una pizca de responsabilidad. Como si los ciudadanos no pudiéramos recordar el lamentable desenlace de disolución del Congreso que tuvieron “los oficios de consenso” de Del Solar, o como si hubiéramos olvidado que los conflictos sociales actuales tuvieron su hito en el discurso de Vásquez en Coracora en el cual ofreció el cierre de operaciones mineras. Ella abrió la Caja de Pandora, como ha expresado el comunicador social Iván Arenas.

Es difícil creerles a Del Solar y a Vásquez. Quizás cuando de verdad asuman que han sido parte del problema y se pronuncien sin tibiezas contra los gobernantes a los que sirvieron, su voz pueda resultar autorizada, coherente y conciliadora.