(Foto: EFE)
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Así se llama el podcast de la doctora en Ciencias Políticas Constanza Mazzina y desde el cual busca alertar sobre cómo los regímenes de China y Rusia, y otros países autoritarios, han ganado un enorme poder en el sistema internacional poniendo en peligro el consenso de que la democracia liberal es el camino viable hacia la prosperidad y la seguridad.

La referencia a una influencia autoritaria de China cobra vigencia en el Perú con el reciente y preocupante anuncio de la suscripción de un contrato de compraventa entre la empresa China Southern Power Grid, propiedad del Estado chino y el grupo Enel, lo que significaría que las empresas del Partido Comunista de China podrían acumular el 100% de la distribución de energía eléctrica de Lima como han alertado el congresista Alejandro Cavero y la Sociedad Nacional de Industrias.

Realmente se habla muy poco en Perú de la influencia autocrática que han emprendido Rusia y China. Debe ser en parte porque cuando se habla de estos temas en el Perú relativizan el recelo hacia China como si fuera conspiranoico, y parte porque se alinea con la estrategia misma de este régimen de haber influido lo suficiente en entornos informativos y políticos para crear una agenda favorable a sus intereses.

Hay suficiente material académico y divulgativo para mirar con detenimiento esto. El reporte Sharp Power: Rising Authoritarian Influence del International Forum for Democratic Studies examina la influencia autocrática en democracias jóvenes como América Latina y hay un capítulo sobre Perú. Señalan que en los últimos años, China y Rusia han invertido recursos significativos en medios y espacios académicos y culturales para moldear la opinión pública y a esto se entendía como “Soft power” o poder blando para definir la habilidad de un Estado para persuadir a otros países evitando el uso de la fuerza, la coerción o el poder económico (Hard power). Sin embargo, se ha ido develando que esta influencia no es dura en el sentido coercitivo pero tampoco es suave. Y allí se abre el paso el término “Sharp power” o por “poder afilado, fuerte o agudo” para definir estas influencias autoritarias, que no son realmente suaves como querer controlar por ejemplo la distribución estratégica de energía de un lugar a través de sus empresas estatales.

Los académicos González Marrero y Chaguaceda en el artículo “Russia’s Sharp Power in Latin America, Global Autocracy, Regional Influence” señalan que la cooperación autocrática de países como Rusia y China se logra a través del despliegue de la diplomacia pública, la influencia de los medios de comunicación, los flujos de inversión y el desarrollo de la infraestructura, entre otras relaciones y acciones.

Es cierto que debe preocuparnos que habría un daño al consumidor por la falta de competencia en un sector estratégico, pero también deberíamos preocuparnos que esto es parte de la estrategia de cooperación autocrática de China, porque obviamente van a buscar el predominio del autoritarismo frente a la democracia. China ha podido avanzar donde no ha sido sometida al escrutinio público y donde la sociedad civil y sus instituciones son débiles. Todo lo que está haciendo China limita el criticismo hacia ella como expresa el autor del libro “La silenciosa conquista de China”, Juan Pablo Cardenal: “La narrativa que China es crucial para el futuro económico de Perú se está extendiendo y esto explica por qué casi no hay ninguna desaprobación de China en los medios de comunicación. El papel potencial de China en la economía de Perú eclipsa todos los demás problemas”.

Las investigaciones están allí, y deberíamos mirar con sospecha que no se cuestione ni se quiera hablar de estas muestras de Sharp power de China que representan un riesgo para nuestra democracia.

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