ELLOS SE JUNTAN. La izquierda radical busca cambiar la Constitución e imitar el modelo chavista que tanto daño ha hecho en Venezuela.(GEC)
ELLOS SE JUNTAN. La izquierda radical busca cambiar la Constitución e imitar el modelo chavista que tanto daño ha hecho en Venezuela.(GEC)

En ocasiones, las rencillas políticas, en torno a los conflictos más urticantes de nuestra realidad nacional, nos regalan un adelanto de la reyerta que será la campaña del 2021 y de los temas centrales, alrededor de los cuales los candidatos y sus plataformas orbitarán.

Esta semana Verónika Mendoza y su equipo técnico presentó un paquete de propuestas que, a su juicio, ayudaría a reactivar la economía del país. Dentro del dossier, existen algunas políticas que la derecha bien podría hacer en abanderar para demostrar que está de lado del pequeño y mediano empresario y del capitalismo popular, como por ejemplo: la obligación de corporaciones grandes de pagar a las mypes en un máximo de treinta días, pulir de una vez por todas las políticas de competencia y reforzar las medidas anti elusivas y del fraude fiscal.

No obstante, el grosso del paquete trae a remembranza la época de los nefastos años setenta, la de un Estado abotargado, de políticas demagógicas, y cerril en derruir el ya precario estado de la agricultura nacional con medidas que solo perpetuarían la penosa productividad del agro.

En esta línea, Nuevo Perú plantea la expansión de Agrobanco con S/1,500 millones, además de engarzarlo al Banco de la Nación para captar ahorros y medrar de la infraestructura ya existente. Los bancos agrarios en nuestro país siempre han sido proyectos fallidos, instituciones paliativas, donde el dinero prestado pocos réditos reflejaba y siempre necesitaban de una suculenta inyección de dinero público para seguir operando. La izquierda está obsesionada con el minifundio e ignoran el progreso técnico.

Otro de los ejes del documento gira en torno a la expansión del crédito. Para un partido que dice respetar la autonomía de las instituciones y organismos del Estado, llama la atención que propongan reducir la tasa de interés al 2%, como si el BCR fuese un obsecuente subordinado del Ejecutivo y estuviese a merced del gobernante de turno.

Si a esto añadimos que buscan además un gasto de inversión pública de S/12,000 millones de soles y retirar de los fondos del tesoro S/10,000 millones para otorgarlo en créditos, bien podríamos estar hablado de un fórmula para revivir al amigo tan querido de la izquierda: la inflación.

Yendo más allá, Nuevo Perú se opondrá a la tan imperiosa flexibilización laboral que necesita nuestra economía. Y en cambio, abogarán por incrementar la tasa de sindicalización, urdir sistemas de pensiones mixtos y modificar los criterios de ajuste de la RMV así como el de las negociaciones colectivas que podrían poner en peligro el equilibrio presupuestal.

Utilizando la definición de “rentabilidad social”, Mendoza buscaría llevar a cabo el onírico plan de la masificaron del gas, subvencionándolo para repartirlo a través de una red de distribución a domicilio.

Si en nuestro país existiera la demanda y la infraestructura para hacerlo, sin que aquello significara afligir al resto de ciudadanos al obligarlos a pagar más en la tarifa de luz, el proyecto sería acertado y hace tiempo ya se hubiera hecho.
¿Dónde está la nueva izquierda que tantos defendían? ¿Dónde quedó la impoluta moral de la izquierda, cuando su lideresa se niega a desgajarse de Vladimir Cerrón, un comunista furibundo que envía lisonjas y adulaciones al genocida de Nicolás Maduro?

La izquierda de Verónika Mendoza no terminó siendo el partido socialdemócrata que vendió. Todo fue una ilusión, como el balón de doce soles de Dammert.