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[OPINIÓN] Raúl Benavides Ganoza: “Señor de los Abismos”
“También logró evitar que se drenen las lagunas de Mejía, uno de los pocos pantanos que sirven para dar descanso y alimento a innumerables aves migrantes”.
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Llegué a Arequipa hace casi 40 años recién casado para dirigir la mina Orcopampa, que queda al norte del Valle de los Volcanes. Un lugar muy remoto que pocos arequipeños conocían. Hasta que me encontré con Mauricio de Romaña. Mauricio no solo conocía Orcopampa, sino que se había alojado allí en varias oportunidades. Me llamó mucho la atención; con el correr de los años desarrollamos una gran amistad no solo con él, sino con su esposa Patricia y sus hijos.
Es difícil saber cómo referirme a Mauricio de Romaña. Carlos Amat y León le llamó el Señor de los Abismos por su afán descubridor y por su amor por las montañas arequipeñas que recorría y conocía como nadie. Mauricio fue el descubridor turístico del valle del Colca y su gran promotor. Por ello podríamos llamarle también el Señor del Colca.
Nació en Arequipa y estudió Agricultura en la Universidad Agraria de La Molina. Sus inicios como agricultor fueron en Puno en algunas tierras de su familia. Luego con la reforma agraria de los setenta el fundo fue expropiado y terminó con cáncer, enfermedad que logró remontar muchas veces en su vida. Aprendió de la crianza de auquénidos en esas frígidas tierras. Al poco tiempo, con Felipe Benavides demostró que se podían capturar y reubicar vicuñas cuando los especialistas decían que era imposible y evitaron una matanza llevando vicuñas de Pampa Galera en Ayacucho, donde había una sobrepoblación de animales, a Aguada Blanca, área protegida atrás del volcán Misti. Fundó Prodena Arequipa, inspirado en la labor de protección ambiental desarrollada por Felipe. Poco después se convirtió en referente para ecólogos, geógrafos y exploradores, promovió e hizo realidad su sueño de convertir el Colca en un destino turístico. Con unos catalanes y prólogo de Mario Vargas Llosa, publicó el primer libro de calidad sobre el Colca con el auspicio de Incatops.
También logró evitar que se drenen las lagunas de Mejía, uno de los pocos pantanos que sirven para dar descanso y alimento a innumerables aves migrantes. Las lagunas son un ecosistema único con gran variedad de fauna y flora. Pero, mejor que todo, logró que todos los veraneantes en Mejía se conviertan en protectores de sus lagunas después de innumerables tertulias con ellos.
Historia aparte fue la expedición que realizó con Ned Strong, director de la fundación David Rockefeller, a la cumbre del Mismi y comprobar que en efecto era la naciente más distante del río Amazonas. Lo que Ned no supo hasta después era que Mauricio había perdido un pulmón tiempo atrás cuando enfermó de cáncer. Solo la ilusión de conocer la naciente del Amazonas lo llevó a hacer un esfuerzo mayúsculo. Lo mismo hizo acompañando a los expedicionarios polacos que remontaron el cañón del Colca por primera vez en kayak por encargo de National Geographic.
Promovió también el cañón de Cotahuasi y el Valle de los Volcanes, al igual que a su campiña arequipeña, organizó cabalgatas, creó senderos para que los turistas puedan apreciar los paisajes de su tierra, puso en valor muchos destinos turísticos en Arequipa. Era incansable; aun cuando descansaba era para organizar sus fotos para la próxima charla o el siguiente libro.
Fue un gran conocedor y promotor de la crianza de auquénidos, lo que dio sustento a la industria alpaquera de Arequipa.
Mauricio tuvo siempre el soporte de Patricia, compañera de vida que le dio el apoyo que requería, a pesar de reñirlo por sus excesos. Patricia ha sabido sacar adelante a sus hijos con gran esfuerzo entereza y cariño. Ha sabido ocuparse de la familia dejando a este librepensador, explorador de altas cumbres, cañones profundos y playas costeras cumplir sus objetivos quijotescos recibiéndole de vuelta en casa siempre con una sonrisa y con la casa en orden. Por ello, creo que cualquier homenaje a Mauricio tiene que pasar por reconocer a Patricia. Sin ella, Mauricio no habría podido lograr poner a Arequipa en el mapa turístico del mundo.
Mauricio ha sido un compañero de viajes y aventuras. Lo conocí en Arequipa promocionando el Valle del Colca a inicios de los 80 cuando llegamos a Arequipa con Lucía, mi señora y compañera de toda la vida.
Tengo que confesar que me costó mucho trabajo convencerlo de que deberíamos impulsar el Valle de los Volcanes como la extensión turística del Colca. Se ha avanzado mucho, Mauricio logró organizar a todos los interesados para generar una autoridad de gestión del destino turístico. Con su ayuda se concretó la carretera que une Huambo con el pueblo de Ayo cruzando el cañón del Colca zigzagueando por abismos con unos paisajes y formaciones geológicas que dejan admirado a cualquiera. Trazó y construyó senderos, miradores y promovió que se desarrollen posadas adecuadas para los turistas. Hoy, el Valle de los Volcanes ya aparece en las guías turísticas como un apéndice al Colca.
Mauricio ha sido un hombre cuya vida debe ser ejemplo para los jóvenes arequipeños y peruanos. Mauricio era un explorador, gran caminante, soñador e idealista. Hombre profundamente honrado y confiable, siempre con grandes proyectos y determinación para realizarlos. Ayer durante su funeral hablábamos de la falta de reconocimientos a héroes civiles. Mauricio, definitivamente, es uno de ellos. Su pasión y coraje movían montañas.
Hoy nos quedan sus obras, sus recuerdos y sus proyectos. Estos sueños que convirtió en proyectos han contagiado, sin embargo, a muchos que seguiremos haciendo de ellos realidades rindiendo de esta manera homenaje a un héroe civil y un gran amigo.
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