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[OPINIÓN] Milagros Campos: Bicameralidad esquiva
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La legislatura terminó con un nuevo intento por aprobar la reforma constitucional que restablece la bicameralidad. Siendo una reforma constitucional, requiere mayoría absoluta (que la obtuvo) u 87 votos en dos legislaturas ordinarias consecutivas. Faltó un voto para lograr esta súper mayoría. Presentada una reconsideración, el dictamen se mantiene en la agenda.
Desde 2005 es la quinta vez que se vota en el Pleno del Congreso, sin éxito. El unicameralismo ha mostrado múltiples falencias en el ejercicio de las funciones parlamentarias. Más de medio centenar de proyectos presentados desde su incorporación, en la Constitución de 1993, dan fe de ello. La doble votación ha sido insuficiente para garantizar deliberación pública y seguridad jurídica. La paradoja es que son justamente los argumentos del descontento hacia el Congreso, los que fundamentan el retorno a la bicameralidad.
Se ha señalado que el Congreso no tiene legitimidad. Es bien conocido que los congresos tienen baja aprobación ciudadana. Ha ocurrido en el Perú. De acuerdo con el Observatorio de Democracia y Gobernabilidad de la Escuela de Gobierno y Políticas Públicas – PUCP, con base en las encuestas de Ipsos, el Congreso peruano ha registrado picos de desaprobación en distintos periodos. Así, en marzo de 2004, su aprobación fue 8%; en diciembre de 2005, 6%. En agosto de 2008, 9%; en febrero de 2011, 11%. En junio de 2014 registró 9%; en setiembre de 2018, 11%. Más bien, los picos de aprobación se dan después de cada elección.
Algunos comentarios a partir de estas cifras. En primer lugar, los Congresos pueden ser impopulares, pero ejercen sus funciones en cumplimiento de un mandato constitucional que se origina en el voto popular. La legitimidad es importante, pero esta tiene una arista no menor en la legalidad. Por lo demás, en los periodos señalados se aprobaron reformas constitucionales muy relevantes, como la aprobación del voto para militares y policías.
En segundo lugar, pensar en la renovación de la mitad del Congreso en fecha coincidente con las elecciones regionales y municipales. En el pasado se desestimaron porque cambia la mayoría favorable al presidente. Pero los presidentes de este siglo han gobernado sin mayoría; es más, lo han hecho sin partido ni bancada. La renovación por mitades de la Cámara de Diputados permitiría a los ciudadanos expresar sus preferencias. Con ello también podría eliminarse la facultad de disolver el Congreso, pues serían los electores quienes participen en los cambios en la composición del Congreso.
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