Hoy no queda nada de la Defensoría del Pueblo, aquella institución caracterizada por su independencia para justamente cumplir su misión de representar y defender los derechos de los ciudadanos, independientemente de cualquier injerencia política y sobre todo para evitar el abuso de poder que podría cometer alguna autoridad.
Olvídense de la imagen y el prestigio que ha tenido la Defensoría del Pueblo. Vean el perfil del actual defensor, que evidentemente no tiene las calificaciones y menos el prestigio y reconocimiento público de sus antecesores, desde Jorge Santistevan de Noriega, allá por el año 1996, hasta otros connotados defensores que, con su presencia, imponían el respeto y la confianza que se requerían para defender a los ciudadanos cuando se atentaba contra sus derechos.
Hoy tenemos a un improvisado Josué Gutiérrez, personaje siniestro sin mayores calificaciones y mucho menos experiencia en la labor. Fue impuesto por la mafia congresal en un pacto infame del fujicerronismo; intuimos que no les interesaba el rol de la defensa de los derechos ciudadanos de la Defensoría del Pueblo, sino que más bien buscaban otros objetivos subrepticios, como el tomar el control de la Junta Nacional de Justicia y subsecuentemente de los organismos electorales Reniec y ONPE.
Y, como no se podía esperar otro accionar de parte de Gutiérrez, se ha convertido en un operador de esos intereses subrepticios del Congreso. Para ello ni siquiera ha tenido los escrúpulos para actuar con cierto recato; al contrario, ha copado la Defensoría con funcionarios improvisados y sin mayores credenciales, lo que ha obligado al personal expetrimentado de la Defensoría a renunciar en bloque, porque no se iban a someter a los caprichos y las arbitrariedades de Gutiérrez.
Gutiérrez ha organizado un proceso de evaluación de los nuevos integrantes de la JNJ con muchas irregularidades y cuestionamientos que lo han llevado, inclusive, a ser denunciado por organismos internacionales, que advierten las irregularidades de este proceso.
Se han olvidado de defender a las poblaciones vulnerables. Basta con ver qué acciones ha realizado la Defensoría con respecto a las 49 víctimas de la conflictividad social, en la que hay evidencias de violaciones de los derechos humanos. Por eso, saludamos el pronunciamiento que han hecho los ex defensores del pueblo exhortándonos a mantenernos vigilantes.