"El proyecto original de Majes Siguas consistió en irrigar la pampa de Majes, a través de la derivación de agua del río Colca hacia el río Siguas". (Foto: GEC)
"El proyecto original de Majes Siguas consistió en irrigar la pampa de Majes, a través de la derivación de agua del río Colca hacia el río Siguas". (Foto: GEC)

La semana pasada estuve en Arequipa, región a la que he ido por motivos de trabajo infinidad de veces y con la que tengo una vinculación y un aprecio especiales. En esta oportunidad, el viaje tuvo como objetivo recorrer las pampas de Siguas, donde se desarrollará el proyecto de irrigación Majes Siguas II.

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El río Siguas atraviesa dos enormes pampas: la de Majes y la de Siguas; sin embargo, su modesto caudal es insuficiente para irrigar estas extensiones. El proyecto original de Majes Siguas consistió en irrigar la pampa de Majes, a través de la derivación de agua del río Colca hacia el río Siguas. Esto implicó una serie de obras monumentales (como la presa de Condoroma, la bocatoma de Tuti, etc.), que permiten la irrigación de 15,950 hectáreas.

Del mismo modo, Majes Siguas II consiste en irrigar 38,500 hectáreas en la pampa de Siguas a partir del trasvase de aguas del río Apurímac, lo cual hará de Arequipa una potencia agroexportadora. Se estima que se producirán ingresos anuales por US$1,135 millones, generando para ello 240,000 puestos de trabajo.

Asimismo, la habilitación y la puesta en operación de las tierras demandarán una inversión de US$2,655 millones en un periodo de 10 años. Además, el proyecto requiere la construcción de una presa en la zona de Angostura (provincia de Condesuyos) para embalsar aguas y diversos sistemas de derivación, a fin de irrigar las pampas.

Majes Siguas II es una asociación público-privada, donde el Estado asume el 51% de la inversión y el consorcio Angostura Siguas (Cobra y Cosapi), el 49%. En diciembre de 2010, se firmó el contrato de concesión entre el Gobierno Regional de Arequipa y la concesionaria, pero los problemas llegaron desde el comienzo. Las autoridades de Espinar (Cusco) se preocuparon por quedarse sin agua suficiente del río Apurímac para ellos, paralizando el proyecto por tres años hasta que la justicia concluyó que sí había suficiente agua para todos.

Debido a la paralización comenzaron una infinidad de desencuentros, negociaciones y adendas. El último impasse es el referido a la adenda 13, en la que la concesionaria solicitaba cambiar el sistema de canales abiertos por uno de tuberías cerradas presurizadas para evitar la pérdida de casi 29 millones de metros cúbicos en el sistema de conducción (por evaporación, principalmente) y entregaría el agua con mayor presión, favoreciendo el uso más eficiente del agua. Esto, sin embargo, eleva el proyecto de US$550 a US$655 millones (la adenda 12 ya había elevado el costo de US$404 a US$550 millones).

El Gobierno Regional de Arequipa ha solicitado a la Cámara de Comercio de Lima que dirima el impasse; por su parte, la concesionaria ha resuelto unilateralmente el contrato, reservándose el derecho de acudir a CIADI.

Es urgente que el gobierno central, apoyado por la Contraloría, se siente con las partes y destrabe el proyecto. Ya vamos 13 años esperando. Tenemos Majes, pero necesitamos Siguas.

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