[OPINIÓN] Sonia Chirinos: “Metedura de pata”

Sabido es que si hay un delito difícil de probar es el de violación, encontrándonos a veces a la hora de juzgar como única prueba con el dicho de una frente a la versión del acusado.

De ahí, sentencias absolutorias. Consecuencia del (necesario) principio “in dubio pro reo”.

El Tribunal Supremo puso punto final a esta tendencia al elaborar una doctrina que da al testimonio de la víctima, bajo ciertos requisitos, valor de prueba plena.

A despecho de esta tendencia judicial que superaba el viejo modelo, aparecieron las responsables del Ministerio de Igualdad, para prometer un cambio de regulación del delito de violación: castigar como violador, al que mantuviere relaciones con mujer sin su consentimiento. Con lo del consentimiento pareció que las (mal llamadas) feministas habían descubierto el bálsamo de Fierabrás. Olvidaron que el problema de prueba seguiría siendo el mismo. O sea, para ese viaje no hacían falta estas alforjas. Es más, apareció la realidad: La reforma rebajó las penas para los violadores. En estos casos, es obligatorio revisar las sentencias de los condenados. El gobierno, de forma increíble, no se dio cuenta de lo que propició. Negaba lo obvio. Hasta que no ha tenido más remedio que volver sobre sus pasos. Ahora ha de reformar la reforma. Tampoco es tan sencillo. Y como no lo es, ya solo queda sacar lecciones de esta experiencia. Un buen gobierno, no se debe dejar llevar por su propio relato. A veces conviene repasar los principios básicos del estado de derecho. Consejo que vale para cualquier gobierno.