[OPINIÓN] Mauricio Aguirre: “La vicepresidenta”. (Foto: Presidencia)
[OPINIÓN] Mauricio Aguirre: “La vicepresidenta”. (Foto: Presidencia)

Dina Boluarte ha cumplido un año como presidenta después de ser un año y medio una vicepresidenta esquiva. De perfil bajo, pocas veces se le vio realmente comprometida con las decisiones de su propio gobierno. Se refugió en el Ministerio de Inclusión Social para ser ministra y no vicepresidenta. Intervenía poco en los llamados Consejos de Ministros descentralizados, la maquinaria de propaganda de Pedro Castillo capitaneada por Aníbal Torres.

Quizá su mayor compromiso público con Pedro Castillo ocurrió en Juliaca en diciembre de 2021. En una plaza pública de justamente un bastión castillista prometió que, si vacaban al presidente, ella se iba con él. Una frase que la persigue desde que asumiera como presidenta, y que de seguro cargará hasta 2026. El sur no le perdona lo que consideran una traición.

Pero Dina Boluarte tiene mayores problemas. En un año como presidenta, parece sentirse más cómoda en el papel de vicepresidenta. La mayoría de las veces aparece solo en ceremonias donde todo está fríamente calculado, con discursos que no pueden tener una letra más ni una letra menos. Prefiere alejarse de las preguntas incómodas, y la espontaneidad parece estar fuera de su libreto.

En un año no ha sabido, o no ha podido, construir el liderazgo presidencial que un país en crisis necesita. Ha preferido dejar ese papel en manos del premier Alberto Otárola, que pone el pecho para enfrentar las situaciones más complicadas. El problema es que Otárola no es el presidente. Es una pieza fusible ya bastante chamuscada.

Boluarte no es Castillo; es indudable. Pero después de un año de gobierno vamos descubriendo, lamentablemente, lo que no puede ser. Una lideresa que realmente le demuestre a la gente que es capaz de ponerse el país al hombro, y no solo una presidenta lista para ponerse en la foto.