(Foto: Leandro Britto / GEC)
(Foto: Leandro Britto / GEC)

Me siento gratamente complacido de poder compartir con ustedes una columna semanal en Perú21, puesto que cada sábado tendré esta trinchera para analizar la coyuntura política y ensayar algunas perspectivas para el país, en un espacio en el que durante 15 años nuestro entrañable amigo Carlos Tapia pudo compartir con ustedes sus experiencias y su agudo análisis político. Indudablemente, el reto es mayor para cubrir su columna y, sobre todo, continuar en esa senda crítica.

Quisiera hacer una reminiscencia a los valores republicanos que se cimentaron hace dos siglos y que hoy deberían estar más vigentes que nunca por la profunda crisis que atravesamos con la pandemia, la situación económica, y a la que ahora se ha sumado la crisis política, expuesta por los principales líderes políticos del país al no reconocer los resultados electorales y generar esta sensación de incertidumbre y desasosiego ad portas del bicentenario.

En estos momentos aciagos de la patria es insoslayable no recordar las lecciones de democracia, civismo y patriotismo de un precursor de la independencia como José Faustino Sánchez Carrión, actor importante en la conformación de la República. Las publicaciones de “El Solitario de Sayán” cimentaron las bases de nuestra República actual, una sociedad de iguales y en libertad que debería ahora ser entendida.

En este escenario, sectores extremistas de ambos lados han aprovechado para exacerbar las pasiones ya exaltadas por un proceso electoral polarizado, exponiendo mensajes y posiciones clasistas, de división y hasta de racismo, que lamentablemente se mantienen vigentes en plena celebración del bicentenario, como un “síndrome colonial”. Estos llegan al extremo de confrontarnos como sociedad y cuestionarnos sobre cuánto nos falta para construir una nación, para todos y todas, sin discriminaciones y privilegios excluyentes, esa sociedad de ciudadanos iguales y libres como pregonaba Sánchez Carrión.

Por lo mismo, con el permiso de todos y con mucho respeto, me atrevo a darle nombre a esta columna sabatina: “El Solitario de Sayán (de Andahuaylas)”. Haciendo la precisión de que no es por emular la genialidad de Sánchez Carrión, sino por poner en valor y recordarnos “los imprescriptibles derechos de la patria”, donde él exaltaba la dignidad del hombre como ciudadano, considerándolo como parte esencial de la soberanía ejercida por la suma de ciudadanos iguales ante la ley, según referencias de Porras Barrenechea.

¡Qué difícil es ahora recordar sus mensajes premonitorios, 200 años después!

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