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[OPINIÓN] Richard Arce: Una cuestión de confianza trucha
La presentación de una carta del premier en que informa que va a solicitar cuestión de confianza al Congreso ha sido el último desvarío de Aníbal Torres para agudizar las contradicciones siguiendo el manual de la teoría marxista.
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La presentación de una carta del premier en que informa que va a solicitar cuestión de confianza al Congreso ha sido el último desvarío de Aníbal Torres para agudizar las contradicciones siguiendo el manual de la teoría marxista.
A priori, Torres pretende cambiar la corriente de opinión respecto al cargamontón que ha recibido por la agresión verbal contra la periodista Sol Carreño al pretender denigrarla en su condición de mujer y no responder sobre su incapacidad para gobernar. Al parecer lo ha logrado, porque ahora el tema de discusión es la pretensión del voto de confianza, sobre una ley ya aprobada y refrendada por el Tribunal Constitucional.
Pero hay temas de fondo en la intencionalidad de la propuesta del premier. Lo primero es marcar la cancha y mostrar los dientes al Congreso, para jugarse su última carta, frente al descrédito de la población y buscando una medida populista, como sería cerrar el Congreso, que le granjearía rédito político temporal.
Ahora, no parece una medida estratégica; al contrario, es un despropósito frente a la llegada de la comisión de la OEA, porque han activado la Carta Democrática ante un supuesto peligro de irrupción en la democracia. La cuestión de confianza desbarataría cualquier defensa o victimización del gobierno y, al revés, mostraría al propio Ejecutivo con ánimos golpistas.
Mi impresión es que esta es una decisión unilateral de Torres, que, desesperado ante los serios cuestionamientos de su accionar y, sobre todo, por el involucramiento que él mismo tiene en los casos de corrupción del gobierno, decidió plantear la cuestión de confianza, sin tener siquiera el acuerdo de la sesión de Consejo de Ministros, requisito previo para su presentación.
La realidad es que esta pretensión de Torres es inviable, porque ya el Congreso había limitado el umbral de la cuestión de confianza por ley y tiene el refrendo del Tribunal Constitucional. Por tanto, solo ha sido un engañamuchachos, para seguir ahondando la crisis.
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