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La OTAN en problemas
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Donald Trump entiende la OTAN básicamente como un organismo de seguridad muy costoso para EE.UU. y que sirve a los intereses de Europa. ¿Está equivocado? En principio no, pues EE.UU. es el contribuyente más importante y las amenazas a la seguridad hoy en día hacen más vulnerables a los países europeos que a EE.UU.
El problema radica en que Trump desconoce que la OTAN es una herramienta que ha servido a los intereses de EE.UU. a lo largo de toda su existencia. En la Guerra Fría, fue fundamental en su disputa de poder con la Unión Soviética y, en los últimos años, ha sido de gran relevancia en la guerra contra el terrorismo (¿o acaso la OTAN no fue un aliado clave en la invasión a Afganistán el 2001 post 11-S?).
Además, la OTAN le ha permitido a EE.UU. ejercer un nivel de influencia muy grande sobre Europa, a tal punto que los países europeos han tenido grandes dificultades para desarrollar por su propia cuenta mecanismos de seguridad en el Viejo Continente. Luego de la II Guerra Mundial, la preocupación por la seguridad de Europa contra la amenaza comunista estuvo a cargo de EE.UU. ¿Se imaginan el poder que esto significó para la potencia mundial? Evidentemente, el poder cuesta.
En un mundo globalizado, hacer frente a las amenazas requiere de mucha cooperación. Lamentablemente, Trump entiende la cooperación en términos muy simples (cuánto aporta cada país), sin darse cuenta de que todo lo que gastan los miembros europeos de la OTAN en defensa iguala al gasto de defensa de China, país que le sigue los pasos a EE.UU. en este rubro. Los continuos cuestionamientos de Trump, dejando al margen temas de mayor atención por parte de la OTAN, fracturan una alianza muy importante para la seguridad de EE.UU.
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