[OPINIÓN] Yesenia Álvarez: “Radiografía de una agresión”. (Foto: Congreso de la República)
[OPINIÓN] Yesenia Álvarez: “Radiografía de una agresión”. (Foto: Congreso de la República)

Es inaceptable el uso de términos de naturaleza sexista con los que el congresista de Fuerza Popular, Juan Carlos Lizarzaburu, agredió verbalmente a su colega de bancada Patricia Juárez, en una sesión en el Congreso. Lo ocurrido reviste una gravedad que debe ser sancionada de forma ejemplar por todas las agravantes que presenta el hecho.

Si ya era bastante grave la humillación y la ofensa, aumentan ello la reacción en medios del mismo congresista, del resto de colegas en el momento y la falta de una contundente condena de muchos políticos y bancadas. Este vergonzoso hecho muestra el comportamiento típico de un agresor que revictimiza a la víctima, y que minimiza lo ocurrido, y un entorno que no sabe cómo reaccionar, que no reprueba, que cae en la trampa de minimizar y que no le presta la debida atención porque creen que unas palabras no son para tanto.

Se puede hacer incluso una radiografía de la agresión de las declaraciones de Lizarzaburu, quien una vez que fue descubierto dijo: “Con ella mantengo una excelente relación. La quiero mucho, es mi amiga y nada más. (…) Me une una amistad, un profundo respeto y un cariño”. Esta forma de hablar es típica en los agresores: buscar quitarle gravedad a su vulneración aludiendo amistad, cariño o respeto mutuo. Típico y tóxico. No es que no se dé cuenta como algunos creen, sino que su misoginia, que debe haber sido bastante impune hasta este momento, le hace creer que puede escudarse en una relación con la víctima. Imaginen cómo debe ser la escala de valores de este representante del Congreso para señalar que hablar así de una persona o de una mujer puede tener espacio en una relación de “profundo respeto”.

La serie de indignantes expresiones confirma el machismo que subyace en su agresión cuando subrayó que “es una conversación personal, y como todos nosotros tenemos ojos, y vemos”. Lamentablemente, es otro pensamiento común del machismo que campea en el país y que lleva a humillar, ofender, hostigar y acosar a muchas mujeres en espacios laborales. Y eso se perpetúa porque hasta ahora no se sanciona como se debe, sobre todo socialmente. Por eso, el congresista acto seguido afirma: “he visto yo a través de los medios que se habla de acoso sexual. Son cosas que no tienen nada que ver. Quítenle el hierro al asunto. Es una cosa de lo más natural”. De hecho, se equivoca, su actuar no está permitido en nuestro Estado de derecho y hay bastantes indicios, incluidas sus explicaciones posteriores, para que se le pueda investigar por acoso político y hostigamiento sexual.

Sin embargo, la gran lucha contra el hostigamiento sexual, el acoso, la misoginia y el machismo debe darse también desde la sociedad allí donde se calla, justifica y tolera actos como el de Lizarzarburu. Por eso es importante que desde la ciudadanía, desde todas las bancadas del Parlamento y desde su mismo partido se repudie este acto.

Estos actos no son “solo palabras”, son agresiones y no podemos tolerar el acoso y el hostigamiento, y el hecho de que haya sido realizado en el Congreso debe llevar a que su sanción sea ejemplar, porque es lamentable que tampoco hayan sabido reaccionar más que con risas nerviosas y pedidos desesperados de apagar el micrófono. Tal cual pasa en la realidad, muchas personas indefensas ante una sociedad que no sabe qué hacer, que piensa que unas palabras no hostigan o no son tan graves, y que es mejor ocultar que enfrentar. Por eso, el congresista tuvo el descaro de decir: “Un momentito, hay que quitarle el morbo y amarillismo al asunto, yo ya he conversado con la persona aludida. Todo está perfecto”. Pues no, esta vez la congresista agredida ha decidido no callar, y como sociedad civil debemos acompañar su denuncia y exigir que esta ofensa no quede impune para romper el círculo de violencia desde una institución pilar de la democracia como es el Congreso, y ayudar a construir un país que rechaza categóricamente el hostigamiento, y el acoso hacia las mujeres.

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