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[OPINIÓN] Juan Manuel Benites: La hora del café amargo
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El café es un cultivo importante para la economía peruana, genera empleo y divisas. Sin embargo, la producción de café enfrenta una serie de retos que pueden llevarlo a ser un gran éxito o un gran fracaso.
Las condiciones climáticas como el aumento de las temperaturas y la variabilidad de las lluvias están afectando la calidad y el rendimiento de los cultivos. Asimismo, las plagas y enfermedades, como la roya, la broca del café y la mancha de la hoja están causando daños importantes a los cultivos, lo que puede conducir a pérdidas de producción y de ingresos. De igual manera, en los últimos años, se ha observado un aumento en la producción de café en países como Vietnam, Indonesia y Brasil, los cuales tienen una ventaja competitiva sobre el Perú en términos de precios y calidad.
De otro lado, la falta de acceso a financiamiento y capacitación también son un obstáculo significativo para los productores. Los cafetaleros necesitan recursos para mejorar sus prácticas agrícolas, aumentar la productividad y cumplir con los estándares de calidad exigidos por el mercado. Asimismo, la cadena de suministro fragmentada y la falta de infraestructura eficiente son otros retos que limitan el garantizar que los productos lleguen a los consumidores de manera oportuna y en condiciones óptimas.
Finalmente, el problema más importante hoy es el de la informalidad en el agro cafetalero. La mayoría de los productores de café peruanos son pequeños agricultores que trabajan en tierras de propiedad familiar de precaria seguridad jurídica y casi nula formalidad en cuanto a su manejo ambiental. Por ello, existe un alto riesgo de que la nueva norma europea de importaciones con cero deforestación, al obligar a los productores a adoptar prácticas agrícolas más sostenibles y a tener en regla todo lo relacionado con la titularidad de sus tierras y las certificaciones ambientales correspondientes, podría terminar sacándolos del mercado europeo por completo. Ello, en la medida en que la aplicación de dicha norma tendrá un costo significativo para los agricultores. Pero, sobre todo, porque deberán enfrentar una Ley Forestal y de Fauna Silvestre que pone obstáculos para que puedan alcanzar la formalidad absoluta, a pesar de que ha sido el propio Estado quien incentivó y apoyó la expansión cafetalera en zonas que antes tuvieron bosques en pie.
En conclusión, los productores cafetaleros del Perú se encuentran en una encrucijada desafiante. Las oportunidades en el mercado global son amplias, especialmente para aquellos que se centran en la calidad y la sostenibilidad. Sin embargo, para aprovechar al máximo estas oportunidades, es esencial abordar los retos del cambio climático, la necesidad de un marco regulatorio adecuado, la falta de acceso a recursos y la infraestructura insuficiente. Con el apoyo adecuado, la industria cafetalera peruana tiene el potencial de florecer y contribuir tanto a la economía local como a la escena cafetalera mundial.
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